El amor de mi Adolescencia

7. Mal día, pésimo día.

Justin Ayala.

¿No les pasa que están acostumbrados a pasar los recesos escolares con un grupo de personas en específico, y cuando falta alguien de ese grupito no se siente igual? A mí sí, Mara falto a la escuela. Bien no como tal, porque la vi en la mañana;

-Encontrarte a tu ex loca a las 06:40 de la mañana, no es sano, nada sano. Menos sí la ex loca, intento tener una relación con tu mejor amigo y molesta al primo de este. Como decía, no es sano. Se vuelve menos sano si todas las personas anteriormente mencionadas te fueron a dejar a la escuela.

Explicare mejor esto porque incluso para mi es atemorizante y estresante; Nicholas, Matteo y mi hermana Tessandra quisieron traerme a la escuela, porque al parecer el que hable demasiado de una persona es "demasiado intrigante", yo solamente he dicho que Mara es linda y es mi amiga, pero ellos se hacen teorías locas, más Matteo al que le cayó de maravilla Mara y Nico que ahora ya puede platicar con Mara, a pesar de hacerle caras raras durante un par de semanas.

Justamente unas calles antes de llegar a la secundaría, -así es, los malditos me trajeron caminando- nos encontramos muy casualmente a Montserrat Oran, mi ex loca. ¿Todos tenemos un ex loco o loca, no? Pues la mía le gana a todas sus historias por mucho. Se los juro.

Entonces ahora iremos a la misma secundaria, ¿No es maravilloso Justincito? Esa voz chillona es la de Montserrat.

Eh, no, no, no. En realidad no tiene nada de maravilloso.

Le iba a responder, pero una pequeña niña con mochila de Dory, uniforme perfectamente planchado y más largo que he visto y una coleta alta ajustada con flequillo, tomada de la mano de un hombre más alto que yo caminaban hacia nuestra dirección, no a nuestra dirección exactamente, pero sí cerca de donde nosotros estamos, aunque pareciera que Marita no nos ha visto.

Puedo jurar que hay algo mal en Mara, sonara mal pero ella siempre tiene cara de pocos amigos, hoy parece incluso ¿Triste?, me supongo que de la persona que va de la mano es su papá. Se detuvieron en la parada del autobús, mi mirada sigue fija en su espalda, al parecer se está fugando de la escuela. 

Mara es toda una pilla.

El señor volteo y tiene la misma expresión que Mara cuando, cuando, la misma expresión que tiene Mara siempre. Literalmente. Y si una Mara de aproximadamente un metro sesenta, me aterra con esa expresión, un...

¿Cómo me dijo que se llamaba su papá?... Ya sé, se llama Elias.

Un papá de Marita, más alto que yo, con una expresión muy seria y de hielo, es realmente intimidante, añadiendo el hecho de que ya he recibido un golpe de Mara y puedo asegurar que él fue quien le enseñó a golpear, prefiero mantener un perfil bajo con su padre.

Puede que su papá me quiera golpear, pero eso no evita que deje de mirar a su hija. No tengo perdón.

Idiota. Un pellizco en mi brazo me hizo dejar de mirar a Mara. Maldito Matteo.

¿Qué quieres?  No pude evitar decir de mala manera. ¿Cómo se le ocurre sacarme de mi ensoñación?

—Baja los ánimos de perro, Ayala, susurró.  ¿A quién ves?

Me reí entre dientes. Si quieres saber qué es lo que veo, deberás de crecer más, minion.

Me enseñó la lengua, mientras fruncía sus labios. Rodé los ojos. A Mara, Matteo, veo a Mara

Le di un vistazo rápido a Montserrat que ahora habla con mi hermana mientras Nico rueda los ojos constantemente, se parece a Mara.

¿Mara? ¿Dónde está? ¡Quiero verla!

Me hice a un lado, lo suficiente para que Matteo y yo tuviéramos una vista perfecta de la espalda de Mara. 

El milagro ocurrió pubertos y pubertas. 

Mara giro un poco, lo suficiente para poder vernos, en cuanto estuvimos dentro de su campo de visión nos sonrió y saludó con la mano, Matteo rápidamente le devolvió el saludo, levante mi mano mientras le devolvía la sonrisa, a punto de mover mi mano para saludarla, su papá, -o el que supongo es su papá-, volteó a nuestra dirección.

Que miedo.

Si de lejos, cuando solamente llevaba la vista al frente era aterrador, a esta distancia pareciese que el objetivo de su vista soy yo, estoy a un segundo de orinarme en el pantalón.

Baje mi mano lentamente y me di la vuelta, de manera que ahora sí Mara nos sigue viendo, solamente verá mis espalda. Soy precavido, no cobarde o miedoso. Soy precavido.

Matteo me dio un golpe en el brazo. Maldito agresivo.

Marita preciosa, mi mejor amiga, ya se fue. Idiota, ni siquiera la saludaste.

¿Tu mejor amiga?— fruncí el ceño. No escuche que aceptara ser tu mejor amiga

Eres un cobarde y no saludas a mi mejor amiga, por miedo a su guardaespaldas. Se cruzó de brazos y paro delante de mí.



#30049 en Novela romántica
#19064 en Otros
#2853 en Humor

En el texto hay: despedidas, primeramorcomediaromantica

Editado: 05.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.