Efímeros

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PRESENTE
 


 

Ahí estábamos nuevamente, en esa ciudad que tanto habíamos deseado dejar cuando éramos pequeñas, lamentablemente llena de malos recuerdos... no es que la odie, no me mal entiendan, solo que muchas cosas que ahí sucedieron nos marcaron para siempre.
 


Bueno, permítanme presentarme, mí nombre es Olivia Aliy, pero mis amigos me dicen Liv, estoy en mis perfectos 21 años, tengo una hermana, su nombre es Isabella, me lleva sólo dos años, somos muy parecidas, siempre de pequeñas creían que éramos mellizas, la diferencia está en que ella tiene una melena rizada color caramelo mientras que yo tengo el cabello negro ondulado con las puntas en un gris platinado.

Hemos pasado por casi todo juntas y la verdad no sé que sería de mí sin ella.

En fin, ahora les procedo a explicar el porqué de nuestro regreso a esta ciudad tan tan tan indeseada, sí, creo que ese es el término correcto, bueno como les decía, nos fuimos de Kingsport cuando yo tenía casi 18, mí padre había muerto y él era la única razón por la que seguíamos en este lugar, mí madre lleva enferma gravemente hace 4 años, últimamente ha empeorado mucho y decidimos volver aquí porque hay mejor atención médica que en Charlottetown, el pueblito en el que hemos estado viviendo, a diferencia de esta ciudad, era una tranquila zona rural con casas cada un kilometro, era perfecto.

—¿En qué estás pensando Liv?— preguntó Bella al notar que no la acompañaba cantando las canciones que siempre acostumbramos cada que viajamos juntas.

—Pues, para ser honesta, en lo que nos espera una vez que hayamos llegado. En lo feliz que éramos en Charlottetown. Tengo esa terrible sensación en el estómago... Además ¿crees que exista la posibilidad de que —con una expresión ambivalente — tenga que verlo?

—Yo también lo he pensado. La idea al irnos de Kingsport era no volver, pero descuida ya no somos solo unas niñas que sufrieron una desgracia tras otra, ahora somos unas mujeres que sufren una desgracia tras otra jajaja No, en serio, hemos conseguido muchos logros, y quiero creer que eso es mejor a volver porque fracasamos.

—Es verdad, quién diría que podríamos lograr tantas cosas, sobre todo lo que nos propusimos de pequeñas.

Me explico, cuando éramos pequeñas y vivíamos todos juntos antes de que toda la situación familiar empeorara, siempre acompañabamos a mí padre a su trabajo, tenía una empresa constructora, por lo que desde niñas siempre nos gustó el diseño y la construcción, cuando terminamos nuestros estudios decidimos hacer algo relacionado con eso, somos asesoras particulares, o sea aconsejamos, guiamos, ofrecemos nuestro conocimiento al cliente, cuando éste quiere diseñar un ambiente específico, remodelar uno que ya esté hecho o simplemente redecorar.

—Con respecto a lo otro ¿De verdad crees que él esté en la ciudad? Si mal no recuerdo terminaron cuando tú le dijiste que nos mudaríamos y luego nos enteramos que él se fue a Oxford.

—Lo sé, pero tienes que tener en cuenta mi mala suerte, sumado al factor Murphy, estoy segura de que la vida me detesta tanto que voy a cruzarlo—dije suspirando.

—Bueno, después de tantas experiencias vergonzosas contigo, te creo— animó Bella.

—No es como si a ti te fuera mejor que a mí, ¿tengo que recodarte las veces que tu bocota nos ha metido en problemas?

—No estábamos hablando de mí ¿ok?

—No, pero sí estábamos hablando de que todo lo que queremos hacer empieza mal y termina peor, siempre puede ser peor con nosotras.

—Lo bueno de nuestra mala suerte, es que hemos perdido la vergüenza, y que pocas cosas pueden sorprendernos.

—¿Cómo esa vez que nos quedamos sin combustible justo a 10 cuadras antes de la estación y tuvimos que caminar como estúpidas con un bidón en la mano?— dije recordando esa mañana, fue horrible eran las 5 de la madrugada en pleno invierno.

—¿O esa vez que no quería subir al autobús porque una paloma defecó en mí camiseta y tú te resbalaste en el barro intentando convencerme y al final ninguna se animó a subir?— continuó Bella mientras reía, logrando que ambas terminaramos tentadas.

—Ya sé ¿qué tal esa vez que fuimos a casa de Steff, y cuando quise ir al baño, ella me dijo que no había nadie en su casa pero cuando abrí la puerta del baño estaba su hermano bañándose y de la impresión rompí la perilla de la puerta causando un estruendoso ruido?

—Bien, ya me quedó claro, no tenemos nada de dignidad— respondió ella.

—Exacto, por eso es que ya no tenemos vergüenza, no es un logro que podamos atribuir a nuestra mala suerte— concluí muy seriamente.

Me perdí por un momento en la vista de la ventana del automóvil y me encontré con muchos recuerdos que creí haber dejado atrás.




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