El Bosque de Sarana [crónica de los Marginados]

Capítulo 6. Enfrentamiento

Avanza rápido por el bosque, siguiendo las pistas que la bestia ha dejado tras sus pasos. Huellas en el suelo, ramas rotas, un trozo de su capa enroscado en unas zarzas… todo demasiado fácil de seguir.

La ha reconocido desde el primer momento en que se ha acercado a ellos en el claro. Se trata de una Criadora, la única especie, dentro de todas las bestias nacidas del Vórtice, que es capaz de tener crías. Es sumamente peligrosa debido a su natural instinto de proteger a su progenie y es experta en preparar trampas. La viajera desenvaina su espada y sigue el camino con cautela, presintiendo que la bestia la está guiando a una.

Sigue adentrándose cada vez más en la profundidad del bosque. La vegetación es abundante y espesa, lo que sumado a la niebla, reduce su campo de visión y sus posibilidades de seguir el rastro.

Se detiene un segundo y escucha atenta a su alrededor. Es la ventaja de un bosque sin animales, ningún ruido la distrae. Acaricia la tierra, notando un suave temblor en el suelo. Pisadas rápidas justo por delante de ella. Retoma su carrera durante un rato más hasta que…

¡CRASH!

El sonido a roto de algo que ha pisado. Levanta el pie solo para comprobar que se trata de un hueso hecho añicos. Observa el sendero más adelante y su intuición se confirma al ver más huesos.

La está acechando. Lo sabe aun sin verla, pero sabe que está ahí. En su guarida. Aunque no es una guarida como tal, puesto que no está dentro de ninguna cueva, ni tampoco hay construcciones, tan solo restos y marcas de sangre por el suelo y los árboles.

Aprieta con fuerza la empuñadura de la espada que sujeta la mano derecha y prepara la izquierda para lanzar un hechizo mientras se adentra en el hogar de la bestia.

El olor a muerte es nauseabundo. Y cuanto más avanza, peor se vuelve. Pronto descubre por qué. Es uno de los escenarios más horrendo que ha visto en su vida: cientos de cadáveres apilados unos encima de otros, la mayoría medio devorados y en descomposición.

El horrible hedor le provoca una arcada que apenas puede contener. Rápidamente, se aplica un hechizo para anular su sentido del olfato y no desconcentrarse.

Se acerca a la montaña de cuerpos para examinarlos. Debe haber cientos de ellos. Se fija en una pequeña medalla dorada que lleva al cuello uno de los cadáveres. Está irreconocible, pero por el tamaño sospecha que es un niño.

Fingiendo no escuchar a la bestia tras ella, toma el colgante para leer la inscripción:

“Para la pequeña Maggie.

Papá y mamá te quieren.”

Le da la vuelta para examinarla. La cadena es demasiado humilde para ser de un noble y demasiado delicada para pertenecer a alguien del pueblo llano. Debe de ser la hija de algún mercader… o del alcalde de algún pueblo importante.

−¿Eres la hija desaparecida del alcalde de Regi de la que nos ha hablado el soldado? −pregunta en voz baja aun sabiendo que no recibirá respuesta.

Se queda acuclillada junto a la pila de cadáveres un poco más, dejando que la bestia la aceche. Con disimulo lanza un hechizo purificador a su espada, pues la magia es la única manera de vencer a un monstruo.

Tensa el cuerpo al oír el leve crujido de las articulaciones de la criatura y tan solo un segundo después se lanza a un lado al escuchar el movimiento del aire. La sombra aterriza justo donde ella se encontraba un segundo antes.

Sus miradas se cruzan y la pelea comienza. La viajera lanza rápidas estocadas que la sombra esquiva sin problemas para después proceder a atacar con zarpazos y mordidas. Están demasiado igualadas y la lucha parece no decantarse por ninguno de los bandos. La mujer arremete de nuevo. Su espada choca contra la hilera de dientes provocando sonidos metálicos que retumban en el bosque.

A lo lejos se escucha un grito aterrado. La viajera se distrae al reconocer la voz del mercader. Están en peligro. La sombra aprovecha la distracción de su contrincante y le clava las garras en el brazo con el que sujeta la espada. Le desgarran la piel y la carne tan profundamente que se ve el hueso.

La mujer grita de dolor dejando caer el arma.

La sombra ríe satisfecha, acercándose a la que pronto se convertirá en su comida. Olfatea, deleitándose del olor a sangre fresca que emana de la herida abierta. La embriaga y su estómago vacío comienza a gruñir. El hambre nubla sus sentidos.

Qué delicioso es el olor de la sangre de un Alrkmer.

Aprovechando el breve lapsus, la viajera invoca en su mano sana un rayo aturdidor y lo lanza contra la cara de la sombra, que cae hacia atrás desconcertada. Con el brazo de la espada incapacitado, agarra el arma con la otra mano y se lo clava a la criatura en el estómago. Esta chilla de dolor y se retuerce intentando rasgarla de nuevo.

−Maldita sea −maldice la viajera dando un salto hacia atrás.

Lo ideal hubiese sido acertarle en el corazón, pero no está acostumbrada a utilizar la espada con esa mano y sus estocadas no son tan certeras.

De nuevo, la criatura avanza hacia ella de manera salvaje. Ahora que está herida es mucho más peligrosa e impredecible y así lo demuestra saltando a por ella. Consigue esquivarla por poco, ganándose otro arañazo en la pierna.



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En el texto hay: aventura, monstruos y bestias, hechicera

Editado: 27.06.2023

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