Dulces Tentaciones

Ninfa II

GABRIELA

Me encantaba y lo deseaba tanto, como la primera vez que lo vi.

Me pareció un chico muy guapo e inocente que me había llamado la atención desde la primera vez que lo vi.

Esos preciosos ojos caramelos me había cautivado cuando me recorrió de pies a cabeza, pero en ese entonces algo me detenía, su edad.

Todo este tiempo me contuve, tanto que cada que cogía con su padre, lo imaginaba.

Cuando conocí a su padre, fue solamente por el hecho de salir de mi zona de confort, pues hasta en ese momento no tuve suerte con los hombres.

Decidí tomar la decisión de seguir con esto, pues ya había un motivo para qué.

Leo y yo conectamos desde el primer momento que nos vimos y creí que era la primera vez en mi vida que sucedía algo así.

Su padre me rogó que viviera con él, pero por alguna razón no me atrevía.

— ¿Y qué dices?.- pregunto Thomas.— ¿Ya tomaste una decisión?

— Pues... yo creo que vamos muy rápido, ¿No te parece?

— ¿Por qué muy rápido?, quiero decir, ya somos novios y…no le veo nada de malo.

— Pues, yo creé que no…- murmuró.

Thomas me mira con una mirada cabizbaja, soltando un gran suspiro, resignándose a mi decisión.

— Bien... entonces tendré que decirle a Leo que no habrá cambio de planes.

¿Qué? ¿Dijo Leo?

— ¿Leo vive contigo?.- pregunto.

— Sí, vive conmigo ya hace unos meses, le dije lo que tenía pensado en vivir contigo y estuvo de acuerdo, pero sé que entenderá... bueno te entendemos.- respondió.

— Acaso él... ¿No vivía con su madre?

— Lo hacía, pero…su madre ya tiene una nueva pareja, así que decidió vivir conmigo.- contesto.

Leo vivía con su padre, eso quiere decir que si decido vivir con él, podría verlo todos los días.

Hable con mis amigas sobre eso en una noche de chicas junto a una botella de vino.

— ¡Atrévete, los chicos como él son fuego y fogosos!.- exclamó Lisa.— Están en pleno proceso de descubrir el buen sexo y no se cansan.

— Es menor de edad Lisa, eso es ilegal y no quiero ver a Gabi tras las rejas.- protestó Sara.

— ¿Y eso qué?, solo se vive una vez.

— Acepta vivir con él y deja que ese bombón crezca más y cogételo sin que su padre o su novia lo sepa.- me dijo Lisa.

— No lo sé…

Me gustaba mucho Leo y creo que ya se los había dicho, pero ¿Sería una buena idea vivir en el mismo techo?

Había crecido bajo una doctrina católica en donde tenía que confesar mis pecados, pero por más que trataba de no tocarme por él, siempre caía una vez más.

— Está bien, acepto.- digo, mirando a Thomas, quien aún no podía creer mi respuesta.

— ¿Qué?, ¿Hablas en serio?.- pregunto.

— Sí.

— Pero...tú dijiste que…

— Cambie de opinión.- respondí.

Ver su rostro asombrado y alegre, me lo trasmitió de un momento a otro y sonreír y aceptar el beso que él me daba.

La mudanza fue más rápido de lo que pensé, pues no quise esperar mucho tiempo.

— Aquí dormirás.- dijo Leo, parado aún lado mío, mirando la cama matrimonial.

— Lo sé.- murmuró.

— Mi habitación está frente a su habitación, así que por favor, no sean tan ruidosos.

Nuestras miradas se juntaron y mi pecho latía más fuerte de lo normal, verlo tan atractivo y prohibido, encendía todos aquellos pensamientos lujuriosos hacia un muchacho de 17 años.

•— Aún no Gabriela, aún no…- me digo a mí misma.

Los días pasaban y la tentación aumentaba cada vez más.

Noches anteriores, despertaba a Thomas a mitad de la noche, pues la libido aumenta al soñar a aquel chico sin camisa andando por la casa, como si nada pasara.

Pues, al sentir la polla de Thomas dentro de mí y venirme una y otra vez, no era suficiente.

Muchas veces en la ducha, me tocaba pensando en Leo, imaginando que me tomaría por detrás, follándome sin control.

De hecho siempre que veía la oportunidad, lo tocaba, a lo mejor esto sonaría un poco retorcido, pero lo veía dormir y me parecía una obra de arte hecho por un artista quien se deleitó con su figura.

Aunque Leo, no lo admite, para muchas chicas era el chico perfecto y no lo contradecía, pues todas ellas estaban en toda la razón, pero eso no significaba que no me dieran solo celos.

Ardía en celos, pues empezó con la temporada de salir con chicas en especial con una, llamada Caly.

Una niña de su escuela que había tenido la mala oportunidad de conocerla, verla tan sonriente y notar como lo miraba, hacía que el mismo infierno arderá más en mí, pues su la caballerosidad que él tenía con ella me mataba.




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