El amor en espera

Capítulo cuatro

El fuerte pero agradable aroma a café tostado, mezclado con el delicioso olor a pan recién horneado y por supuesto, el inconfundible perfume que desprenden las naranjas al ser exprimidas, son sin duda alguna, lo mejor que las fosas nasales de Melissa han tenido el privilegio de olfatear en años.

Desde hace una semana, todas las mañanas despierta con los más deliciosos aromas invadiendo sus narices y numerosas veces ha tenido qué preguntarse, ¿por qué rayos tardó tanto en volver a casa?

Siendo as 7:30 am. Melissa decide levantarse. Se detiene frente al espejo y nota que ya el radiante sol de Karnes City ha  apagado la palidez qué antes había en su rostro.

En los días que han transcurrido la relación con su hermana no ha mejorado. Melinda le ha aplicado a su hermana pequeña la ley del hielo, y Melissa decidió darle tiempo y no forzar las cosas, aunque muere por charlar con ella. Para olvidar un poco la tensión que existe entre ambas, Melissa va por las tardes ha visitar la tumba de su caballo Columbus, también platicaba mucho Jeremiah y su esposa Rosalía. Sam había cumplido su palabra y había vuelto a visitarla.

Entra al cuarto de baño y se da un relajante baño con agua fría, le encanta sentir el agua fría en las mañanas y se siente más activa y con buen ánimo.

Después de años lejos del campo, había reemplazado todo su guardarropa por prendas nada campestres, por suerte su madre se conservaba muy bien físicamente y su ropa le quedaba a la perfección. A Melissa le agradarian más unos colores oscuros en vez de los colores pasteles que usa su madre, pero eso es mejor qué no tener nada.

Se viste con unos vaqueros ajustados y una camisa en un tono rosa muy llamativo. Cepilla  su cabello hasta ver brillo en el, y como había empezado a hacer en los últimos días, optó por no maquillarse y aplicarse solo un poco de protector solar. Le gustaba el tono de piel que el sol le había proporcionado, no tenía ojeras y sus labios tenían un bonito color rosado. Definitivamente, era evidente qué no estaba bajo agobiante estrés.

Su estómago le reclama por todo el tiempo que se está tardando en bajar a desayunar, así qué deja el cepillo sobre el tocador y sale de la habitación rumbo a la cocina. Mentalmente se recrimina el hecho de que todas las mañanas baja después de que el desayuno está listo y no a prestado su ayuda en una sola ocasión. Decidió que al día siguiente se levantará  más temprano para ayudar a su madre y a Rosa.

Estando ya muy cerca de la cocina escucha la voz de su madre, supuso que hablaba con Rosa, pero pronto supo qué no era así cuándo la escuchó decir "Melinda". Le extrañó mucho que su hermana estuviera en la casa, ya que se iba muy temprano al hogar de ancianos después de ofrecerse  como voluntaria allí.

Morgana continúa la plática con su hija mayor, mientras qué la menor escucha detrás de la pared.

---Sé lo noble qué eres y qué  siempre haces lo correcto. Por eso no comprendo cómo es que todavía sigues con esa actitud hacia tu hermana  ---reclama la mujer a su primogénita.

---Al principio si estaba muy enojada con ella  ---empieza a decir Melinda--- pero eso duró dos días, después quise ir hasta ella y abrazarla pero tuve miedo de que entonces fuara ella quien no me quisiera cerca ---confesó la mayor de las hermanas con tristeza.

Melissa sintió alivio al escuchar a su hermana decir aquello, también comprendió que dudara en acercase pues la actitud de Melissa siempre fue impredecible, pero eso había cambiado, solo qué su hermana no lo sabía.

---Meli, es cierto qué tu hermana era bastante inmadura y rencorosa, pero mira todo lo que ha hecho ella sola. Vivió durante años en una ciudad donde no tenía ningún familiar que la ayudara y aún así salió adelante y se graduó ---afirma la madre con tono dulce---. Creo que eso es suficiente prueba para que confirmes que Mel ya no es una niñita caprichosa e inmadura.

Melinda suelta un suspiro.

---Tienes razón, madre. Ya terminaré con esto ---afirma decida Melinda.

---Me parece maravilloso, ---comenta Moragana, feliz--- ¿Por qué no vas a ver si ya se levantó?

---¿Crees qué sea buena idea? ---pregunta Melinda, dudando de hacer lo que su madre le sugiere.

---¡Claro qué lo es, niña! ---afirma la madre--- hazme caso y ve.

La chica hace caso a su madre y toma camino  a la habitación de su hermana.

Melissa intenta moverse pero sus pies no responden a la orden de su cerebro, quiere regresar a su cuarto para no ser encontrada "in fraganti" escuchando conversaciones ajenas.

Se mueve torpemente en la estancia intentando encontrar un lugar donde ocultarse. Pero ya es demasiado tarde. Melinda está de pie, mirándola

---Supongo qué dada la situación ambas nos ahorraremos explicaciones, tomando en cuenta lo que es obvio ---Melinda está entre nerviosa y a punto de estallar en carcajadas.  La cara de su hermana pequeña está mas colorada que un tomate muy maduro.

---Supongo qué tienes razón  ---dice Melissa, quien pudo hablar después de ver en el rostro de su hermana que no estaba enojada, sino que por el contrario parecía comprensiva.

---Yo en tu lugar también habría escuchado esa conversación ---las hermanas ríeron tras el comentario de la mayor.

---Estuvo mal, no debí hacerlo ---se reprocha Melissa---. Lo bueno es que ahora sé que mi única hermana no me odia.

---Nunca podría hacerlo.

Terminando con la distancia que había, se unen en un cálido abrazo que significa perdón y reconciliación.

---Fue muy difícil para mi qué no quisieras  hablarme ---confiesa Melissa.

---Para mi fue más difícil fingir que no quería hecerlo ---se sincera Melinda---¿Podrás perdonarme?

---Ya está olvidado, hermanita.

Terminan el abrazo y sonríen felices.

---Hay tantas cosas qué tengo qué contarte   ---dice Melinda emocionada.

---Y yo a ti ---responde la menor con igual entusiasmo---. Pero será mientras desayunamos.

---Estoy de acuerdo con eso ---Melinda hace una mueca y pone una mano sobre su vientre.

Morgana sonríe complacida al ver sus dos hijas entrar conversando a la cocina, muy alegres.

---¡Muero de hambre! ---dice Melissa, y agarrando un pan lo muerde ferozmente.

---¡A desayunar! ---grita Melinda siguiendo la corriente a su hermana.

...


---No puedo creer que tengas aquí una semana y qué no has salido en una sola ocasión al pueblo ---le comenta Melinda a su hermana, mientras se mecen cada una en una hamaca en la terraza.

---Si, parece increíble, pero la verdad es que  ahora disfruto más quedarme en casa y leer un buen libro, ver la tele o simplemente acostarme a dormir.

---Nunca pensé que te escucharía decir eso ---dice una sonriente Melinda, sintiéndose  orgullosa de su hermanita.

Melissa rie complacida.

---Ni en mis más locos sueños  imaginé qué diría algo así, pero esa es mi nueva realidad.

---Sin duda papá estaría muy orgulloso de ti, Mel.

La sonrisa se esfuma de su rostro dando paso a tristes y dolorosos recuerdos que a pesar del tiempo seguían en su memoria.

---Pero no es así, no lo está.

--- No puedes asegurar eso. Sabes que en cualquiera lugar que se encuentre nos sigue amando como siempre lo hizo, y sé qué en su rostro se dibujó una enorme sonrisa cuando recibiste tu diploma de graduación.

Las palabras de su hermana conmueven a Melissa hasta el alma y al mismo tiempo le provocan felicidad. Solo de imaginar a su padre riendo.

--- No estés triste, Mel. Nuestro padre vive en cada rincón de está hacienda, con mirar a nuestro alrededor podemos verlo en todo ---afirma Melinda, tratando de subir los ánimos de su hermana---. Por ejemplo, estas hamacas las colgó él en este lugar, ¿lo recuerdas?

Melissa movió la cabeza afirmativamente, sonriendo, con lágrimas recorriendo sus mejillas. Recordaba muy bien aquel día. Ella lo apuraba con palabras para que terminará pronto y que ella pudiera mecerse. Él le respondió que no había motivo para que desesperara, que ya habría mucho tiempo para que disfrutara de su hamaca.

---También vive en las cosas que disfrutaba y qué le gustaba hacer, como ir a los festivales ---dice Melissa insinuando algo a su hermana.

---No tengo muchas ganas de salir, Meli ---responde Melissa, entendiendo a qué se refería su hermana.

---¡Ay, Mel! Será solo un rato. Mi Ben regresa hoy de Houston y pasará por mi para ir juntos, y tienes que ir con nosotros.

Escuchar a su hermana decirle "Mi Ben" al mismo chico que llamaba marciano, papanatas y Benito, no dejaba de resultarle chocante. Cuando durante el desayuno su madre sugirió a Melinda qué <<diera la noticia a su hermana>>, Melissa no esperaba que se tratara de esa noticia. Su hermana estaba saliendo con el que durante todo su niñez y adolescencia fue su mejor amigo y no podía entender como pasaron de aquello, a esto.

---Va a costarme poder asimilar que Ben es mi cuñado y qué, ¿lo quieres?

---No entiendo porqué es tan difícil de asimilar. Y no lo quiero. Lo amo ---afirma Melinda, frente a su hermana que tiene cara de no poder creérselo.

---No quiero que mal intérpretes lo que dije. Me alegra muchísimo que estés feliz, bueno,  que ambos lo estén. Pero debo confesar que llegué a pensar que nuestro querido Ben era pato y nadaba en la laguna.

Melinda estalla en una sonora carcajada por lo dicho por su hermana.

---No eras la única que lo pensaba  ---reconoce la tortolita---. Pero ya ves que no es así.

---¡Tú y Ben enamorados! ---exclama Melissa como si recién se acabara de enterar---. Puedo morir, ya he visto todo en esta vida.

---¡Claro qué no, hermanita! ---exclama Melinda---. Aún te falta lo mejor. Sentir en tu propia piel lo que es estar enamorado.

---Ya no me gusta el rumbo de esta charla ---dice la menor de las hermanas, levantándose de su hamaca y marchandose del lugar---. Iré a ver si la marrana puso.

---¡Ya tendremos oportunidad de hablar sobre eso! ---le grita su hermana mayor---. ¡No podrás huir de mi, pequeña Mel!


●●●

Ben llegó a la hacienda próximas las cinco de la tarde.Tardaron dos horas en marcharse después de su llegada. Rosalía preparó un pastel de tres leches y todos disfrutaron comiendo una porción en la terraza. La querida empleada tuvo que salir temprano a una cita con el médico, recientemente había comenzado a tomar píldoras para el corazón y frecuentemente debía asistir a citas médicas. Cuando esto sucede Melinda suspende su asistencia al hogar de ancianos, para quedarse en casa ayudando a su madre con los quehaceres domésticos. Fue por ello que al bajar a desayunar Melissa se encontró con la presencia de su hermana, lo cual después de todo, dió paso a su reconciliación. 

Mientras Benjamín conversa jovial con Morgana, sus hijas se preparan en el piso de arriba. Una con mucho interés en resaltar sus atributos de una forma discreta, no queriendo parecer una mujer de burdel. Mientras que la otra solo se asegura de estar vestida, no tiene mucho interés en salir y no tiene a nadie a quien querer impresionar. 

---Meli ---Melissa golpea en la puerta de la habitación de su hermana cuando ya ha terminado de arreglarse. 

---Pasa ---responde desde adentro. 

---¡Oye! Me encantan esos jeans ---comenta la menor tan pronto se adentra en la recámara de su hermana.

Melinda acertó al elegir unos pantalones ajustados que hacen ver su cintura más pequeña de lo que ya es, además una blusa con lazos que ató a la altura de su ombligo.

---A mi también ---Melinda da los últimos toques al ligero maquillaje que decidió ponerse y gira hacia su hermana buscando aprobación en como luce.

Melissa la observa no entendiendo lo que su hermana quiere decirle con la mirada.

---¿Qué te parece? 

---Estás hermosa, no necesitas que te lo diga ---afirma Melissa viendo a su hermana a los ojos.

---Sabes que nunca fui muy femenina y me da miedo que intentando parecer una chica linda resulte ser el hazme reír de todo el pueblo ---habla Melinda con timidez.

---Nada de eso ---Melissa mueve sus manos al aire restandole importancia a los temores de su hermana---. Luces preciosa y no hay motivos para que tengas inseguridades. 

---Gracias, hermanita ---agradece Melinda a su hermana y le lanza un beso.

---Esos reservalos para ya sabes quien.

Melinda se sonroja y ríe. 

---Para él tengo muchos más ---responde con picardía y su hermana pequeña hace una mueca. 

Melinda ríe con más entusiasmo por el gesto de Melissa. Toma un pequeño bolso y salen de la habitación. 

Al llegar donde se encontraban la madre de las chicas y el novio de la mayor de ellas, este no disimuló la impresión que le provocó su amada y Melinda supo que había hecho un buen trabajo. 

---Chicas, ¿será que Lucas, el sobrino de Jeramiah puede ir con ustedes? ---dice Morgana dirigiéndose a sus hijas---. El chico no sale de la hacienda y es apenas un muchacho.

---Por mi, no hay inconveniente ---dice Melinda.

---Por mi está bien ---respalda Melissa. 

---Pues, no se diga más ---culmina Ben, y poniéndose de pie se despide de su suegra, recibiendo de ella igual afecto. 

---Iré a llamarlo ---Morgana va en busca del joven obrero, las chicas y Ben lo esperan en el auto de este último. 

---¿Debería llevar el auto de mamá? ---les pregunta Melissa a sus dos acompañantes. 

---No es necesario, aquí iremos cómodos ---responde el joven. 

---Necesito saber si no habrán momentos incómodos para mi, ya saben, besos y esas cosas.

---Entonces sí deberías de ir en el auto de tu madre ---dice Ben con picardía, abrazando a Melinda por la cintura. 

---Esto será más difícil de lo que creí ---dice Melissa pasando una mano por su rostro.

La pareja estalla en carcajadas.

---¿Cuántos años crees que tenemos? ¿Dieciséis? ---dice Melinda aún riendo---. Somos adultos, por Dios.




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