Intruducción. ✨

A menudo, cuando llegaba el anochecer solía charlar con mi creador, con Dios, una noche pedí una razón de vivir y me mostró su sacrificio en la cruz, otra le pedí una guía conocí al Espíritu, luego le pedí un hombre suyo, y llegó uno, un chico elegante. La primera vez que lo ví, me encontraba en la iglecia, escuchaba al director de alabanza cuando de repente sentí una atracción increíble, algo así como cuando el imán jala a metal, gire el rostro para ver que causaba aquello y me encontré con un joven, al instante volví la vista al frente, pero en cuanto entró mi Espíritu vibro, mi alma vibro, fue algo inexpresable. Lo tuve cerca unas dos o tres veces ese día pero nunca lo vi a la cara, porque sabía que al verlo a los ojos sería evidente ese sentimiento tan puro y único.
Paso un tiempo y durante el tiempo que no lo vi me sentía vacia, no hablo de un vacío de Dios, hablo de ese vacío que queda cuando estas lejos de una persona con la que te sientes seguro,pero cuando volví a verlo entendí la gran diferencia, ese joven me inquieto Espiritualmente no lo conocía pero me sentía en comunión con el, me puse en ayuno y oración, porque había personas pretendiendome, por alguna extraña razón llamó mucho la atención, algunas personas me dicen que es porque sienten que soy diferente, pero yo estaba esperando la bendición de Dios, esperaba que Dios me diera un hombre suyo, ese con el cual hiba a servir, casarme y durar todo el tiempo de vida que el Señor nos permitiera.

El chico de la estación del tren es un claro ejemplo de la idea de joven que yo quería para mi, una tarde mi papá estaba orando por mi y al terminar la oración me dijo:
                             –El señor tiene para ti, un varón de el, un varón del Espíritu, prepárate para él –
Desde entonces cada que hago una oración al Señor le recuerdo su promesa.