La luz de la "luna de leche" nunca había parecido tan hostil. Alistair se vistió mecánicamente, las fibras de su ropa rozando las marcas en su espalda como un dedo acusador constante. Cada punzada de dolor era un recordatorio: el vínculo con Lysander no era una fantasía de su mente cansada. Era una infestación psíquica, una conexión que había violado las barreras más fundamentales de su ser. Se sentía sucio, profanado, y al mismo tiempo, extrañamente vacío, como si una parte de sí mismo hubiera sido arrancada y dejada en aquella celda blanca.
Bajar al comedor fue un ejercicio de autocontrol. Cada sombra alargada parecía susurrar el nombre "Lilith". Cada rostro vacío de una enfermera parecía esconder la sonrisa de ascuas de aquella mujer de sus sueños. Se estaba desintegrando, y el único ancla que había encontrado – la racionalidad – se había hecho añicos contra el hielo del toque de Lysander.
Fue en ese estado de desesperación silenciosa que la vio.
Ella estaba junto al mostrador de medicamentos, organizando frascos con una eficiencia que, sin embargo, no era mecánica. Diferente a las otras, cuyos movimientos eran la reproducción exacta de un ritual sin alma, ella tenía una fluidez, una presencia. Su cabello castaño estaba recogido suelto, algunos mechones escapaban para enmarcar su rostro. Sus ojos, de un verde musgo, no estaban vacíos; centelleaban con una inteligencia alerta y, cuando se posaron en Alistair, con una chispa de compasión genuina.
"¿Dr. Vance?", su voz era suave, un contrapunto melódico a los susurros ásperos y los gritos ahogados del asilo. "Soy la Enfermera Eva. Empecé esta semana. El Dr. Magnus me pidió que verificara cómo se está adaptando."
Alistair se limitó a asentir, sus palabras atascadas en la garganta. Estaba tan acostumbrado a la frialdad que el simple calor humano de ella lo desarmó.
"Se le ve pálido, doctor", continuó ella, bajando la voz. "Este lugar... consume a la gente. Sobre todo a aquellos que aún pueden sentir."
La observación fue tan precisa que dolió. Alistair sintió una necesidad casi patética de confiar en ella, de vaciar sus horrores en alguien que parecía entender.
En los días que siguieron, Eva se convirtió en su faro. Siempre aparecía en momentos de profunda soledad, con una taza de té sorprendentemente bueno, una palabra de aliento, una mirada de complicidad cuando el Dr. Magnus pasaba con su aire soberano. Ella era vibrante, una bocanada de aire fresco en un pulmón ahogado en podredumbre.
En uno de esos raros momentos de tregua, en el patio interno amurallado – una jaula de concreto a cielo abierto –, se selló la alianza.
"Él no es lo que parece, el Dr. Magnus", susurró ella, sus ojos verdes escaneando las ventanas del asilo como si esperaran un observador en cada una. "Sus tratamientos... no son para curar. Son para contener. Y a veces, para extraer."
Alistair sintió un frío en la nuca. "¿Extraer qué?"
"Algo que llaman 'esencia'. No me pregunte qué es, no soy psiquiatra. Pero he visto cosas, doctor. En archivos que no deberían existir, en pacientes que... cambian." Dudó, mordiéndose el labio. "Su paciente, el Caso 7... Lysander."
El nombre sonó como una descarga en el aire frío. "¿Qué sabe usted de él?"
"Él no era un paciente común. Lo encontraron en un bosque, a kilómetros de aquí. Había... símbolos dibujados en el suelo a su alrededor, con sangre. La gente del pueblo más cercano habla de un ritual de un culto que intentó invocar algo. Creían que él era un vaso, un recipiente para una entidad poderosa. Cuando la invocación salió mal, o quizás salió demasiado bien, él quedó así. Catatónico. Magnus lo trajo aquí. No para ayudarlo, sino para estudiarlo. Para controlar lo que sea que esté dentro de él."
Las palabras de Eva hicieron eco de los archivos monstruosos que Alistair había leído. Ella estaba dando carne y hueso, una historia plausible, a la locura documentada. Era la confirmación que él, en su desesperación, anhelaba oír. Ella era su aliada, la única otra persona cuerda en este manicomio de horrores.
La confianza floreció rápidamente, regada por el aislamiento y el miedo compartido. Y, sutilmente, algo más comenzó a brotar. Eva era compasiva, pero también era una mujer bella, y su proximidad era intencional, sus toques accidentales – un ajuste en su bata, una mano en su brazo para enfatizar un punto – estaban cargados de una electricidad que Alistair, hambriento de conexión humana, no podía ignorar. Era una tentación terrenal, un contrapunto saludable a la atracción sobrenatural y aterradora que Lysander ejercía sobre él.
El evento que solidificó su alianza y profundizó la tensión entre ellos ocurrió durante un turno nocturno que compartieron. Estaban en el pasillo del ala este, la misma de la mujer que dibujaba símbolos. De repente, las luces parpadearon, no con la violencia de la sesión de hipnosis, sino con un temblor enfermizo.
Desde la celda del hombre que susurraba sobre el "Ángel de la Muerte", llegó un ruido de huesos crujiendo. Alistair y Eva corrieron hacia la puerta enrejada.
Dentro, el paciente, el Sr. Albright, estaba suspendido en el aire, sus pies al menos a treinta centímetros del suelo. Su cuerpo se contorsionaba en ángulos imposibles, los miembros retorciéndose como si las articulaciones fueran de goma, su columna arqueándose de forma que la silueta se volvía grotescamente no humana. Un gruñido bajo, compuesto de múltiples voces susurrantes, salía de su garganta, formando palabras en una lengua que Alistair nunca había oído, pero que sintió como una profanación directa en su mente.
— Por las llaves... él despierta... la centinela se agita... — siseó la amalgama de voces.
Entonces, como si una cuerda invisible hubiera sido cortada, el cuerpo del hombre cayó pesadamente al suelo, quedándose inmóvil.
El silencio que siguió fue más aterrador que el espectáculo en sí.
Eva temblaba violentamente a su lado. Su rostro estaba pálido, sus ojos verdes desmesuradamente abiertos por un horror puro e indiscutible. Sin pensar, se volvió y se enterró contra el pecho de Alistair, sus dedos aferrándose a su espalda como si él fuera lo único real en un mundo que se desmoronaba.
#114 en Terror
#1346 en Fantasía
#771 en Personajes sobrenaturales
terror, ángeles caídos y demonios, terror fantasia oscura misterio suspenso
Editado: 10.10.2025