¡el amor es una mierda!

Capítulo 17 Visitas inesperadas.

Sólo puedo ver como las manecillas del reloj se mueven lentamente, deseo que el tiempo transcurra más rápido, deseo poder saber en qué está pensando ahora, donde esta, con quien está. No puedo dejar de pensar en la última vez que lo vi, aquellas palabras, su mirada. No puedo evitar estar preocupada por él. ¿Dónde está? Porque no contesta mis llamadas o responde mis mensajes.

Hablé con Erick dos días después y le pregunté dónde estaba Ian y él solo me respondió que se encuentra de viaje, después de decirme eso se marchó. Annie tampoco sabe mucho y si sabe no me quiere decir. La incertidumbre de no saber que está pasando no me deja dormir. Golpeó con fuerza el mueble blanco de mi apartamento, lo golpeó varias veces hasta que el timbre suena, me levanto de prisa y corro abrir la puerta. Es David, él me sonríe y ve la desilusión en mi mirada. Me hago a un lado y lo dejo entrar.

—A mí tampoco me alegra tanto verte —me dice mientras me saca la lengua y se sienta en el sillón blanco.

Cierro la puerta y vuelvo a mirar el reloj. Son las dos de la tarde de un hermoso sábado soleado. Hace exactamente dos semanas que no he visto a Ian. Camino hasta el sillón y me siento. Hace dos horas le mandé un mensaje a Ian preguntándole si podía venir, no recibí respuesta alguna, pero guardaba la esperanza que viniera.

—Emma si vas a estar con esa cara de amargada mejor me hubiera quedado conversando con el gato del vecino.

No puedo evitar volver a mirar el reloj.

—¿Qué pasa? —me pregunta David— Pensé que era lo que querías, él está lejos de ti. ¿Por qué no estás feliz?

Estoy segura que diga lo que diga, David me terminará diciendo te lo dije con esa expresión suya llena de falsa modestia.

—No puedo dejar de pensar en la última vez que lo vi. En lo que me dijo, todo fue tan raro. Estoy preocupada.

Me arrepiento de no haberle preguntado que le pasaba, sabía que algo no estaba bien y no dije nada. Que estúpida fui.

—Y ahora parece que la tierra se lo hubiera tragado. Ayer pasé cuatro horas con Sophie de compras para tratar de averiguar si sabía dónde estaba y la muy desgraciada esperó a terminar de comprar para decirme que no sabía nada.

David se ríe.

—Comprar es divertido.

Niego con la cabeza.

—No lo es si yo tengo que cargar las mil bolsas de compras. En serio no entiendo como Sophie tiene tanta energía a la hora de comprar, perdí la cuenta de a cuantos centros comerciales fuimos y cuantas tiendas visitamos.

Recuesto mi cabeza en el mueble y miro las hermosas lámparas de cristal con pequeños diseños plateados. Todo el apartamento es de color blanco con pequeños adornos plateados, la cocina es blanca con filos rojos y obviamente mi habitación es blanca con pequeñas líneas color lila. Tengo que reconocer que Sophie hizo un buen trabajo al escoger este apartamento. En la sala hay un ventanal con un pequeño balcón, ahora las ventanas hacia el balcón están abiertas e iluminan magníficamente la sala.

El timbre suena y no puedo evitar sonreír mientras me paro y corro abrir la puerta. Mi sonrisa se congela cuando veo que es Annie.

—Veo que no soy a quien esperabas. ¿Decepcionada? —me dice.

Yo me apresuro a decirle que no y la dejo pasar. Annie saluda con mucho entusiasmo a David, es obvio que se llevan bien a pesar que se han visto pocas veces.

—¿Cómo estás? —le pregunto a Annie— ¿Quieres algo de tomar?

Ella me dice que no y deja su hermoso bolso amarillo sobre el sillón individual en el que está sentada.

—¿Cómo se conocieron? —me pregunta Annie, su pregunta me toma por sorpresa asumo que ella ve la confusión en mi rostro porque agrega—. Tú y David.

Miro a David y sonrió.

—En el colegio, ella me defendió —dice David mientras me señala con su cabeza—. Unos chicos idiotas me molestaban por ser gay y Emma se dio cuenta, se acercó hasta nosotros y les dijo a esos idiotas que si me seguían molestando se las verían con ella.

—¿Y te dejaron de molestar? —pregunta Annie.

—No, pero lo hicieron cuando Emma les rompió el palo de la escoba en sus cabezas.

No puedo evitar reír ante el recuerdo, Annie también se ríe.

—Pero no estás aquí pasa saber cómo nos conocimos —le digo a Annie. Conociéndola como la conozco, sé que tiene una razón para estar aquí.

Ella me sonríe y me dice que sí.

—Estoy aquí para decirte algo —veo como busca en su cabeza las palabras correctas—. Eleanor está aquí.

Eleanor la ex prometida de Ian. Eleanor la mujer que Ian amaba. ¿Él está con ella?

—Ian no lo sabe, no está aquí, él en serio está de viaje de negocios. Pero me enteré que ella lo está buscando.

No puedo evitar sentirme más tranquila al saber que él no sabe sobre ella.

—Dios, esto es mejor que la telenovela turca —murmura David mientras se inclina levemente para escuchar mejor a Annie—. Sigue querida, esto está muy interesante.

Miro a David, pero él está muy concentrado en Annie que no se da cuenta que lo estoy mirando.

—También me enteré que se está divorciando, pero a ella solo le interesa el dinero, si busca a Ian es por eso, por su dinero.

No entiendo como Annie siempre se entera de todo. Es un extraño don que tiene para el espionaje.

—¿Qué esperas que yo haga? —le pregunto— Ian y yo no tenemos nada—pero entonces recuerdo aquella forma en que me miró hace dos semanas afuera de la discoteca, recuerdo aquel hombre—¿Cuándo volvió Eleanor?

Annie presiente algo con mi pregunta y su rostro se frunce levemente mientras me responde.

—Hace una semana. ¿Por qué?

Dudo un momento si decirle o no y al final decido contarle que paso cuando salí de la discoteca y como estaba Ian, lo que me dijo y como se fue.

—No me di cuenta de eso —murmura Annie— ¿Estaba discutiendo con alguien? ¿Cómo era?

Trató de recordar al hombre.

—Alto, casi de la misma estatura que Ian, robusto y calvo, tenía un extraño tatuaje en su nuca y una cicatriz en su ceja.




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