XLVI. La "amiga"
Abril Martinelli
— Claro que no. Además él es el molesto
Ella volvió a reír
— Sabes que probablemente no sa ha ido, ¿verdad?
Estuve a punto de negar eso y decir que seguramente ya se había ido, pero entonces recordé que era Alejandro, y que seguramente estaría afuera, escuchando nuestra conversación o simplemente esperando a que yo le abriera
— Pues que siga esperando, que yo no le abriré — digo decidida, Sam alzó una ceja antes de hablar
— Solo te digo, Martinelli, que está residencia es de mujeres, y sabes perfectamente que nuestras queridisimas compañeras no son unas santas. Y aunque no lo aceptes, Alejandro tiene lo suyo
Yo frunci mi ceño, y me puse de pie inmediatamente, dirigiéndome a la puerta, y al abrirla, pude notar que una chica estaba coqueteando con Alejandro, quien solo le contestaba lo necesario, sin darle señales de querer seguir hablando
— ¿Te gustaría acompañarme a..
— ¡Alex, que bueno que llegaste! — exclamó, tomándolo de la mano y dándole un beso en la mejilla. Él me sonrió divertido
— Sí me disculpas, pero vine a visitar a una amiga — le dice a la chica mirándome a mi de reojo. Ella le sonrió falsamente antes de mirarme mal e irse
Alejandro me miró divertido
— ¿Ya me dejarás entrar, amiga?
— ¿Así que a esas vamos? — le pregunto cruzandome de brazos, el rio mirándome
— ¿De qué hablas?
— No le tomes importancia. Pasa, amigo — él me miró con los ojos entre cerrados pero entró a la habitación
Saludo a Sam, quien me preguntó si quería que se fuera
— Tranquila te puedes quedar. Él ya se iba. Además que tengo que empezar a arreglarme para salir
Alejandro frunció su ceño, sabía que moría por preguntarme a donde iría, pero no quería decirlo
— Esta bien
Dijo antes de meterse al baño, supongo que para tomarse una ducha
— ¿Y bien? ¿Me dirás porque te comportaste de esa forma conmigo?
Yo lo mire, antes de hacer una mueca
— No me gustó la forma en la que le hablaste a las personas de seguridad. Y mucho menos que dijeras que eras tú el que se encargaba de pagarles, me incómodo mucho porque se que gastas dinero en mi para ellos me cuiden y no quiero ser una carga para ti
Él me miró antes de suspirar y hacer una mueca
— Debo admitir que tal vez si me pase un poco de como los trate. Y nada tiene justificación, pero saber que ese idiota se atrevió a acercarse a ti de nuevo y que te intento hacer daño me molesto demasiado... Y sobre lo del dinero de verdad perdóname por haberte hecho sentir incomoda, esa no era mi intención, yo no quería hacerte sentir mal. De verdad lo último que quiero esque el tema del dinero sea un problema para nosotros
Yo le sonreí un poco, él intentó tomarme de la mano pero yo no acepte. Me puse de pie y note que sonreía un poco
Sam salió en ese momento con el pelo algo húmedo dándome a entender que si había tomado una ducha, me miró antes de hablar
— ¿Por qué no te pones el vestido negro que compre hace unos días? — habla, yo la mire
Ella sabía perfectamente al juego al que me estaba enfrentando con Alex. Yo sonreí tomándolo
— Tienes razón.
Alejandro escaneo el vestido y note que fruncia un poco el ceño
— No es por correrte, amigo. Pero tengo que comenzar a prepararme. Y a cambiarme
Él me dedico una mirada, con una sonrisa de lado, pero no insistió y se puso de pie
— Nos vemos después, amiga
Él salió y yo suspiré. Escuché la risa de Samanta, provocando que yo la mirará
— Amo su relación
Confiesa comenzando a colocarse el vestido.
Yo la ignore y me dirigí hacia el cuarto de baño para darme una ducha rápida sin mojarme el pelo para no tardar tiempo en secarlo y así poder plancharlo
Después de casi una hora me comencé a poner el vestido negro que se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, resaltando cada parte de este. Mi cabello caía hacia abajo de mis hombros a punto de llegar a mi cintura. Estaba pensando en cortarlo, no era muy fan del cabello largo, pero aún tenía dudas para hacerlo
Me mire al espejo, totalmente satisfecha con el resultado. Era de esos momentos en los que te sientes muy linda y nada te baja de esa nube. Cuando te sientes inalcanzable...
Me gustaba mucho el cambio que había tenido, poder amarte era de las mejores cosas que te podría pasar en la vida. Verte al espejo y sentirte tan hermosa era el mayor logro de un ser humano. Admitía que había días en las que no podía ni siquiera verme al espejo pero esos días prefería no pensar en eso, no hasta que me volviera a sentir segura
Mi amiga y yo salimos cuando las chicas con las que iríamos nos informaron que ya estaba afuera
Note que Allen estaba afuera y se acercó a mi antes de que yo pudiera entrar al otro auto
— ¿Pasa algo? — preguntó, el me miró algo apenado
— Si, el señor Schieber me ordenó que no la dejara sola y la siguiera a donde quiera que fuera, señorita
— Pero iré con mis amigas a un bar, y sinceramente no me gustaría que estés a mi lado todo el tiempo
— Son órdenes señorita, no puedo permitirme cometer otro error, no sólo es mi trabajo el que estará en juego
Yo lo pensé un poco, antes de mirarlo y hablar
— Si me voy con ustedes y una vez que estemos ahí me cuiden desde lejos sería que estés a mi lado ¿no? Tampoco sería tan lejos como antes, pero si una o dos mesas alejados de mi