Efímero

Capítulo uno: Nuevo camino

Las manos le sudaban sin parar, se las restregaba con desesperación sobre la tela de su pantalón, pero a los pocos segundos las gotas de sudor corrían hasta bajar por sus codos. No era el verano, ni siquiera había sol aunque era medio día, era una mezcla de nervios, miedo y sobre todo mareo, mucho mareo, de manera literal las cosas se ponían de cabeza, cuando eso sucedía se cubría la boca con sus sudorosas manos y hacía el amago de vomitar. 

Detestaba viajar, o más bien toda aquella cosa en movimiento en la cual tuviese la obligación de subirse, viajar era algo a la cual estaba obligado hacer. Podía sentir el bisquet con crema de cacahuate en la garganta, y con sólo pensarlo de nuevo las arcadas se hacían presentes.

—¡Ay, madre, ayúdame!

Pero no estaba su madre, estaba solo, tal vez si vomitaba el autobús se detendría de emergencia entonces él saldría disparado, tomaría el primer taxi y llegaría sano y salvo a casa— Si es que todavía tenía casa—, pero eso implicaría también viajar en algo en constante moviendo y eso es lo que principalmente huía, también porque su madre no tendría algún tipo de piedad por su hijo y lo mandaría de nuevo al autobús. 

Detestaba todo eso, el estar sentado en un asiento incómodo con muchos mareos y dirigiéndose a un lugar que no tenía ni la más remota idea de cómo es. Le lloró, le prometió que dejaría la escuela y trabajaría, que no comería mucho o no se quejaría mucho como antes lo hacía.

—No digas tonterías, esta es mi decisión y la tomarás sí o sí.

Su madre decía en serio las cosas, podía imaginar su rostro duro, la mueca que aparecía entre sus labios pintados de labial rojo, imaginarla de esa manera le solía causar escalofríos pero ahora no era más que un lejano recuerdo de lo que es su madre, pues éste era reemplazado por la imagen de su madre derrumbándose al ver a su hijo marcharse. Sintió un enorme nudo en su garganta aunque no supo si era de tristeza o por los mareos. 

Decidió borrar esos pensamientos de su mente para intentar concentrarse en lo que estaba a su al rededor...

El autobús estaba casi vacío, habían pasado la mayoría de los paraderos y estaban llegando al final de la ruta, cinco horas de tortura, solo faltaba una hora para finalizar y Emil podría tocar tierra firme y tal vez vomitar un poco. 

Un bebé lloraba en el asiento delantero y la madre desperada por hacerlo callar para no incomodar a los pocos pasajeros que quedaban, no servía de mucho, el bebé lloraba aún más, ni siquiera los auriculares podían silenciar su llanto, una anciana a su lado que tejía sin parar, sus habilidadosas manos se movían de aquí para allá, el suéter que tejía con mucha atención era demasiado pequeño para pertenecer a un bebé, quizás un bebé muy pequeño. 

—Tengo gatos, de todo tipo, me gusta mucho los gatos.

Dijo la anciana después de un largo tiempo, todo sin despegar la vista de su tejido.

—Mi esposo y yo los cuidabamos, pero falleció el año pasado. Voy a ir a visitar a mi hija, hace mucho tiempo que no la visito y este suéter es para su gato llamado Gordo. 

Emil era un chico de pocas palabras, sobre todo cuando una rara anciana te platicaba como le gustaba los gatos y que desgraciadamente su esposo había fallecido recientemente, o sea, sí concordaba con la anciana acerca de los gatos, él también los amaba pero su mamá jamás permitió que tuviese uno. 

—¿Cuál es tu destino?

Preguntó la anciana después de varios minutos. Emil no supo que responder.

—Ahm, me voy a visitar a mi hermano.

Mentira.

“Me veo obligado a ir a vivir con mi hermano que apenas recuerdo su rostro”

—¡Ya veo! — dijo la anciana, el bebé llora un poco más y eso hace que la anciana por fin levante el rostro de su tejido, parecía enfadada— Tengo un hermoso nieto, pero a mí los lloriqueos de los chiquillos siempre me han causado una terrible migraña.

Sí, igual que a Emil, tal vez si le echaba esfuerzo la anciana y él serían grandes amigos.

— Me alegro que vayas a visitar a tu hermano, muchacho — Continuó.— la próxima parada está cerca, tal vez podríamos concordar con lugar. 

—¿Usted se baja en Miraflores? 

La anciana lo observa confuso. 

—Me bajo en Terranova, Miraflores es mucho más lejano, un pueblo un poco marginado, solo una vez he ido por la gran cosecha de naranjas y mandarinas en invierno.

La única luz de esperanza se le iba apagando, pensó un poco que tal vez esa linda anciana podría darle cierta pistas sobre el pueblo, quizás se haría amiga de ella entonces le contaría un poco de su desastrosa situación y tal vez lloraría un poco.

Anteriormente había investigado en Google maps, no había mucho que contar, había un solo supermercado —Si es que podía llamarse así— un ciber o algo parecido, una farmacia, un consultorio y podía contar con los dedos el número de restaurantes de aquel pueblo, no sabía si había internet o al menos señal. ¿Tan malo era?; para Emil, la respuesta, era sí y mil veces sí. Era un muchacho de dieciséis años, le gustaba la tecnología, no era un viciado pero la mayoría de chicos de su edad decidían googlear algo que no entendían y tenerlo en menos de un segundo. 

La anciana y la señora con el bebé se bajaron en la siguiente parada, la anciana le dedicó una sonrisa rápida. 

—Te pareces un poco a mi nieto, es un chiquillo todavía, pero en el rostro de los dos refleja la serenidad de las cosas, buena suerte, muchacho.

El bebé dejó de llorar al sentir como su madre lo cargaba para bajar, por unos segundos el bebé observó a Emil y le sonrió o eso pareció.

Entonces se dió cuenta que era el único en el bus, y que las náuseas que habían desaparecido milagrosamente regresaban con más intensidad que la anterior.

—¡Mamá!

Volvió a lloriquear.

 

☆⁠☆☆

 

 

Las cosas que sucedieron después parecían sacadas de una comedia muy mala acerca del chico nuevo que se muda a un lugar donde no encaja, la gente al principio lo trata mal por desconfianza pero al final lo terminan integrando como uno de los suyos. Pero no era una novela, ni mucho menos de comedia, Emil tenía que aceptar que era una realidad, una realidad que le costaba creer que estaba pasando. 



#1699 en Novela contemporánea
#6640 en Otros
#829 en Aventura

En el texto hay: bl, boyslove, lifeofslice

Editado: 24.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.