El fuego consumía todo a su paso. Tsunamis devoraban las costas. Enormes terremotos despedazaban el suelo. Huracanes azotaban el mundo. Tormentas eléctricas cubrían sus cielos. Todos esos eventos convergieron en un solo punto, una luz radiante se concentro en un circulo y se expandió sobre el mundo. Todo a su alrededor era oscuridad.
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Eran aproximadamente las 05:40 de la mañana, tenía tiempo de sobra. La mañana era fresca, demasiado fría, pero eso no era problema para lo que tenía que hacer.
Se encontraba arreglándose para salir. Se puso unos jeans ajustados de color negro acompañado de una playera de manga larga y, encima, una sudadera. El frío casi no le afecta, podía tolerarlo con facilidad, pero le gustaba vestirse a la moda.
A las 6 en punto ya se encontraba frente a su objetivo, fue entonces que lo vio. Se encontraba saliendo de su edificio, estaba abrigado. Tenía que tener distancia para que no notara su presencia.
Tenía que saber si realmente era él. Lo siguió por encima de los edificios, era la única manera de que no se diera cuenta de su presencia, pero también corría el riesgo de que alguien más se diera cuenta, eso sería malo.
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Cada vez más se acercaba al metro, por lo que decidió seguirlo más de cerca. Se puso de pie y observó bien su entorno para bajar del edifico por un lado donde nadie fuera a notarle. Una vez se aseguro de eso, bajo de manera segura.
Caminó disimuladamente, cruzó la calle y entró al metro para mantenerse a pocos metros de él. Pasó por la entrada en la cual él también había pasado, se subió al mismo vagón que él, seguía su pasos, como su sombra.
Se mantuvo a unos cuantos asientos alejados para mantener su discreción, siempre a su espalda para que no le viera.
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Transbordaron en la terminal de Deportivo 18 de marzo. No se despegó de él hasta aquella terminal donde la gente abundaba, ahí le perdió varias veces, pero no fue hasta el momento de subirse al vagón que se acercó demasiado.
En cuanto el primer metro pasó, él abordó y se fue. En ese momento supo que lo perdería, no tenía idea de donde se iría a bajar. «Si eso pasa tendré que comenzar mi búsqueda y persecución desde cero mañana» pensó con alteración.
Aunque dudando y con un gran margen de riesgo se alejó de la gente, camino hasta la zona donde se aseguró que las personas estaban más distraídas y decidió, peligrosamente, convertirse en su elemento: el aire.
Poco a poco sus musculos se relajaron y una ventisca baño todo su cuerpo desapareciendo así del lugar. Su cuerpo se esfumó haciéndose uno con el ambiente, por suerte nadie había notado aquel extraño suceso.
De esa forma comenzó a seguir el vagón dónde se encontraba ese chico. En su forma incorpórea se mantuvo cerca de él.
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—¿Realmente quieres saber? —dijo con voz sería. No dejaba de verle con aquellos ojos negros que eran penetrantes y a los cuales no podía sostenerles la mirada—. Si, quiero saberlo. —contestó con total seguridad, quería que viera su determinación.
No apartaba sus ojos de los suyos, le estaba fastidiando, seguía sin soportar el hecho de que le viera de esa manera—. Papá deja de verme así, solo quiero saber si realmente él es el Sabio del rayo. —dijo con fastidio.
Su curiosidad por lo que fuera a decir salia a flor de piel—. Realmente no lo sé, pero puedes averiguarlo tu misma. —dijo mientras se daba la vuelta.
Con aquellas palabras se terminó la conversación, su padre se retiró de la habitación dejándola de ese modo sola.
La ira llego a ella, una furia provocada por no saber si ese joven era o no el Sabio del rayo. Siempre había querido conocer a los demás Sabios puesto que solo había conocido al Sabio del agua por breves minutos, a los demás aun no los conocía y su padre nunca quería decirle nada sobre ellos. Siempre intentaba mantenerla alejada de eso.
Sabía que algún día tendría que irse, tendría que saber algo, ahora tenía la oportunidad de conocer a otro Sabio, y no la iba a desperdiciar.
«Según cuenta la leyenda, el selló que los antiguos Sabios habían puesto para mantener alejados a los Adimensionales se estaba debilitando y nuevamente los Sabios reencarnarían para poder traer paz al mundo otra vez. Yo soy el Sabio del aire, es mi responsabilidad hacer esto».
Pasó varios días en busca de aquel joven, investigando como se llamaba, cual era su vida, como era, todo.
Se acerco a él lo más que pudo, pero sin relacionarse demasiado hasta que no estuviera segura.