El Cambio

Capítulo 16: Erika

     Todo ha pasado tan rápido, verdaderamente rápido. Eduardo llegó a estacionar el carro en el parqueo del hospital antes de desmayarse, pero ahora no sé qué hacer. Estoy muy preocupada, pero yo por mí misma no puedo hacer nada más que lo que hago a continuación.

     Corro hacia dentro del hospital y una vez ahí le digo a la enfermera encargada de la recepción (que es otra a la de antes) todo lo sucedido, ella manda a unos enfermeros que traen una camilla, conmigo. Todos corremos hacia el carro, sabemos que es cuestión de tiempo para que se pueda desangrar. 

     Ellos lo sujetan con cuidado y lo ponen en la camilla, luego se van y me dejan sola al lado del carro, por alguna razón no me puedo mover. Miro el asiento de Eduardo, ahora vació, pero repleto de su sangre en el respaldar. Los asientos son de tela así que absorbieron mucha de su sangre. Siento unas inmensas ganas de llorar y no me reprimo simplemente dejo salir las lágrimas.

     Él dijo que no me importaría si se muriera, es un tonto por no decir otra cosa. ¿Cómo pudo decir algo así? El tiempo abrió más la herida y todos sus esfuerzos en llegar aquí le causaron un gran desgaste físico, ahora de verdad corre riesgo de morir.

     - ¿Cómo puedes decir algo así y dejarme? No te vayas, no me dejes sola… - digo a la nada. 

     Le besé porque quería hacerlo, pensé durante un momento que podría haber muerto en manos de eso hombres y me sentí realmente mal. Soy una egoísta, pero no quiero que me deje sola, no ahora que por fin está a mi lado. Después de 2 años de buscarle a mi manera, sin que lo supiese. 

     “¿Acaso este sentimiento es lo que la gente llama amor?” Si es así entonces es horrible porque no me deja pensar en otra cosa que no sea él. Mi vida deja de ser mía y se transforma en suya. Es muy egoísta también porque no puedo pensar en un futuro sin él, mucho menos podría dejar que se fuera con otra mujer que no fuera yo. 

     “¿Por qué la gente llama a este sentimiento hermoso?” Si ya no puedo ser yo misma, ahora la parte oculta dentro de mi corazón sale y solo se deja ver por él. La parte más débil de mí misma. Me expone y eso me hace sentir frágil, tan frágil que me rompería en miles de pedazos si él no me sostuviese en sus brazos, si no me diera su mano... Pero ahora me doy cuenta que me he enamorado de Eduardo, desde hace mucho. Solo que mi inexperiencia me ha mantenido ciega.

 

M


     Estoy en una habitación junto a Eduardo, él está dormido y tiene conectadas varias máquinas con cables. Me duele verlo así pero no me quiero apartar de su lado. Todo salió bien, le hicieron una pequeña cirugía para conectar varios nervios, luego le conectaron las venas o algo así, no entiendo muy bien el lenguaje de los médicos. Después le cerraron la herida y lo dejaron en reposo, me faltó decir que le pusieron sangre, pero resulta un poco obvio creo. Le sujeto la mano derecha con mi izquierda.

     Los médicos me dijeron la situación, tiene 3 vértebras de metal. Ya que las otras fueron destruidas casi totalmente en el choque del carro. No tiene que andar en silla de ruedas ya que su columna acepta de una manera sorprendente los aparatos de metal. Su madre dio la orden que nadie debía decirle a él de eso ni mucho menos a la gente ya que así parecería que su hijo tuvo una especie de milagro al no haberle pasado nada en el accidente, así lo tomarían como bendito según ella. Cosa que no sucedió solo creó un gran misterio. Eduardo despierta y yo casi que me abalanzo sobre él.

     - ¡Eduardo! ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Sabes quién soy? ¿Me escuchas? - digo rápidamente. 

     - Vamos, tampoco estoy tan mal -intenta sentarse en la cama más no lo logra, hace un gesto de dolor. 

     - No te esfuerces por favor. El doctor dijo que debías de tener mucho cuidado. Tienes que estar en reposo - le digo.

     - Sabes que debo trabajar, el reposo no existe para mí – termina sentándose al final. 

     - Por favor… no hagas esfuerzos – me parte el alma verle así. 

     - Estoy bien, tranquila. Más bien ¿cómo estás tú?

     - Yo estoy bien, no me pasó nada.

     - Tienes un brazo por la mitad ¿sabes? - me dice, como si no lo hubiese notado. 

     - No es la gran cosa – coloca su mano en mi cuello y lo acaricia. 

     - Casi mueres por mi culpa, perdóname. No te pude proteger - dice agachando su cabeza. 

     - Pero, ¿qué dices? Eres tú el que estuvo más cerca de irte que yo. 

     - Bueno puede que tengas razón – pone su mano en mi mejilla y no puedo evitar sonrojarme. 

     - …Me alegro mucho de que estés bien. No te vayas nunca, quédate conmigo - le digo. 

     - No te dejaré, tranquila. Aparte si alguien me llegara a abandonar serías tú a mí. De todos modos, creo que no te gusta mucho vivir en mi casa - me dice. 

     - No me refiero a eso…

     - ¿Entonces? ¿A qué otra cosa puedes referirte? - pregunta.

     Sus ojos de plata fundida brillan esperando mi respuesta, él ya conoce lo que voy a decir solo espera pacientemente a que lo haga. Pongo mi mano izquierda en su cabeza y lo atraigo hacia mí dejando mi boca al lado de su oído.



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En el texto hay: romance, dinero

Editado: 16.03.2020

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