Una trilogía fantástica en literatura boliviana
Como catedrática de Lingüística he tenido la oportunidad de leer una amplia variedad de narrativa boliviana y es verdaderamente notable que las letras en Bolivia pasan por un gran momento. Géneros como la ciencia ficción, la fantasía épica y el terror sobrenatural han empezado a abrirse campo en un imaginario literario boliviano que estuvo dominado por el costumbrismo criollo durante varias décadas.
Uno de esos esfuerzos remarcables, más como aporte a la literatura juvenil, lo constituye el Primer Episodio de "El Arco de Artemisa"; obra del autor franco-boliviano Gabriel Michel, más conocido por su pseudónimo: Gaburah Lycanon Michel. Se trata en sí misma de una trilogía novelada cuya primera entrega abre registros culturales y realiza una transposición idílica a los amores de juventud, de adolescencia, de pubertad y, porque no, también de niñez; es decir, al primer amor. Nos reencuentra con los sueños abandonados, con la fáctica situación de verse uno mismo creciendo de la noche a la mañana y, de forma tácita, con los temores primigenios. Sin embargo, el hilo conductor de la obra —en contraparte a sus ejes narrativos de corte adolescente— no es el romance idílico mismo, sino la Gnosis Primordial.
La impactante fusión de la Sabiduría Hiperbórea y el idilio más sublime logra despertar poderosas nostalgias durante la lectura. Estos elementos se ven realzados por la ácida escritura de Gaburah, una narrativa imbricada de arrebatos de honestidad, forma similar a la usada por autores como Charles Bukowski o Henry Miller. En cuanto a contenido, la novela tiene una marcada influencia de Felipe Moyano y su obra "El Misterio de Belicena Villca", texto fundamental de la denominada "Gnosis Prohibida". Pero también lleva una crítica desencantada y ácida a la posmodernidad del siglo XXI, cuyo mayor exponente es Zygmunt Bauman, escritor a quien Gaburah no se cansa de referenciar tácitamente. Luego entonces, no es de extrañar la existencia de referencias a Albert Camus, Arthur Schopenhauer o Friedrich Nietzsche a lo largo de la trilogía.
Ese misterioso potaje literario, una mezcla gnóstica de quijotesco enamoramiento adolescente, es el substrato final de un drama de magnitudes imposibles de imaginar en el plano contexto de nuestro mundo actual, y es precisamente por eso que la novela tiene un buqué tan exótico.
La presente edición que el autor nos trae en esta ocasión es la evolución de un texto que, si bien al inicio presentaba errores, se ha ido consolidando en una de las obras más curiosas y originales escritas por un autor de raíces bolivianas. Podría considerarse como un relato impúdico y exagerado, aunque muy enriquecedor para el espíritu puesto que en toda su excentricidad, "El Arco de Artemisa" llega a ser apasionante. Por eso y mucho más, esta es una de esas novelas que perduran en la memoria del lector como un llamado reflexivo; ergo una invitación a sentarse una noche lluviosa en un cómodo sofá, servirse una taza de café y leer la novela mientras uno mismo va recordando sus primeros amores mientras lee. Luego del amor vendrá lo sobrenatural y, finalmente, lo imposible. Pareciera que ni el mismo Gaburah sabía cómo iba a terminar este Primer Episodio, dejando el epílogo abierto para dar paso al episodio siguiente.
"El Arco de Artemisa" es una novela fantástica, juvenil, mágica, imbricada de amor y ternura; pero a su vez es una novela sanguinaria, erótica, opresiva y reveladora. Como lectora quedé encantada desde la primera lectura y aún hoy su relectura me sigue arrancando el mismo suspiro que la primera vez. Eso me lleva a concluir, con toda seguridad, que la Literatura boliviana está en franco crecimiento.
Lic. María E. Torrico, Catedrática en Lingüística e Idiomas de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia.
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Editado: 22.05.2022