El Bosque de los Néegar

Pelea por Sangre y Promesa

Estaba recargada sobre una espada, jadeando del cansancio. Los rayos del sol sobre ella era cálido y les anunciaba la victoria. Los elfos corrían en una sola dirección cantando victoria a viva voz. Serina soltó una sonora carcajada y fue detrás de los demás elfos.

Jerikó lo sabía, sus hermanos estaban en esa dirección. Tomó la espada y corrió con ella hasta donde se reunían los demás elfos.

† † †

Los elfos se amontonaban uno tras del otro con tal de ver. Jerikó los apartaba uno a uno abriéndose paso para ver lo que sucedía. En medio del lugar se encontraban sus hermanos, Diana y Ericka. Los elfos comenzaron a corear cuando su arvhe pasó al centro con el rostro en alto mientras Serina le acompañaba.

Al verla Jerikó se estremeció. Entre empujones y ordenes Jerikó pasó al frente y corrió hasta estar junto a su padre. Serina la miró con repudio disimulado, a lo que Jerikó pasó por alto. Iker desenfundó su espada y con esta una extraña armadura de hielo apareció en su cuerpo.

Sus manos temblaban, sus labios resecos la obligaban a lamerlos. Su corazón latía fuerte pero se mantenía con la mente despejada—. Demonio. —habló Iker con asco—. Este es tu fin, aquí, frente a los elfos del clan Négar. —levantó su espada y le apuntó. Al acto Serina sacó un sable y Jerikó sostuvo la espada—. Ahora acepta tu destino y... —Dúnkan había pasado al frente de su hermano.

—Dúnkan, ¿Que haces? —cuestionó Iker con una desconcertante satisfacción—. Tu no mataras a mi hermano. Mataste a mi madre, ¡Pero no a él! —exclamó al tiempo que invocaba sus espadas. Iker largó una carcajada forzada y luego escupió al suelo—. Tu madre no era más que un sacrificio necesario. —la mirada de Dúnkan se llenó de ira—. ¡¿Un sacrificio necesario?! —Dúnkan estaba dispuesto a atacar pero Ignis lo detuvo—. ¡No lo vale Dúnkan¡ —Ignis lo miraba con negación a lo que Dúnkan tuvo que aceptar.

—No, ustedes no son más que simples cobardes, inútiles buenos para nada. —Iker seguía hablando sin más. Jerikó llamó la atención de Dúnkan, ambos cruzaron miradas rápidamente—. Creí que su madre sería más difícil de matar pero henos aquí. Sólo bastaron tres sicarios y un par de balas para acabar con su patetica vida.

Tragó saliva, respiró profundo y aceptó su destino—. Y Dúnkan, si quieres morir junto a ese traidor del sol entonces muere junto con él. —Iker levantó su espada listo para lanzar un ráfaga de hielo—. Lo mismo digo, padre. —el metal probó la carne de un arvhe—. ¿Que...clase de villanía es esta Jerikó? —Iker estaba atónito—. ¡Padre! —gritó una horrorizada Serina—. ¡Maldita traidora! —un zumbido estático resonó en los oídos de Serina, quien cayó inconsciente. Ericka rápidamente corrió hacia Ignis y le dio una pequeña fruta roja.

Dúnkan dejó caer a Serina al suelo—. Tu lo dijiste, un sacrificio necesario. —Dúnkan sostuvo el mango de la espada—. Y este, será satisfactorio. —habló Ignis, quien se había puesto en pie con a la ayuda de Ericka y golpeado la espada con la rodilla terminándola de clavar—. ¡Esto es por nuestra madre! —dijeron los tres hermanos al unísono.

Iker cayó al suelo mientras sostenía la espada clavada en su pecho. Miró a sus tres hijos con horror, sabía que ese sería su final y no podría hacer nada. Dúnkan arrancó la espada de golpe y miró como caía al suelo.

Los gemidos de asombro de todo el clan se hicieron presentes. Erza vio con horror los actos de Jerikó. Los elfos estaban dispuestos a acabar con la traidora y sus hermanos pero Múurem intervino. Jerikó observó cuidadosa. Ignis, quien apenas tenía fuerzas, retrocedió.

—Yo debería irme. —susurró apenas—. Alto ahí Ignis. —ordenó Jerikó. Dúnkan se paró entre de ellos y confrontó a su hermana—. Él debe irse, y Diana y yo también deberíamos, tengo que mantenerla fuera de esto. —le dijo sin más. Jerikó expresó su desagrado con una mueca y se dio la vuelta—. Bien, pero no será tan fácil. —los elfos rápidamente se negaron ante descarada decisión, pero antes de que el caos se desatara Jerikó habló.

—¡Elfos del clan Négar! ¡Yo soy Jerikó! ¡Hija de Aria y heredera de Iker! ¡Yo soy su nueva arvhe! ¡Y tras esta victoria yo declaro mi derecho de elegir!

Muchos se opusieron, pero pocos pasaron al frente—. ¡Mi hermano! ¡¡Mis hermanos!! ¡Optaron que el denominado demonio debería irse! —los abucheos y maldiciones por parte de los elfos eran extremistas, pero dados los acontecimientos eran de esperarse—. ¡Ignis Flámeren! ¡Hermano de su arvhe e hijo de mi predecesor es un traidor! ¡Cometió graves crímenes contra este clan! ¡¡Pero no por mano propia!! ¡Y yo! ¡Si antes nuestro zakt y nuestra asbet aceptan! ¡Declarare dicha petición aceptada si ambos se ganan el derecho de tener lo que reclaman en un duelo! ¡¡Directo conmigo!!



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En el texto hay: monstruos, elfos, accion

Editado: 21.03.2020

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