El Cambio

Capítulo 21: Eduardo

     Al despertar todo da vueltas, salgo corriendo hacia el baño y al salir de allí recuerdo todo lo sucedido ayer. Erika está durmiendo en mi cama que por cierto está hecha un desastre. 

     Mi camisa está mal abotonada, mi saco está tirado en la cama parece ser que dormí sobre él. La alfombra bajo la cama está manchada con licor y eso lo deduzco por el vaso wiskero con licor sobre mi escritorio. Prefiero dejar todo como está y me voy a dar un baño. Luego debo tomarme unas pastillas para el dolor de cabeza. Al salir Erika está con mi teléfono en su mano, parece que está hablando con alguien.

     - Sí… no, no podrá asistir… Jaja perdón por las molestias y gracias – cuelga. 

     - ¿Qué haces con mi teléfono? Es más ¿desde cuándo sabes usarlo? - pregunto. 

     - Ah, no te sorprende esta pequeña cosita – sostiene el celular en alto para que lo vea - ¿Cómo se puede hablar con alguien a distancia? ¿No es fantástico? 

     - Sí, lo es. Y se llama tecnología. Ahora responde mi pregunta. 

     - Mmm… estaba llamando a tu trabajo para informar que hoy no vas a ir porque amaneciste mal de salud - dice como si nada. 

     - Nunca me enfermo, no te pueden creer. 

     - Pues lo hicieron, por lo menos en el hecho de que no vas a ir. No creas que no sé qué te mueres del dolor de cabeza. 

     - ¿Cómo lo sabes? - pregunto. 

     - Sus ojos se vuelven oscuros un momento y luego regresan a la normalidad - Olvidas que mi madre es o era, la verdad no sé si sigue viva, una alcohólica y drogadicta - dice. 

     - Cierto… perdón. 

     - Estoy enojada contigo, ¿por qué fuiste a emborracharte con whisky? Si es que es eso – señala el vaso - y no vodka o algún licor más fuerte. Toda la tarde noche la pasaste tirado en tu cama, borracho. Mientras yo ¡casi sufro otro infarto! 

     - ¡¿Qué?! ¿Estás bien? ¿Te sientes mal? - digo como loco. 

     - Estoy bien. Ahora, gracias a Richter llamó a un médico y me llevó al hospital, no estoy muerta. 

     - ¿Yo estaba aquí? ¿Cuándo pasó? 

     - Venias llegando del trabajo, el hecho de que me gritaras empeoró mi situación - dice. 

     - Perdón, de verdad. Perdóname fui un completo imbécil, me emborraché y te dejé a tu suerte. De verdad lo siento, no quería hacerte daño solo que tenía una migraña horrible y cuando tengo eso no puedo pensar bien. Te prometo que no volverá a pasar.

     Sin darme cuenta acabé arrodillado frente a ella, así que ella me sujetó de las manos y me hizo un gesto de que me pusiera de pie. Al hacerlo me dio un abrazo.

     - Está bien, pero de verdad no lo vuelvas a hacer - me dice con dulzura. 

     - No te preocupes, de ahora en adelante velaré por ti.

     El abrazo dura un gran rato. Por un momento pienso que está llorando, pero descarto la idea cuando se aleja de mí y no muestra señales de haber llorado.

     Luego me dice que debe irse a bañar a su cuarto y todo eso. Sale del cuarto luego de despedirse de mí, yo me pongo a buscar una pastilla para el dolor de cabeza que no deja de retumbar en mi cabeza.

 

M

 

     Me quedé un rato en mi habitación acomodando todo. Luego me cambié de ropa ya que no iba a ir al trabajo. Ahora llevo una camisa tipo polo de color azul, unos pantalones negros de mezclilla y un par de tenis del mismo color. 

     Eso que me dijo me dejó pensando, casi sufre otro infarto. Debo averiguar a qué se debió eso, aunque supongo que fue por no medicarse. Me incomodó mucho cuando Erika dijo que si no hubiera sido por Richter podría haber muerto.

     Bajo las escaleras, es la hora del almuerzo. Parece que soy el primero en llegar, eso es raro. Decido no preocuparme de más y me quedo esperando en mi silla. Luego de un momento bajan Erika y Carmen juntas. Erika lleva un vestido de día color vino corto por delante y largo por atrás, la falda es un poco volada. Se sostiene en unos tirantes que conforme suben se hacen más delgados. Tiene un escote normal, no revelador. Carmen trae uno turquesa de cuarto de manga, falda corta por la mitad del muslo. Y pues, bueno, mucha pedrería.

     No sé mucho de vestidos así que no puedo decir mucha cosa para describirlos, solo lo que veo. Erika se sienta a mi derecha y Carmen a su lado, las sirvientas se ponen a servir la comida.

     -Erika... –voltea a verme- te ves preciosa. Ese vestido se ve muy bien en ti. 

     -Gracias -contesta. 

     -Pero ¿Por qué tanta elegancia? 

     -Tenía planeado ir de compras con Carmen. ¿Algún problema? 

   -Para nada, me da gusto que salgas con Carmen -cuando la comida llega me da risa ver los rostros asombrados de Erika y Carmen. 

     - ¿Qué es esto? –dice Carmen. 

     -Salmón en salsa de eneldo. 

     - ¿Salmón? ¿Es un pez? –dice Erika.



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En el texto hay: romance, dinero

Editado: 16.03.2020

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