El amor en tiempos de cuarentena

Tutorial-Emocional

—Bruno.

Lo primero que registró es que había una mano en su hombro.

Bruno abrió un ojo, luego el otro. Le tomó un momento acostumbrar su vista a la luz tenue de la habitación, una parte proveniente del velador y la otra de las hendijas de la persiana. A pesar de que seguía relativamente oscuro afuera, se podía escuchar a las primeras aves cantar, y las gotas de la lluvia del día anterior cayendo al suelo desde los tejados. Fran lo miraba con preocupación desde su cama.

Se sentó en el colchón para ponerse los anteojos y suspiró.

—¿Qué hora es?

—Las cuatro y media, casi—Fran también se sentó derecho—Estabas tratando de decir algo mientras dormías. Fue una pesadilla, ¿no? Bah, por tu cara no parecía un sueño muy placentero.

—¿Te desperté?—respondió a modo de pregunta, y cuando Fran  sólo asintió como respuesta, elaboró—Sí, una especie de pesadilla. Bastante real.

En la mesita de luz había un par de vasos de agua que habían preparado antes de irse a dormir, por si a alguno le agarraba sed en el medio de la noche. Bruno tomó un sorbo y lo depositó de vuelta en su lugar.

—¿Querés hablar? Del sueño, digo.

Bruno negó con la cabeza.

—¿Vas a poder dormir?

Soltó una risa seca. Y después, se hizo silencio.

Fran bajó al colchón de su amigo lentamente, tanteando el terreno, queriendo apoyarlo sin abrumarlo. Se acercó despacito y mantuvo los brazos abiertos, como una invitación que Bruno podía tomar si quería. Bruno, resignado y sin moverse de su lugar, le contó la historia, desde el principio hasta el presente. A Fran le asombraba la capacidad que tenía el otro para mantener su rostro serio y sin emociones, incluso cuando contaba cosas que le generaban dolor. Era como un volcán que siempre estaba al borde de la erupción pero jamás derramaba una gota de lava.

—Lo peor es que tiene razón—Bruno sonrió, pero no parecía estar para nada contento—Todo lo que dijo, es verdad. Siempre tuvo razón. Yo lo arruiné todo.

Fran torció la cabeza como un cachorro confundido.

—Bueno, tampoco todo—intentó razonar—Él también te dio un beso en el medio de una fiesta llena de gente sin hablar nada antes, tiene sentido tu reacción. Creo.

Bruno negó con la cabeza.

—Pero fui yo, al final, el que estuvo peor—miró hacía sus manos, cuyos dedos jugaban nerviosamente sobre su regazo—Vos no me conociste antes, y no sabés como soy, pero a veces trato mal a los demás y digo cosas que no pienso en realidad para no arriesgarme a mí mismo y lo que siento, y no sólo me termino lastimando a mí así, sino también a otros. Pero no lo puedo evitar, por más que lo sepa—metió la cabeza entre sus brazos y llevó las rodillas hacia su pecho—Porque la verdad es que soy un desastre.

En ese momento, Fran no dudó en abrazarlo, le parecía obvio que era lo mínimo que debía hacer. Y es curioso, como las reacciones más inesperadas a menudo surgen de las acciones más predecibles. Porque fue ahí, que el volcán comenzó la erupción. Ni bien sus brazos lo envolvieron, Bruno se rompió.

Fran no sabía muy bien qué hacer, jamás había sido el mejor para consolar a los demás en su grupo de amigos; esa tarea en general le pertenecía a Lautaro o a Lucas. Pero, escuchar los pequeños sollozos de Bruno en su hombro le generaba una sensación dolorosa en el pecho, y haría lo que fuera por hacerla desaparecer.

—Bruno, no sos un desastre, y no importa cómo hayas sido antes. Ya sé que no nos conocemos hace tanto, pero no importa… O sea, aprendiste de tu error, ¿no?—intentó frotar círculos en su espalda con la palma de la mano, esperando que sus palabras tuviesen algún sentido—No digo que hayas estado increíble, pero estabas en una posición difícil y, bueno, hiciste lo que te salió, ¿qué se le va a hacer? Ya pasó.

Quizás sonaba insensible, pero realmente estaba intentando ayudar.

—La gente comete errores, nadie es perfecto—intentó decir, por más que estaba seguro de que Bruno ya había escuchado esa frase. De repente, se le ocurrió algo que quizás podría ayudar y que probablemente sería un concepto inesperado para él—¿Te cuento algo que dice mi abuela? Es medio raro, y a veces pienso que no tiene sentido, pero está bueno para pensar.

Bruno se separó un poco para poder escucharlo. Tenía los ojos rojos y llenos de lágrimas, pero parecía un poquito más estable después de haber sacado algo de lo que le pasaba de lo profundo a la superficie.

—Dice así: lo perfecto y lo eterno son conceptos mutuamente exclusivos. O sea que no se puede mantener algo perfecto en el tiempo, y algo que se mantiene en el tiempo no puede ser perfecto, porque el tiempo genera cambios, y si algo es perfecto, un cambio lo volvería imperfecto—se encogió de hombros cuando Bruno torció la cabeza y levantó una ceja—No sé, preguntale a mi abuela de donde salió.

Bruno suspiró con una sonrisa un poco más honesta que las anteriores y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.

—A lo que voy es que, no hace falta que seas perfecto, o que siempre tomes la decisión correcta, porque es imposible, así que no te condenes por el resto de tu vida cada vez que hacés algo mal—Fran hizo una nota mental de agradecerle a su abuela por repetirle esa frase desde que era chiquito, porque al final le había servido—Aparte, aprovechá a equivocarte ahora que somos adolescentes. Nadie espera que hagamos las cosas bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.