El Ángel de Cristal

Capítulo 6

Una muerta interrumpida

La mañana hizo aparición y con ella las últimas ganas de levantarme de mi cómodo colchón. Pero como tenía un compromiso con Ghanzel y Leila, no podía faltar, nosotros somos los encargados de terminar de decorar el gimnasio y poner la música. Me saque el edredón de encima y me dispuse a buscar lo que llevaría hoy: una musculosa negra, un buzo azul, vaqueros desteñidos y unas botas militares. Me trence el cabello que me tomo algo de tiempo, tomé mi móvil y mis llaves, saliendo de la habitación cogiendo una manzana. Mientras comía, reproduje la música del iPod. Los rayos de sol se colaban por las casas y los árboles proyectando sombras, dando una sensación agradable, no estaba nublado eso era lo bueno, pero el viento helado cortaba el rostro como pequeñas cuchillas. Aún recuerdo lo que le pasó a Matt con su madre, admito que lo disimula muy bien, sé que no es mi asunto ni nada de eso. Me afectó mucho más vivir ese recuerdo como si fuera mío. Esa presencia, me atormentaba en cada segundo, seguía haciendo eco en mi mente con su voz serena y profunda. Suena irónico sabiendo que se llama Eco.

No te preocupes-aseguró Ariel, desde lo que pasó ayer no me hablo, aunque si, no quería. No soportaría que alguien me hablara en ese estado, el chico es muy fuerte. Lo dice toda su aura, pasó por cosas inimaginables a tan corta edad, no muchos cruzan por el infierno y vuelven con la mente cuerda.

-La diferencia que si está viviendo un infierno, en su mente, Ariel-agregue, deje de hablar unos segundos cuando una señora cruzó al lado-. El chico soporta porque tiene un amigo y maestro. Si hubiese estado absolutamente solo… no quiero ni imaginar que sucedería. Además ¿Qué es eso de ser hijo Caín?

Caín es el primer asesino, y tuvo hijos que, a medida que crecían y desarrollaban sus poderes, se los robaba utilizándolos para beneficio propio-explicó, sentí un vuelco en el estómago listo para devolver la manzana-. En los últimos milenios; robo todos los poderes de sus hijos. Hasta que llego Matthew y le puso un alto, obvio fue un trabajo duro pero lo logro, desterró Caín al Purgatorio: un lugar donde los condenados jamás salen. Como siempre hay un “pero”, el Purgatorio solo lo tiene en un estado de coma para siempre. Debido por la protección que le impuso Él, no podemos hacer nada.

-Eso suena una historia retorcida y muy poca realista-musite procesando la información que me cayó como un balde de agua fría-. No entiendo cómo puede seguir como si nada, se nota que no es un chico normal.

Dalo por hecho, Jessi-convino Ariel. Sentí mi cuerpo tensarse-, hay algo que se acerca, algo muy poderoso.

Mis piernas automáticamente me encaminaron a una dirección opuesta al colegio, Ariel estaba tomando el control, cuando estaba a punto de reprenderla por haberlo hecho sin pedírmelo: pensé que había quedado claro. Pero deje que me condujera ya que sentía la presencia de algo que me dio escalofríos, pasamos un puente y terminamos dentro de una arboleda cerca de una carretera al centro. Se escuchaba una especie de gruñido seguido de un quejido quedo, me oculté entre los árboles hasta que el olor a leña me invadió y que el ambiente se tornó frío.

-¿Dónde está la Lanza del Destino?-preguntó una voz rasposa. 

-No lo sé-contestó una segunda voz con un gruñido.

-Créeme le tendrías que decir a él y no tentarme a sacarte información-hablo una tercera seguido de un grito de dolor-. Ya fue suficiente, Mark, queremos información no queremos matarlo.

El llamado Mark soltó un bufido airado, me acerque con cuidado hasta quedar a un metro del interrogatorio. Un adolescente que no pasa de los dieciocho, con el cabello pelirrojo y la cara cubierta de quemaduras, estaba atado de las muñecas en dos árboles separados. Los dos hombres parecían gemelos, aunque pareciera que su cara cambiaba de fase, mostrando una cara de pez luz y volviendo a una de un gáster de negros cabellos que le caían en la cara con ropa absolutamente negra. 

-Mark, podrías dejar el atizador aun lado, no creo que a nuestro invitado le guste-Mark dejó el atizador que estaba al rojo vivo. El pelirrojo quedo mirándolos con miedo y odio, movió su manos haciendo una mueca, tenía magulladas las muñecas escurriendo sangre entre las cuerdas-.Gracias, hermano.

-Cállate, Simon ¿piensas que puedes hacerlo mejor?-replicó Mark, Simon miro mal a su hermano hasta quedar cerca del pelirrojo-escúchame, niño, a menos que no quieras perder tu vida, dinos aunque sea una dirección donde podría estar el Arma de Armagedón o te vuelvo parte del Reino Fantasma.

-Te lo repito, yo-no-sé. Los espíritus del viento no siempre sabemos qué pasa en nuestro entorno-musito el chico, Simon chasqueo la lengua y con un puñal le hizo un corte debajo del pómulo soltando un siseo-. Por favor para. Duele.

-El dolor terminará si me dices, un lugar o una dirección-hablo con voz queda, Mark estaba impaciente, volvió a agarrar el atizador y la punta volvió a estar al rojo vivo.

-¿Qué te hace pensar que se?

-Eres el hijo del rey del viento, si tú no sabes,  tu padre sí.

-¡Ya vamos a matarlo! ¡No sirve de nada!-vociferó Mark. Blandió el atizador y lo pasó por la mejilla del pelirrojo, quemando en su siseo la piel dejándola en carne viva. No soporté más y salté al frente.

-¡Oigan cara pez!-llame, los hermanos se volvieron, mirándome con las cejas fruncidas. Me arrepentí en el momento que lo hice. Junte valor y volví a hablar con más determinación-. Les quería decir que dejen de molestar al chico o se las verán conmigo. 

Los gemelos soltaron una carcajada estridente y el pelirrojo estaba mirando sorprendido mi reacción de valentía, ni siquiera yo me lo creía.

-¿Y quién eres tú para decirnos que hacer?-intervino Simón.

-No importa quién soy, lo que importa, es que dejen al chico irse en paz-Mark tocó la punta ardiente del atizador y lo clavó en el hombro del pelirrojo, este soltó un grito estridente-¡Basta!




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