Era una tarde lluviosa, regresaba de mi instituto, caminaba a paso lento sin importarme que me estuviera mojando, me dió flojera ir a coger el bus. Los días lluvioso era mis días favoritos, por lo que opte caminar mientras las gotas rodaban por mi rostro, llegué a casa toda empapada por lo que mi madre sobresalto:
-¿¡Pero que fue lo que te paso!?–dijo exageradamente con sus ojos abiertos como plato.
-Nada madre, solo vine caminando–le dije como si nada, sabiendo que en cualquier momento me iba a resfriar.
-Ve a bañarte y baja enseguida que te tengo una sorpresa–dijo mi madre mientras subía las escaleras hasta llegar a mi habitacion.
Abri la puerta de mi habitación y fui directamente a bañarme, mientras me bañaba pensaba en la sorpresa que mi madre me tenía preparada, sin más salí y me puse mi pijama y baje.
¡Auch! Había chocado con el filo de la mesa que seguramente ya me habría dejado una marca. Tal vez se preguntarán porque choque, ¿acaso está ciega para no ver bien?. Pues mi madre había apagado las luces, cuando llegue a la mitad de la sala mi madre encendió las luces y con ella llevaba un gran pastel de mi sabor favorito.
-¡Feliz cumpleaños hija mía!–dijo mi madre mientras yo quedé asombrada por su pequeña y sencilla sorpresa. Me había olvidado por completo que hoy era mi cumpleaños. -Vamos hija sopla las velas–dijo mi madre entusiasmada y empecé a soplar ya que eran un montón que al parecer eran 18.
Pues si era mi cumpleaños número 18, no era fanática de las fiestas por lo que nunca fue necesario hacer una fiesta e incluso no hice una fiesta para mi cumpleaños número 15, para mi eran fiestas aburridas.
-¡Gracias madre!–la abrace tan feliz por su pequeña sorpresa. -Eres la mejor madre del mundo–pequeñas lágrimas empezaron a recorrer por mis mejillas, nos separamos y decidimos celebrarlo juntas.
Tal vez se pregunten por mí padre o mis hermanos, pues soy hija única y mi padre murió en un accidente automovilístico por tratar de salvarme. Fue muy doloroso para las dos, pero lo llevo en mi corazón como el «mejor héroe de mi vida».
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A día siguiente, los rayos del sol tocaron mi rostro, al abrir mis ojos encontré a una madre admirando mi rostro como si fuera su escultura favorita. Poco a poco fui abriendo mis ojos y mi madre me dió un leve beso en la frente para luego decirme:
-Despierta hija, tienes que ir al colegio. Ya está el desayuno.
-Ya voy madre, en unos minutos bajo–dije mientras me estiraba en mi camita para luego irme a bañar y ponerme mi uniforme, finalmente baje a la cocina donde me esperaba mi madre con mi desayuno favorito. Era tortas de harina con crema.
Luego de acabar mi delicioso desayuno fui a mi instituto donde me esperaba mi mejor amiga Vanessa, era con la que había compartido mis momentos de infancia.
-¡Hola Vanne!–note que tenía algo oculto detrás de ella pero no sabía que era, hasta que decidió hablar diciendo unas sencillas pero sinceras palabras:
-¡Feliz cumpleaños!–dijo al mismo tiempo que estiraba con sus manos aquel regalo que sostenía atrás de ella ocultandolo. La agradecí y la abrace tan fuerte que parecía chicle pegado a ella, hasta que toco el timbre anunciando el inicio de clases.
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Pasaron las horas y ya era hora de salida, tan rápido habían pasado las clases por lo que opte en acompañar a mi amiga a la parada de bus, espere a que llegara su bus mientras hablabamos. De un momento a otro apareció su bus y nos despedimos.
-Adiós Vanne, cuídate me mandas un mensaje cuando llegues a casa–eramos de esas amigas que nos cuidamos como si fuéramos hermanas.
-Adiós, igual tú me llamas para saber si has llegado a casa–fueron sus últimas palabras, la mire a través de la ventana y moví mi mano despidiendome de mi mejor amiga.
Llegue a casa y mi madre me esperaba para cenar, deje mis cosas en la sala para dirigirme al comedor y saludar a mi madre con un leve beso en su mejilla.
-Hola hija ¿cómo te fue?–pregunto curiosa.
-Me fue bien súper bien–le sonreí para después dirigir mi mirada al plato y pobrar un bocado . Mientras comíamos mi madre optó para hablar. Rompiendo el silencio.
-Hija necesito darte una noticia–su cara se puso sería, al verla así no podría decir que era broma lo que me iba a decir, así que solo decidí escuchar.
-Nose como vayas a tomarlo, pero para mí es una buena noticia.
-Madre tú sabes que para mí tu felicidad es más importante, así que dime ¿qué es?–esperaba con ansias su respuesta, pero al escucharla mi sonrisa que mantenía se desvaneció.
-Hija, he conseguido trabajo en Seoul.
¡Que! ¡Un viaje inesperado!
¡¡Hay Dios mío no!