Dust: Una odisea a la flor

A

¡Que mi señor lo salve en su gloria, mi querido lector! Tal vez debería de dar una pequeña introducción de mi, pues si usted no ha sido informado de la nuevas buenas, seré yo quien se encargue de narrar está tan extraña y sofisticada historia escrita por mi señor, traída desde otro mundo del cual desconozco y quisiera conocer, más  mis limitaciones no me permiten, por lo que me he visto en el trabajo de ser quien les cuente de estos mundos, mi nombre es El maquinista, un placer ser quien redacte este hermoso texto. Pues no se diga más y empecemos por lo que usted quiere ver

Acontecía la lluviosa tarde en algún lado de Frankfurt, los transeúntes de las calles se habían guardado de la llovizna y un par de jóvenes se habían resguardado debajo de un puente, en el cual aconteció un pequeño beso de verano, el cual dejo al joven Frederick intrigado por el significado de éste. Pero no era tiempo para pensar, pues una misión esperaba turno en la noche y el muchacho tenía que irse inmediatamente a su hogar, así que pasada la lluvia, él agarro un camión público y partió hacia su hogar, mientras veía caer las gotas de los pequeños remanentes de la lluvia

-Tremendo lío en el que me he metido- decía Frederick durante el regreso a casa-, tengo que realizar una disculpa a Elena por la ofensa que realice hoy, también un asaltó hacía mares desconocidos y todavía no me ha llegado el pago de mis servicios, al paso que voy creo que terminaré con una vena enorme en la cabeza-

No hay necesidad de explicar el viaje a casa de Frederick, solo se puede resumir con aquel chico mirando a través de la ventana del autobús, mientras están exhausto del día a día de su vida últimamente. Llegado a su casa, no hizo espera ni tampoco se acomodó su ropa para desplomarse en el sofá de su casa, pero para más castigo del que ya había recibido, algo no cuadraba bien, en el cajón de un mueble, había un papel dentro de él, con su nombre en la parte de arriba del papel.

-¿Pero y esto que demonios será?- se preguntaba Frederick- Tal vez Nikita pasó cerca y dejo alguna nota para avisarme de algo…Tal vez es otro juego estúpido de ella, pero a este punto es poco probable que haga algo peor-

Las especulaciones del joven Frederick está vez estaban erradas, pues no era ni la rata de las cloacas ni de algún cobrador o mercader, era del puño y letra de Patel, quién había escrito una carta para decirle un rumor que escuchó por ahí. La carta decía lo siguiente:

“Frederick, uno de mis colegas que se encuentra en la central de policías, me dijo que tú le dijiste a tu novia o pretendienta que Nikita era otra persona, no la tan conocida Hood-rat de la ciudad. Te hago saber que al parecer, el padre de tu chica descubrió la identidad de Nikita y la está observando últimamente, así que tal vez deberías inventarte una coartada para evitar que descubran tus lazos con ella y con nosotros. Si quieres seguir con tus extraños planes y metas de vida, se te tendrá que ocurrir alguna buena excusa para liberarte de esta

Atte: Patel”

¡Pero me lleva el diablo!- había gritado Frederick a los cuatro vientos-, ahora tengo otro lío entre manos, para acabarla de joder, la gran hija de puta viene todas las noches a mi cuarto, si su papá se entera de sus visitas a mi hogar, está mas que claro que me mantendrá lejos de Elena…¿Quién diría? Cuando pensaba que Nikita no podía arruinar más las cosas, ahora sale esto a la luz-

Se podía decir que el joven Frederick tenía buena suerte en ese momento, pues ante todas sus desgracias, nunca se enteró de que la joven Elena no quedo tan solitaria en aquel momento, pues al otro lado de la ciudad, se encontraba la antes mencionada con un mozo de buena estima y elegancia, el compañero de salón de Frederick y nuevo amigo de Elena, Rommel. Referente a estás 2 almas juveniles, estos se encontraban disfrutando de una espléndida obra de teatro, incluso desde un palco alto y privilegiado (Buenos privilegios tenía Elena al ser hija de un agente policial de renombre), en la cual, apreciaban la belleza y ridiculez de las tan dramáticas obras medievales de teatro. No era otra la obra que un típico romancee entre un caballero andante y una doncella del reino, quienes por culpa de los azares del destino y la codicia de los hombres, fueron separados por el canto de la guerra, dónde el caballero realizaría grandes proezas por el amor de su princesa y llegaría victorioso y glorioso ante las puertas del palacio, en nombre de su amada (Cosa que para ese entonces era sagrado, pero para los tiempos de esta historia y cualquiera más allá de la edad media, parecía una ridiculez)

-Buena hora en la que me trajiste a esta obra Elena, no pensé divertirme tanto en un teatro-

-Me alegra de que te guste- respondió Elena-, pensé en esta obra como una cita ideal, pues siempre se me hizo gracioso las historias de los caballeros antiguos y en los líos en los que se metían, además de las extrañas formas de demostrar “su amor”-

-Bien lo dicen por ahí, el que aparente ser Lancelot en tiempos actuales, no es más que un Quijote moderno-

Pasaron los minutos y escenas, los actos brillaban por sus dramáticas escenas y sus exageradas expresiones, era más un reír por lo estúpido que eran los personajes enamoradizos de la obra que una fascinación por sus “heroicas hazañas”, incluso los mismos actores y guionistas sabían de lo ridícula que era la obra (Que pensándolo bien, tal vez el autor de dicha obra se estuvo revolcando en su tumba al saber cómo las generaciones futuras tomaron su trabajo). Con el paso de la obra y entre más cercana su resolución, no hizo falta la escena final donde el protagonista, el victorioso Valentino de Orlando llegaba al reino victoriosamente, cabalgando entre los simples granjeros y siendo vitoreado por la multitud, haciendo que este proclamará al firmamento;

-¡Oh, Marla de Orlando, hija del rey Augusto, descendiente del linaje Normado de los Cappureto, he venido a anunciarle mis célebres victorias a usted, tan dulce y sacrosanta doncella ¡Ángel terrenal traído por la mano de nuestro misericordioso señor! Quien me permitió vivir 100 noches en las tierras de hombres corrompidos y manchados de pecado, me he venido a presentar a este castillo como muestra de agradecimiento eterno, por dejarme volver a estás tierras y reunirme nuevamente con el amor que la vida me ha otorgado ¡Oh querida Marla de Orlando, resplandecer de 100 soles, colorido pelo que florece en la primera y se tiñe de blanco en el gélido invierno, ojos tan brillantes que dejan a las gemas de la corona del mismísimo emperador de toda Inglaterra como simples restos de carbón, sonrisa que brilla como la presencia del mismísimo arcángel Gabriel y alma que resplandece en el eterno y solemne cielo como la más grande muestra de amor que Dios ha hecho a la tierra, me inclino ante semejante belleza y le pido amorosamente que me permita servirle hasta mi último aire de mi existencia!-



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En el texto hay: trama, decadencia, novela juveni

Editado: 19.07.2022

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