El amor en los tiempos del internet

Capítulo 4: La noticia

Al día siguiente, tanto mi madre como yo éramos zombies en el auto camino al colegio y al trabajo. Pero lo logramos, cumplimos con nuestras obligaciones como buenos ciudadanos. Ella, a pesar de haberse quedado hasta tarde con su novio Darío, y yo, a pesar de haberme quedado hablando hasta tarde con Guadalupe. Claro que mi madre no sabía sobre eso último, y tuve que disimular mi cansancio.

En la primera hora del colegio, nos tomaron la evaluación del libro que había leído en casa de mi padre, por suerte lo recordaba todo muy bien. Salí muy seguro de ese examen, sabría que obtendría una calificación alta.

La siguiente hora tuvimos hora libre y nos permitieron ir a la sala de informática. Lo primero que solía hacer cuando esto sucedía era comenzar a jugar juegos en LAN con mis compañeros del curso, pero extrañamente eso no fue lo que hice apenas entré, sino que me conecté a facebook.

La maga había estado en mi mente desde que me desperté, probablemente porque había sido lo último que había hecho antes de acostarme. Pensaba entrar solo un momento para saludarla.

—¡Buenos días! –le escribí y me sentí tonto apenas mandé el mensaje. ¿Por qué la había saludado? ¡Además, ella tenía tres horas menos! Probablemente ni siquiera estaba despierta a esta hora.

—¿Quién es? –Me asustó Bruno, interrumpiendo mis pensamientos y apareciendo por detrás mío–. Ay, perdón –se disculpó al notar mi sorpresa–, venía a decirte que te unieras a la partida, pero ¿quién es ella?

Bruno era uno de mis dos mejores amigos, tenía el cabello negro, siempre despeinado y unos ojos marrones que siempre parecía que tenían una actitud juguetona y traviesa. En el Magnus, él era el arquero Légolas.

—Es la maga con la que jugamos ayer –le confesé.

—¡Ah! –exclamó Bruno, mirándome con picardía–. Y a vos sí te pasó su facebook, entonces era verdad que era mujer, a ver.

Tomó el mouse para agrandar su foto de perfil e ir cambiándola hasta que apareciera alguna de su cara. La primera que apareció fue su foto del restaurante.

–Oh, está buena– comentó, y eso me molestó–. Pero no podemos asegurar que sea mujer con solo su cara, pedile la próxima una foto en ropa interior. –Se rió, pero yo no, quizá no había sido buena idea presentarle la maga al pervertido de Bruno.

—Bueno, ahora me conecto al juego –le respondí, cambiándole de tema, cerrando facebook y entrando al videojuego de disparos que siempre jugábamos entre todos.

***

A la tarde, cuando volví a mi casa, encendí mi computadora para conectarme a facebook nuevamente, ¡tenía mensajes de Guadalupe Herrera! Me apresuré a abrir la casilla de los mensajes.

—Buen día para ti también, curanderito argentino. –Me había escrito hacía varias horas, a la mañana. Sonreí involuntariamente–. Hoy tengo un largo día en el colegio, no podré jugar. –Y me había adjuntado un emoji enojado.

—Qué lástima, yo recién llego a mi casa –le respondí–, ¡suerte en tu colegio!

Y estaba por cerrar la red social y ponerme a jugar algún juego cuando:

—¡Hola! –Me escribió casi de inmediato, por lo que me sorprendí, pensé que estaría en su escuela.

—¡Oh, ahí estás! Estaba por jugar a algo, ¿jugamos?

—No puedo –me respondió, seguido de una carita triste–, estoy en el colegio, pero qué suerte que me traje mi computadora, puedo charlar, si tú quieres. En verdad no estamos haciendo mucho, pero si me ven jugando van a retarme. –Se rió–. ¿Te interesa ayudarme con mi informe de inglés?

—Claro, ¿sobre qué es? –le pregunté, la verdad era que no tenía nada mejor que hacer en ese momento.

Me pasó su informe, era sobre las mascotas y sus cuidados. La ayudé a buscar información en internet, no entendí por qué pero me lo tomé muy en serio, como si fuera una tarea propia. Nunca había ayudado tanto a alguien a hacer sus deberes. De hecho, nunca había ayudado a nadie.

Le hice algunas recomendaciones más y estuvimos charlando bastante tiempo, sobre un montón de cosas. Comenzamos hablando sobre las mascotas, ella piensa que solo los perros y los gatos deberían considerarse como tales, los otros no disfrutan del cautiverio y estarían mejor en su hábitat natural.

Luego, hablamos de la caza indiscriminada de animales y de que el maltrato animal debería terminar. También, entre medio de la charla, me contó que ella no tenía mascotas, pero que había tenido una perra de raza cocker spaniel, a la cual amaba con todo su corazón más a que a ningún otro ser en la tierra hasta que murió de viejita. Me pasó algunas fotos en las que ella salía jugando, o abrazando, o recibiendo besos de su linda mascota marrón.

Yo, por supuesto, le conté de mi gato Beto y le envié también algunas fotografías. Pero de pronto, en medio de la charla, simplemente dejó de responderme.




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