El camino hacia la redención

6.Revelaciones inesperadas

Al entrar, Azlan soltó los hombros de Shahana. Ella dejó a Muiz, quien entró corriendo con entusiasmo. Justo cuando Shahana se disponía a seguirlo, Azlan bloqueó su camino.

"¿Sabías que él estaba aquí?" Su voz llevaba un dejo de enojo, un sentimiento que no podía sacudirse, aunque sabía que su acusación carecía de fundamento. Necesitaba una reacción de Shahana. Algo. La visión de Riaz intentando hablar con ella solo avivó su creciente frustración. A pesar de sus circunstancias actuales, ella seguía siendo su esposa. Aún no habían finalizado su divorcio.

"No", respondió Shahana, su tono carente de emoción.

Intentó avanzar, pero Azlan sujetó su mano firmemente, su agarre en su muñeca apretándose.

"¿Estás intentando reconciliarte con él?" Los ojos de Azlan brillaban de ira. Viejas heridas se reabrieron, y recuerdos de traición inundaron su mente.

"Esto no es asunto tuyo. Nos dejaste aquí; ahora, vete", replicó Shahana.

"Parece que olvidas que aún eres mi esposa".

"¿En serio? Entonces, divórciate de mí y termina con esta farsa de relación. Ambos sabemos que no queda nada. Así que, libérame de esta carga", escupió Shahana amargamente, intentando liberar su muñeca.

Sus palabras atravesaron el corazón de Azlan una vez más. A pesar de las numerosas veces que ella lo había herido, no podía odiarla. El amor realmente era ciego, y Azlan era prueba viviente de ello. A veces, se resentía consigo mismo por aferrarse a la esperanza, incluso después de que ella la destrozara repetidamente. Hoy, ella extinguía esa esperanza por completo.

El agarre de Azlan en su muñeca se aflojó. Shahana se liberó y entró.

El cielo, antes despejado, se oscureció con nubes espesas, resonando con el tormento interno de Azlan con cada estruendo de trueno.

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Shabnam Faria, la abuela de Shahana, no pudo contener las lágrimas al ver a su amada nieta después de dos largos años. Shahana, en un estado emocional similar, se apresuró a encontrarse con su abuela tan pronto como pudo. Shabnam, que se estaba preparando para viajar a América para recibir tratamiento médico, recibió a Shahana con los brazos abiertos. Ella era la única familia que le quedaba a Shahana, y el vínculo entre ellas era inquebrantable.

Ese día, la madre de Riaz también visitó a Shabnam, a pesar del divorcio de su hijo de Shahana. Se disculpó profusamente por las acciones de su hijo, buscando perdón, que Shabnam, siendo un alma compasiva, otorgó de buen grado. Shabnam estaba contenta sabiendo que Shahana había encontrado un noble compañero en Azlan.

La casa de Shabnam, un edificio de dos pisos con un hermoso jardín abajo y los cuartos de vivienda arriba, tenía un lugar especial en el corazón de Shahana. Era un santuario donde encontraba consuelo y paz.

Cuando Shabnam puso los ojos en Azlan, su alegría no tuvo límites. Ajena a las tensiones entre Azlan y Shahana, lo saludó con calidez, ajena a la tormenta que se estaba gestando dentro de la familia.

"Debería irme ahora. Solo los dejé aquí", anunció Azlan, su desapego palpable.

"¡Ni hablar! Ha pasado demasiado tiempo desde que honraste nuestro hogar con tu presencia", insistió Shabnam, su afecto por Azlan evidente.

Azlan, que nunca había visitado el lugar antes, se vio incapaz de rechazar la hospitalidad de Shabnam.

"Nani (Abuela), él tiene trabajo que hacer. No puede quedarse", interrumpió Shahana, tratando de razonar con su madre.

La temperatura de Azlan aumentó.

"No es tan urgente como para que no pueda pasar un día aquí", retortó, de repente decidido a quedarse. Quería presenciar los verdaderos colores de Shahana de primera mano, entender la profundidad de su traición.

"¿De verdad te quedarás, Mamu (Tío)?", preguntó Muiz, su emoción evidente.

"Sí", afirmó Azlan, su decisión tomada. Shabnam brilló de alegría, mientras que Shahana permaneció estoica, su resentimiento evidente.

Azlan fue tratado con el mayor respeto como yerno de Shabnam. Si dependiera de Shabnam, habría preparado un banquete para su amado yerno. A pesar de su enfermedad, ella insistió en ir a la cocina. Shahana, después de mucha súplica, logró sacarla de la cocina y se hizo cargo de la cocina ella misma.

Con gran dificultad, Azlan logró llevar a Shabnam a su habitación y la instaló en la cama. Muiz se les unió por un tiempo antes de levantarse para jugar en el jardín.

Shabnam comenzó a relatarle a Azlan anécdotas de la infancia de Shahana. La describió como una niña tranquila pero amorosa desde una edad temprana. Compasiva y justa. Siempre que visitaba el pueblo, se integraba perfectamente, como si fuera una más. A su regreso, a menudo enseñaba clases de inglés y del Corán a los niños del pueblo de forma gratuita. Nadie podía decir, al mirarla, que vivía en la ciudad.

Azlan escuchó en silencio, absorbiendo cada palabra. Sabía que Shabnam decía la verdad. Tal vez la gente cambia, reflexionó.

"Todos en el pueblo aún extrañan mucho a Shahana. Los niños a los que enseñaba quedaron destrozados cuando se enteraron de que se había mudado a América", rememoró Shabnam.

"¿América?" La frente de Azlan se frunció en sorpresa. Las palabras de Shabnam lo dejaron atónito. Perdido en sus propios pensamientos, ella no notó su expresión perpleja.

"Sí. Estaba aliviada cuando dej

ó este lugar. Temía por mi hija. Aún recuerdo el día que fui al hospital después de su aborto espontáneo para verla. Mi pobre niña... estaba completamente destrozada. Pero me alegró saber que tú cuidaste de ella", continuó Shabnam, su voz impregnada de emoción.

Se volvió hacia él con una sonrisa, pero Azlan no pudo devolvérsela.

Permaneció inmóvil, luchando por dar sentido a sus palabras. ¿Aborto espontáneo?

Perdido en sus pensamientos, Azlan permaneció en silencio, luchando contra la avalancha de emociones que lo abrumaban. ¿Cuál era la verdad, después de todo?




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