El Bastardo Desdichado

Capítulo 7 Decidido

-¿Fuiste a San Luis Potosí?

Javier estaba en verdaderos aprietos.

-¿A qué?

Vio la expresión en los ojos de su madre, y eso fue suficiente para darse cuenta de que ni todos los recursos que utilizara servirían para salvarse de ese incómodo momento.

Optó por quedarse pensativo por algunos segundos, con los brazos cruzados sobre el pecho.

-¿Acaso no me vas a responder?

-…

-¡Javier!

-Estuve en Ciudad Valles, mamá.

-En Ciudad queeé?

-Valles, Ciudad Valles, así se llama el lugar. En el estado de San Luis Potosí.

-¿Haciendo qué?

-En ese lugar vive mi hijo.

-¿De qué rayos estás hablando, Javier? ¿Te has vuelto loco?

-Por favor, mamá. Necesito que te calmes para que me escuches.

Sonia, que hasta ese momento se hallaba dándoles la espalda, miró a Javier por encima del hombro.

-Pues empieza a hablar-. Dijo doña Blasa otorgándose calma. -Pero te advierto que no voy a consentir estupideces. Ya tu mujer me adelantó algo de lo que pasó en ese viaje, pero quiero escucharlo de tu propia boca.

Javier sabía que la discusión la tenía perdida desde momentos antes de comenzarla.

-Habla… te estoy esperando.

-Hace más de veinte años conocí a una mujer en ese lugar… fue cuando papá me envió a hacerme cargo de unas construcciones… tenía cerca de un mes de haberme casado con Sonia. - Aguardó un segundo. Trató de aparentarse imperturbable. -Lo siento, mamá. Me dejé llevar por mis emociones y por mis instintos de juventud. Inicié una relación con Diana a escondidas de ustedes. Pero solo fue una aventura bastante breve. Creo que no me enamoré. De lo contrario no la habría abandonado.

Sonia cubrió su cara con una carátula de rencor. No dijo nada, solo bajó la mirada y trató de no echarse a llorar. Javier la observó detenidamente, respiró profundo y después giró la mirada a otro punto y prosiguió:

-De esa aventura hubo una consecuencia-. Dejó escapar un suspiro.

Doña Blasa se derrumbó lentamente en el filo de la cama abatida por la sorpresa, como si un fucilazo le estuviese atravesando de la cabeza hasta los pies. Sin embargo, tuvo fuerzas para contraer las manos y llenarse de una rabia necesaria y suficiente para querer abofetearlo. Levantó la mirada para ver con desprecio a Javier. También apretó la dentadura.

-¿Cómo pudiste Javier? ¡Para eso no te educamos tu padre y yo!

-Reproches es lo menos que necesito, mamá.

-¿Qué otra cosa sino reproches es lo que te mereces?

-¿Recuerdas las ocasiones en que sonó el teléfono en la noche de año nuevo?

-¿Eso que tiene que ver?

-Era una extorsión. Me han pedido una fuerte cantidad de dinero a cambio de no hacerle daño a mi hijo.

-Con seguridad ese hijo no es tuyo.

-Lo es mamá. San Antonio es mi hijo.

-¡No debes creer a lo que una mujerzuela te haya dicho!

-Diana no era eso que tú dices.

-Mira Javier, seré muy clara contigo. ¡Ni un solo peso por la vida de ese bastardo!

-Pero mamá, ¡son capaces de matarlo! ¿Acaso no tienes corazón?

-Por supuesto que lo tengo, pero en él sólo cabe mi familia. ¡Ningún bastardo!

Sonia se giró para caminar apresuradamente hasta la puerta y de un tirón la abrió.

-¡Espera!- le gritó la anciana. -¡Cierra esa maldita puerta! ¡Este asunto lo vamos a arreglar aquí mismo!

Sin embargo, Sonia se decidió por atravesar el umbral de la puerta y cuando la hubo azotado con fuerza puso los ojos al frente y pudo ver a Caleb en medio del pasillo, con un rostro desencajado por la incertidumbre.

-Mamá, ¿qué es lo que está pasando? ¿Por qué la discusión allí adentro?

Caleb la abrazó confuso mientras ella temblaba. Sonia hundió la cara en el regazo del joven, y fue entonces cuando las lágrimas le traicionaron brotando de manera abundante. Caleb la apretó fuerte y enseguida puso un beso sobre su cabeza.

-¿Dime que ocurre? Yo estoy aquí para escucharte-. Le dijo en voz calmada, intentando transmitirle serenidad.

-¡Tu padre no es el hombre ejemplar ni el marido perfecto que creíamos!

-¿Qué te ha hecho?

Javier y su madre salieron de la alcoba atraídos por el llanto de Sonia.

-¡Tuvo un hijo con otra mujer y pretende traerlo a ésta casa!

Los ojos de Caleb parecieron helarse por completo. Apartó a su madre de su pecho y se encaminó hasta su padre colocándole el rostro muy cerca. Javier nunca había visto esa expresión en los ojos de su hijo; de reproche, de ira, de desilusión, de sufrimiento.

-¿Es eso verdad, papá?



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En el texto hay: intrigas mentiras amor verdadero

Editado: 22.02.2023

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