Trabajo. Esa cosa horrible que tenemos que hacer si queremos vivir de una forma digna, un poco injusta, pero digna después de todo.
Ahora es cuando yo solita me reprocho sobre alguna vez haber deseado crecer tan apresuradamente, querer independizar mi vida y dejar el nido.
El recuerdo de como mi papá me llevaba todos los días a la escuela invade mi mente, de como esa loca que llamo mejor amiga llegaba todas las mañanas armando un gran alboroto por toda la casa de mis padres, despertando primero a mi hermano y a mis padres mientras caminaba por el pasillo hasta llegar a mi habitación y saltar encima de mi con ese animo mañanero que jamas entendí.
Ahora ya no tengo eso. En su lugar tengo el sonido estresante de mi despertador indicando que un nuevo lunes ha llegado y que debo llegar a la oficina porque hoy hay una junta importante en la que debo estar.
Me levanto perezosamente y camino fuera de mi habitación.
El olor a comida invade mis fosas nasales cuando entro a la cocina y me encuentro con mi mejor amiga frente a la estufa haciendo no se que de desayunar.
Lau aun conservaba la manía de tener un excelente humor durante cada mañana de cada día, perecía que nada podía hacer cambiar eso, todo el día la veías sonriente y alegre como si su vida no estuviera llena de problemas.
—Buenos días.
—Buenos días —ella se gira en mi dirección y me dedica una mirada divertida —. Estuve a punto de decirte Bella durmiente, pero con esos pelos y la baba seca por tu mejilla pareces todo lo opuesto.
—Gracias, tu también luces excelente.
El sarcasmo era algo que tenia en las venas.
—Voy a ducharme, Artemis acaba de decirme que la junta se adelanto para las once y media —digo viendo el mensaje en la pantalla de mi celular y terminando el ultimo bocado del desayuno que preparo mi amiga.
—Odio cuando cambia la hora de cualquier cosa —Lau se levanta y se dirige a su habitación.
Hoy iba a ser un día muy importante para mi y estaba mas nerviosa de lo que había querido admitir. Todo mi esfuerzo estaba dando los frutos esperados; solo esperaba no cometer ningún error durante la cosecha.
Mi futuro medio dependía de la junta de hoy y de inversionistas muy importantes y no solo en nuestro país, sino del mundo entero.
—Tienes que relajarte Barbs, me estas poniendo nerviosa también a mi —Laura tenia puesta la mirada en la carretera.
Usualmente yo era quien conducía para ir a la oficina, pero esta vez Lau no me había dejado con la excusa de que estaba muy nerviosa y podría matarnos en cualquier momento en un ataque de nervios.
—Estoy relajada.
Ni siquiera yo me lo creía y mi habilidad para mentir era muy buena, a las únicas personas que no podía mentirles era a Lau o a mis padres y no por que yo sola me delatará o algo, era que ellos me conocían bien, muy bien, quizás mas de lo que a mi me gustaría.
—Ajá y yo odio los lunes ¿no? —respondió sarcástica.
Ella amaba los lunes.
Dejo salir un largo suspiro —Es solo que no quiero saber que pasara si fallo. He luchado cada día de mi vida por esto, no hay lugar para los errores.
—Hey, tranquila. No hay manera de que tu fracases en esto, tu misma acabas de decirlo: cada día de tu vida has luchado por esto —ella quita una de sus mano del volante y toma una de las mías —. Se que lo harás bien y desde mañana serás mi nueva jefa.
Le dedique una sonrisa torcida.
—Seré la mejor jefa que jamas hayas tenido.
—¡Así se habla!
Lau suelta el volante por completo provocando que el auto de movimientos bruscos y los pitidos por parte de los demás conductores.
—¡Laura!
—Tranquila, tengo todo bajo control —le resta importancia y sigue manejando como si nada.
—Y según yo era la que iba a asesinarnos al manejar.
Inspecciono de nuevo mi atuendo en el gran espejo que remplaza una de las paredes del elevador mientras Lau presiona el botón numero veintisiete de este.
Ella y yo trabajamos en un lugar grande y bastante conocido, era un edificio de treinta pisos y increíblemente, esta era una de las sucursales mas pequeñas de toda la compañía.
Las puertas del elevador se abren y dejan a la vista el largo pasillo que da a una de las salas de juntas.
—¿Lista?
Asiento y abro la puerta.
El único que esta ahí es Artemis; mi jefe y dueño de todo este imperio.
—Buenos días —canturrea Lau y me empuja a un lado cuando ve que me quedo plantada en el marco de la puerta.
—Hola Lau.
Él chico de tan solo tres años mayor que yo despega su vista del ordenador y nos dedica una sonrisa amable.
—Bárbara.
—Artemis.
—Voy por unas donas —Lau sale de la sala.
Artemis señala con la cabeza la silla frente a él invitándome a tomar asiento.
—Imagino que debes estar ansiosa por esto ¿no?
—¿Cómo no estarlo?
Él suelta una risita.
Artemis y yo siempre hemos mantenido una relación bastante fraternal, podíamos hablar de casi cualquier tema y siempre hemos estado ahí el uno para el otro.
—Bien, mi futura presidenta, hoy es tu día.
Sonrió y seguido de que él y yo tomáramos asiento en nuestras respectivas sillas, varias personas en traje entraron lentamente a la sala. Unos momentos después mi amiga también llego con la boca llena de donas. Esta al notar la situación traga y no puedo evitar soltar una risita.
Una vez que todos están presentes suspiro y por el rabillo del ojo veo como Artemis me guiña un ojo en un acto de confianza.
Doy mi mas grande y honesta sonrisa a las personas presentes y comienzo a hablar.
Al principio podía notar lo tenso que estaba mi cuerpo y como las piernas me temblaban. Después de unos minutos en los que Artemis y Lau me dedicaban miradas reconfortantes me sentí en mas confianza y relaje mi cuerpo, el hablar se volvió mas sencillo y podía notar rostros sonrientes y satisfechos ante mis propuestas.