El capricho de Morfeo

008 I Oscuridad humana

La pelirroja fijó sus ojos sobre el pequeño oso de peluche que estaba en medio de la gran cama de Morfeo, mordió su labio inferior, debido a que nunca se imaginó que un dios tuviese ese tipo de objeto, que usualmente lo poseían niños de seis años cuando le temen a la oscuridad.

Entonces, ¿Morfeo le tenía miedo a la oscuridad?

—¿Qué tanto es lo que estás viendo? —bufa Morfeo, cruzando sus brazos sobre su pecho que estaba ligeramente hinchado.

El peliblanco la barrió con la mirada, torciendo sus gruesos labios con el arco de Cupido muy marcado.

—¿Por qué tienes un osito de peluche? —replicó Nicoletta, señalando con el dedo índice el elemento.

Ella decidió omitir la altanería del dios, porque apretaba sus labios para no responder de la manera en que ella lo estaba deseando, por lo que desviaba sus propios pensamientos. Sin embargo, sabía que, si lo molestaba podría tener consecuencias para ella.

—¿Por qué te importa? —rugió mientras se dejaba caer en la cama para tomarlo entre sus manos y chasquear los dedos para desaparecerlos de la mirada.

—No tienes que ser tan grosero —resopló Nicoletta, cruzando los brazos sobre su pecho—. Todos los libros son una blasfemia —sintetizó, echando la cabeza hacia atrás, por lo que su cabello cayó en cascada.

—¿Qué libros? —interrogó Morfeo con confusión, pues el mundo de los humanos no era algo que le interesase.

—Ya sabes, los ficticios con la gran frase: "y cayó en los brazos de Morfeo"; refiriéndonos a que nos dormimos, y Morfeo es quién vela por nuestros sueños. Pero, aquí estamos, yo tratando de hacer que me devuelvas mi sueño en tu mundo, lo cual hace que ni la sombra en lo que los libros muestran. —Apretó los labios con fuerza, intentando no haber herido los sentimientos del dios.

—¿Por qué creerías en lo que los libros dicen? Ya ves, dicen que Cristóbal Colón descubrió América y nada que ver. Ahí había otras personas para cuando él llegó, yo creo si les das algo a los humanos, ellos los destrozarán sin piedad alguna, arrasando con lo que sea que se encuentre al frente de ustedes —replicó con un ligero asco reflejado sobre su rostro al torcer los labios, colocando una mano al frente, intentando de alguna manera frenar las acciones.

—No es cierto, no destruimos todo —negó con seguridad Nicoletta, ladeando la cabeza.

—¿Estás segura? —mofó, dejando caerse para sentarse sobre una nube que automáticamente apareció detrás de él, recogió sus piernas para cruzarlas enfrente—. Por favor, compártanle un poco a la inmunda humana. —Chasqueó los dedos.

Las ovejas parecían una maquina programada, porque juntos parecían ir caminando sin un espacio entre cada una hasta estar justo debajo de su dios, pero una bola rosa en montada en la blanca se veía muy pequeña. Nala era un completo desastre, pero muy amigable.

Nicoletta acreció la palma de su mano para apretarla por el insultó, pero decidió no fastidiarlo, porque su tiempo se estaba agotando. No le entendía muy bien al sistema de su reloj, pero la arena se le estaba agotando.

—Los humanos ocasionan guerras —inició la blanca, ronca, fijando sus grandes ojos en la humana.

—Y enfermedades, ningún de los dioses es que se las han mandado —continuó la oveja café en un tono más grave.

—Las enfermedades serán investigadas para encontrar una solución para la mayoría de los individuos —irrumpió Nicoletta, lamiendo su labio inferior, esperando haber ganado un punto a su favor.

Hecho que solo en sus fantasías iba a suceder.

—Los humanos definitivamente viven en una creación enferma, egoístas... —inició Morfeo sin posar sus ojos sobre ella con las cejas rectas—. La historia de la medicina no es nada como la han pintado, es horrible y por sus propias acciones, a veces me pregunté la circunstancia de su actuar, si era tal vez por el poder o por un bien común, en realidad.

—La medicina busca el bien común, definitivamente —refutó con indignación, colocando sus puños sobre su cadera—. Es lo único que se busca.

—¿Y los sacrificios? —mofó con ironía, colocando los ojos en blanco— ¿Las personas estaban de acuerdo en eso? ¿O solo fueron utilizadas? Porque de lo más terrorífico de tu humanidad —murmuró con desprecio, escuchando que su voz a lo lejos.

—Sí, pues se necesita hacer un poco de la experimentación para tener éxito.

—El hombre que consideran como "padre", es decir, como un pilar dentro de la ginecología asesino a muchas mujeres embarazadas...

—Sí, bueno, cabe la posibilidad de que Marion Sims hizo eso, por los muchos detalles que dio para su época, donde no había tanta tecnología para observar a las embarazadas y fetos con tantos fragmentos. —Nicoletta mordió el interior de su mejilla, era consciente de eso, pero sabía que podría salvar a miles.

—¿Por qué la vida de esas mujeres tendría menor valor que el de los otros miles de vida que se podrían haber salvado? Para mí, los humanos son unos sádicos que utilizan cualquier pretexto para justificar sus horrorosas acciones. —Lentamente, Morfeo se bajó de la nube esponjosa, inflando su pecho, luciendo más fornido.

—Si tanto mal causamos los humanos, ¿por qué no te deshaces de nosotros? —chilló ella, soltando un profundo suspiro.

—El resto de los dioses no me dejaron, yo les dije que ustedes eran un error. —Se encogió de hombros para restarle importancia—. Pero, eso no es tema de tu importancia —culminó al notar la palidez de la chica.

—¿Qué fue lo que te quitaron los humanos para tener tanto odio?

Los ojos del dios griego se oscurecieron, no había ni un pequeño destello. A Nicoletta se le heló la piel al prestar atención sobre su ojo blanco, preguntándose la razón de la heteronomía. Morfeo se sintió desagradable al notar la intensidad de la mirada de la inmunda humana, por lo que se echó un paso hacia atrás.

—Tengo hambre —agregó la humana después de unos momentos de inconformidad, que sentía la urgencia de devolverse a su propio mundo.



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En el texto hay: castigo, dioses, medicina

Editado: 08.10.2023

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