El Ángel de Cristal

capitulo 20

INCURSIÓN

Los pasillos de las celdas eran largos y anchos, de dos plantas con puertas parecidas a los refrigeradores de carne. Tenían números y los marcos tenían runas dibujadas, todas ellas, las antorchas crepitaban y proyectaban sombras a medida que avanzábamos. Aun así, ni con todas las antorchas juntas brindaban calor, cada celda que pasabamos se oían los lamentos y quejas. Solté un grito cuando un estruendo sacudió la puerta que pasaba, el comandante se volvió y golpeó la puerta con estrépito.

—¡OYE CÁLMATE!—exclamó golpeando la puerta—¡NO ME OBLIGUES ENTRAR Y APLICARTE UNA RUNA DE BARDO!

Al parecer la amenaza funcionó porque no se oyó nada más. Bajamos por una escalera hasta terminar en una parte donde las runas eran lo único que brillaba, por suerte la pluma de Matthew iluminaba tenue pero clara alrededor. Llegamos a una puerta al final que estaba con el número 23, Frey apoyó la mano en el centro de la puerta donde la marca de la misma, brillo y la puerta desapareció. Adentro había una ventana pequeña dejando entrar un estrecho rayo de luz, al lado izquierdo había una cama y al derecho un lavamanos. En medio de la pequeña celda había una chica en posicion de meditacion; cabello negro atado en una coleta con algunos mechones cayendole en el rostro, piel palida cubierta de cicatrices. Tenía puesto una remera de lino blanca como sus pantalones y estaba descalza, sus pies también tenían cicatrices.

—Prisionera 23, creo que te interesa lo que te diré—dijo Frey, la chica abrió los ojos que eran de un hermoso color bronce, sonrió de una forma traviesa.

—Eso sería mucha modestia de tu parte, general, hubiese mandado uno de sus cuervos para decirmelo—dijo la chica divertida, sin salir de su postura de meditación. Nos miró a cada uno regalándonos una sonrisa—. Trajiste a más cuervos a picotear lo poco que me queda de cordura, ¿verdad, general?

—Lo que pasó con el cabo primero, está solucionado y fue expulsado de la ciudadela por actos impíos—contestó Frey en tono amargo—. Se necesita de tu ayuda para localizar la guarida de tus ex compañeros de la Liga. Si haces eso tu sentencia será reducida…

—¿Qué te hace pensar que voy ayudarlos?—preguntó 23. Desafiando con la mirada al general, el aire vibraba como si la electricidad bailara, Frey respondió de la misma forma—. Al parecer estos niños no saben que van a una misión suicida. Eso sería divertido de ver, hasta incluso me gustaría que hagan una novela, sobre cómo cada uno morirá.

Sonrió gentil pero sus ojos reflejaban malicia. Se levantó dirigiéndose hasta la cama tomando una chaqueta blanca que tenia bordado el número 23 en negro en la espalda. En altura le llegaba a Frey hasta el pecho, así que su altura era del metro ochenta, la misma altura que M.J y Matthew. 

—Además, ¿por qué voy hacer equipo con unos niños?, para colmo uno de ellos está tan inestable que me sorprende que no haya explotado—agregó mirando a Matthew, éste por acto de reflejo se llevó la mano a su antebrazo derecho—. Como sea, si me disculpan dormiré una siesta.

Matthew fue hasta la chica, Frey estuvo a punto de pararlo pero M.J lo detuvo.

—Él sabe lo que hace—dijo M.J. Frey chasqueó la lengua y sacó la mano de su hombro.

—¿Por qué no quieres ayudarnos?—preguntó Matthew que tenía su rostro pálido y las ojeras más marcadas. 23 solo miro a Matt de reojo—. La Liga no vino a buscarte, no les debes nada, ¿Y cómo es que estoy inestable?

—Toda tu aura, literalmente, está a punto de desestabilizarse si no es que lo está pero eso—señaló la pluma—y él—señaló a M.J—, sirven de contenedor de la explosion que es inminente; solo retrasa lo inevitable y por el nombre de tu progenitor, solo es cuestión de tiempo para que arrases con todo.

M.J se tenso, miraba a 23 de forma amenazante incluso estuvo a punto de interferir pero Matthew respondió.

—¿Cómo conoces a Caín?

—Cómo no conocer a un asesino de Arturo y ex lider de la Liga. De verdad, hasta hay una estatua en su honor en la sala de entrenamiento—contestó, Matthew crispó los labios, volvió apretar su antebrazo derecho—. Y por lo de ayudarlos, mi respuesta es simple, no quiero. 

Hubo un silencio tenso hasta que volvió a hablar 23.

—Razones sencillas, tu, hijo de Cain. Pareces tranquilo por fuera pero se nota a legua que falta una pieza para desbaratar tu fachada por dentro—enunció sin dejar de sonreír, Matthew no cambió su rostro serio, su mano derecha temblaba, cerró el puño deteniendo el temblor—. Pero, de una persona rota a la otra, te conviene alejarte de esta misión. Podrías herir a alguien querido, sino es que ya lo has hecho antes sin darte cuenta.

—Matthew—llamo M.J con una ira contenida—. Vámonos, ella ya dio su respuesta, fue realmente una pérdida de tiempo. ¿Frey de casualidad tienes un rastreador que nos sea de ayuda?

—Te dije que mi gente no sé involucra en cosas relacionadas al Parlamento—replicó calmado mirando de reojo a M.J, se volvió a Matthew que estaba un poco alicaído y seguía mirando a 23—. Bueno si no se puede hacer nada más, pueden retirarse de mi prisión y de mi ciudad.

Matthew volvió con su amigo saliendo de la celda, pero yo me quedé ahí, mirando a la chica.

—Me dan un momento a solas con ella—dije, Frey literalmente me arrastró afuera. Quedamos frente a frente, bueno en realidad solo le veía su barbilla, y él seguro mi coronilla. Le susurre enfadada—¿¡Que mierda haces!?

—¿En serio crees que voy a dejarte con una cazadora? Ella literalmente mató a personas, con mucho más poder que tú y el ángel que llevas—dijo molesto y sus fuertes brazos cruzados.

—Si logro convencerla, nos ayudarás a regresar y continuaremos nuestra búsqueda. Y sino, igual nos regresaras para después nunca en mi vida, molestarte—dije desafiando, aunque su postura era amenazante no daría el brazo a torcer. Si lo siguiente que estaba por decir funcionaba, definitivamente a Chicas Pesadas las tendré en la gloria por siempre. Volví a mirarlo poniendo la sonrisa más superior y molesta que pude—¿Te parece un trato justo o tienes miedo que una chica te gane?




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