El amor no conoce de géneros

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A mis 29 años tengo una exitosa carrera de abogada, una prometida demasiado guapa —A este punto, ya no es un problema que sea lesbiana, y si lo hay... el problema es tuyo—
Una familia unida y amigos —pocos— pero los necesarios e importantes.

Sin embargo sigo teniendo esa sensación de vacío dentro de mi. Como si faltara una pieza en mi rompecabezas. Es algo cliché, lo sé, pero es lo que siento.

———————

En la oficina estamos necesitando un asistente, por lo cual hemos realizado varias entrevistas. Debo confesar que soy muy exigente y perfeccionista. Este es un factor para que cada vez busque nuevo personal, no saben ajustarse a mi ritmo de trabajo y el que no sabe, no me sirve, así de fácil.

Me sentía cansada, tantos entrevistados y ninguno es lo que estoy buscando. Creo que por hoy me daré por vencida.

—Rebecca, solo queda una joven, ¿La hago pasar?— preguntaba Laura, socia y mejor amiga.

Terminamos nuestra carrera y no quisimos ser empleadas de alguien mas, así que entre las dos abrimos nuestro bufete de abogados y con trabajo sacrificado hemos logrado posicionarlo, como uno de los mejores del país.

—Muero de cansancio, pero ya que esta aquí, hazla pasar.— Bajé mi mirada para leer la carpeta del último entrevistado.

Sara Bowen, 22 años, egresada de abogacía.

¿Qué? ¡Es una muchacha apenas!, tendré que despacharla rápidamente, pensé.

Tocaron la puerta y le pedí que pasara. Mientras tanto seguía revisando su información.

Sentí que abrió la puerta y saludó.

Solo en ese momento alce mi mirada, pero no pude emitir palabra.
No sé que me pasó, quedé cautivada con aquella chica. No lo entendía, estoy comprometida y no he tenido ojos para nadie mas.

Pero había algo en ella...

Era alta, con un cuerpo simétrico—podría ser reina de belleza— ojos azules como el cielo, y cabello negro azabache. Su atractivo es muy notorio.

—Toma asiento, por favor.— por fin, había salido de mi trance.

—Gracias

—Y dime ¿qué te trae aquí?— gran pregunta que hice. No sería a vender limones.

Vi una pequeña sonrisa querer asomar en sus labios, pero la evitó.

—A la entrevista de trabajo señora. Sé que no tengo experiencia, pero mis ganas de aprender y ser de ayuda para Ud. son muchas. Aprendo rápido y no tendrá quejas de mi se lo aseguro.

Vaya, es una chica que sabe lo que quiere, muy decidida y su forma de hablar es segura. Tiene potencial. 
Y si resulta ser una inepta, no me temblará la mano en echarla a patadas.

Voy a ponerla a prueba.

—Por tu experiencia, no tienes posibilidad. — bajó su mirada— pero eres muy segura y frontal; es lo que busco en mis empleados. Gente segura, decidida, que sepa lo que quiere...
Bien, vas a estar a prueba por este mes, y si todo resulta a tu favor, tienes asegurado el puesto y si no, la calle te espera. 
Sonreí

Mi sinceridad es abrumadora a veces.

La vi sonreír con algo de incomodidad—hermosa sonrisa, por cierto— y se levantó rápidamente.

—Le aseguro que no se va arrepentir— Me ofreció su mano y yo la estreche. Son muy suaves y tibias.

¡Demonios! ¡¿Qué me pasa?!

—Eso espero, ahora ve a recursos humanos, ella te hablará referente al contrato.

Salió de mi oficina y caí nuevamente al sillón, no sé que fue todo eso.

—¿Le diste el puesto a ese bombonazo?— preguntaba la entrometida.

—Laura, ¿no sabes tocar la puerta?

—No me cambies de tema y dime.

—Si, se lo di.

—Pero no tiene nada de experiencia, no lo entiendo.—Me miraba con asombro, sabia que esa no era mi forma de actuar.

—Es una chica con deseos de superación, sé que va acoplarse bien en la empresa, así de simple.

—Ojala... se quiera acoplar conmigo.— mencionaba mientras se mordía su dedo índice.

—De ninguna manera, aquella chica no es para una noche. Cambia mujer, ya madura.—Respondí algo tosca.

—No jodas, señora podrida digo madura. Déjame ser feliz a mi manera. Creo que te impactó mucho aquel bombón.

—Para nada, es la impresión que me dio—Respondí con seriedad.— Ser feliz, ¿radica en acostarte con una chica cada noche?.

—Eso es un complemento de mi felicidad. El sexo se hizo para disfrutar, mientras mas coges, alargas mas tu vida.

—Tú, entonces seras inmortal — contesté riendo.

—Estoy trabajando mucho para lograrlo.— respondía entre risas, mientras levantaba su brazo en signo de fuerza.

—Se nota.

—Te dejo, amargada. Seguiré revisando unos casos.

Y así se fue, dejándome sola, pensando en aquella chica de ojos azules color cielo.

Ojala no me traiga problemas, porque no tendré piedad con ella... Ni yo me la creo.

Sí les gustaría tener esta historia en físico la pueden encontrar disponible en Amazon.

 



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En el texto hay: romance, lesbico romantico, lgbt+

Editado: 06.11.2022

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