CAPÍTULO 32 | Piezas en su lugar
"No creo en los finales felices, simplemente creo en los que son felices a sabiendas de que tendrán un final"
Scarlett
Esbocé una satisfactoria sonrisa una vez que Logan se despegó de mí para acostarse a mi lado. Su respiración era tan irregular como la mía, pero también estaba sonriendo, confirmándome lo bueno que había sido lo que acabamos de hacer.
—La mejor celebración de la vida —comentó, con una amplia sonrisa.
Y bueno, ¿Qué mejor manera había de celebrar que lo habían aceptado en el equipo de Nueva York que estando juntos? Logan podía haber pasado el último año lejos del futbol, pero no por eso dejaba de ser tan talentoso como siempre lo había sido. Su sueño era pasarse la vida detrás de un balón y me alegraba que lo hubiese conseguido.
Yo ni siquiera sabía que haría con mi vida.
—No podría estar más de acuerdo.
Volvió a sonreír y se acercó a mí para darme un rápido beso en los labios.
—Ya vuelvo —asentí, para luego verlo irse hacia el baño. Su espalda desnuda me hizo morderme el labio.
Que calor.
Ya era nuestra sexta noche de encuentros esporádicos y admito que no podía pedir nada más. Me recogió hoy, después de mi sesión diaria con mi terapeuta, para contarme la noticia de que se iría a la gran manzana con una beca deportiva y lo primero que hicimos fue venir a mi casa, aprovechando que mamá no estaría sino hasta la medianoche.
Necesitaba esa distracción después del día que tuve.
Habían sido dos horas bastante emotivas en las que por fin me había dignado a contarle a la doctora Lane mis sentimientos respecto al juicio de Patrick, que estaba a solo días de suceder, a la espera de que le dieran a ese imbécil una condena de por vida, y la circulación de mi video intimo por la escuela. Llevaba dos semanas circulando por la red y aunque mi madre procuro hacer todo lo posible para que ordenaran a todos los estudiantes reprimir burlas al respecto, eso no los había detenido para ser bastante malos con el tema. Me chistaban en clase, murmuraban sobre mí, cuchicheaban cosas sobre yo siendo alguna especie de prostituta y, en ocasiones, tomaban fotografías que utilizaban para cosas que prefiero no imaginarme.
Que quede claro que, por el bien de mi salud mental, había cerrado todas mis redes sociales, pero ya podía imaginarme por cual camino estaba transitando esas fotos.
Así que no, no la estaba pasando para nada bien y mi único escape de la tortuosa realidad era Logan, quien no ponía ni una sola traba a darme lo que necesitaba. Desde que me salvó de Patrick habíamos estado cerca, él intentando retomar las cosas entre nosotros y yo negándome a llevar acabo alguna conversación seria porque tenía demasiado miedo como para algo así. Quería a Logan, por supuesto que sí, pero estaba asustada de llevar lo nuestro a algo más.
El sexo era algo seguro, el noviazgo era de ese tipo de cosas que, me había dado cuenta, no sabía manejar. De alguna forma yo terminaba arruinándolo con mis sentimientos indecisos y mis mil dudas y no me veía capaz de hacerle daño a Logan de nuevo. No cuando ya habíamos pasado por tanto.
Tomé el móvil cuando la pantalla se alumbró con la llegada de un nuevo mensaje. Apreté los labios y abrí la bandeja del número que no tenía registrado. Cerré los ojos con fuerza, agobiándome solo al leer el mensaje y bloqueé el móvil para volverlo a poner sobre la mesilla de noche justo cuando escuché los pasos de Logan acercándose.
Inhalé profundo cuando lo vi volver hacia la habitación, portando una enorme sonrisa que me estrujo el corazón. No habíamos tenido esa conversación, pero yo sabía que él la quería. No tenía idea de cómo decirle a la persona correcta que era el momento incorrecto. Que, en contra de mi voluntad, no podía darle lo que necesitaba.
—¿En qué piensas tanto? —me preguntó, acostándose a mi lado. Abrió los brazos para mí, invitándome a refugiarme en ellos y no perdí tiempo antes de permitirle abrazarme y recostar mi cabeza de su pecho, disfrutando de la calidez.
—Mañana condenan a Patrick —mentí, abrazándolo con fuerza. Quien sabe cuándo podría abrazarlo de nuevo.
Aunque bueno, no es que no fuera del todo verdad, ese tema también me tenía bastante abrumada. Hablar de ello con mi psicóloga era duro, en especial porque nunca sabía exactamente qué decir. Me habían asignado terapias días después de lo sucedido y, aunque insistí con que no las necesitaba, me di cuenta de que me equivocaba gracias a las múltiples pesadillas que me azotaban por las noches.
No dejaba de ver imágenes repetidas de ese día, de sentir inexplicablemente que Patrick me tocaba y de escuchar su incesante y maliciosa voz en mi cabeza susurrando promesas de hacerme daño. Me había marcado, estaba hecho y trabajaba duro para poder cubrir las marcas con algo que fuera menos doloroso.
El problema es que el mundo se negaba a dejarme avanzar.
—Estoy seguro de que se va a pudrir en la cárcel. Hablé con papá, hay grandez posibilidades de que no salga de ahí en un tiempo, Scar. Puedes estar tranquila.
—No importa cuánto tiempo esté en la cárcel, logró su cometido, jodió mi cabeza, Logan. Está en todas partes.
—No digas...
—Aún recuerdo esa noche —le corté. Logan quería verle el lado bueno a todo, pero yo no podía ser tan optimista. No cuando yo lo había vivido en carne propia. No cuando me sentía tan insegura en mi propia piel que me la pasaba paranoica, a la espera de que me llegara algún mensaje de Patrick amenazando con volver o que quien tocara la puerta algún día fuera él, dispuesto a terminar lo que empezó— Esas imágenes están en mi cabeza todo el tiempo, esa sensación... Me tocó, Logan, aun lo siento, en cada parte.
Logan se tensó, molesto. No conmigo, con la situación. Su mano fue a parar a mi barbilla, levantándola para hacer que le viera a los ojos, que brillaban con determinación. Sus labios dieron con los míos, sellando la promesa con un beso que hizo que me diera un vuelco el corazón. Logan sabía dar los mejores besos, de eso no había duda.
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Editado: 19.03.2023