El Amuleto Del Cazador

CAPÍTULO 11: LA BATALLA DE LOS DIOSES

La mirada entre los hermanos se intensificó, ella lo despreciaba desde siempre y el solo ha tratado de defender lo suyo, pero aun así no ha sido suficiente.

―Gliese, no hagas esto sabes que no quiero matarte ―le dijo Lupus.

―Sabes siempre te quise muerto Lupus ―dijo Gliese.

‹‹Nuestros padres siempre me pusieron de lado y tú eras el preferido, me cansé de eso y por eso decidí traicionarte, sabes que mal que no pudiste vivir una vida al lado de tu amada, creo que tu esposa y tu hija estarían feliz de eso, yo si soy una diosa de verdad, yo le cumplí a Tack no como tú, dios egocéntrico y egoísta. Así que terminemos de esto de una vez, ya que una horda de demonios se acerca y debo acabar con ellos como lo hare con ustedes››

―Recuerda, no es el amuleto quien primero da el poder, para que funcione el espíritu debe ser compatible ―me dijo Lupus.

― ¿Para qué me dices eso?

―Escucha yo te elegí, no me defraudes Ajax.

El abrumador viento llenaba mis pulmones, la tensión se incrementaba cada vez más y no sabía qué hacer, todo lo que quería era paz, pero una vez alguien dijo que entre el cielo y el infierno los humanos son los instrumentos, los dioses nunca tendrían empatía con nosotros y de hecho ellos nos envidian porque nosotros vivimos una vida corta y fugaz con todas las emociones nevando en invierno, mientras que ellos tienen una eternidad melancólica y triste entre las estrellas.

‹‹Divago en mi propia mente››

―Ajax, has servido bien a tu dios ―esbozó una sonrisa Lupus.

―Ahora acabemos con esto de una vez ―le dije, sonriendo.

Como la danza de la lluvia y el sonido de la nada, corrí tan rápido hacia Tack y Lupus hacia su hermana loca, un mortal y un dios, valla quien diría no, una batalla que merece ser escrita por todos y leída por toda la historia, pero yo no busco inmortalidad en las páginas, busco la gloria de mi pueblo, la tribu lobo génica y así comienza el final de esta historia.

―Welno, escapa con Minerva aquí ya no es seguro ―le grité.

Se montaron ellos dos en los lobos, salieron tan rápido de la cueva del lobo, Gliese peleaba con todo contra su hermano Lupus, y yo arremetía con todas mis fuerzas a Tack Maltan.

―Ajax piensa bien lo que haces hijo ―me dijo Tack.

―No soy tu hijo.

Mi espada le perforó el pecho, dio un suspiro de libertad.

―Ajax, tú tienes el espíritu de un dios ―me dijo Tack mientras su voz se quebraba y perdía fuerzas.

―Ajax corre ―me gritó Minerva desde lejos.

Mientras salía de aquel lugar, solo los chasquidos, destellos y golpes que perforaban las paredes podía divisar de la batalla de Lupus y su hermana. Hasta que sentí en mi cuerpo un dolor, era una espada que entraba desde mi espalda hasta salir a mi pecho, me arrodillé porque mi cuerpo no soportaba el dolor y estaba perdiendo mucha sangre, mis amigos me miraban desde lejos, welno detenía a minerva para que no viniera hacia donde mí.

Hasta que las paredes y la entrada se derrumbaron, la salida se había estancado, un susurro navega en el aire hacia mis oídos.

―Ves elegiste el bando equivocado ―me dijo mientras arrojaba una cabeza, si era la cabeza de Lupus.

Ahora todo está perdido, ya no hay un dios y ya no hay nada, he defraudado a mi pueblo.

―Sabes antes de morir mi hermano me dijo que tú eras el elegido ―se rio―. Como pudo pensar eso de un mortal.

―Aunque todo este perdido ya, nunca me rendiré.

‹‹No son los instrumentos que nos dan fuerzas, es nuestro espíritu, no son los dioses que nos dan paz somos nosotros mismo, somos creadores››

―Pero con que me vas a matar con tus palabras ―me dijo Gliese.

―No, con esto ―le dije mientras sostenía el amuleto de Lupus en mi mano derecha, se le había caído a la diosa Gliese cuando arrojó la cabeza de Lupus.

― ¡Espera no! ―me dijo con una voz de preocupación.

Coloqué el amuleto en mi pecho, este se trasmutaba con mi piel haciendo líneas negras en formas de círculos en el centro, una luz destellaba de ellos, mi piel se comenzaba a llenar de pelos gruesos como de hierros, salían garras de mis uñas y mis ojos se oscurecían, comencé a aumentar mi tamaño hasta llegar a tres metros, me había convertido en el nuevo dios de los lobos.

―No es posible, que pasó, como es que ―se preguntaba Gliese.

―Llevo sangre del dios Lupus, mi espíritu es puro y tu estas en mi camino ―le dije con una voz gruesa.

Algunas personas se preguntan ¿qué se siente ser dios? Ahora podría decirles que no se siente nada solo es inmortalidad y fuerza, puedo escuchar todos los pasos de los lobos y los pensamientos de mi tribu, también puedo ver en la oscuridad y a través de los cuerpos, mis ojos son tan agudos que puedo ver batallas de hormigas a distancias de mí, hasta bacterias que navegan tranquilas en el aire. Puedo sentir los latidos de Minerva, y también sus lágrimas que se derraman, ellos ahora mismo están bajando con prisa de la montaña del lobo, creen que morí.

―Cómo es que tú te convertiste en eso ―me dijo mientras se caía al suelo del miedo que le daba mi presencia.



#6637 en Fantasía

En el texto hay: demonios, elfos, hombrelobo

Editado: 24.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.