Existían dos acontecimientos específicos en los cuales solía llenarse el auditorio del instituto: las incorporaciones de los estudiantes como bachilleres de la república y la visita de ciertos personajes famosos que venían a la ciudad para promocionarse, tomarse fotos o firmar autógrafos. Ni siquiera otros sucesos de mayor relevancia, como conferencias, charlas o presentación de proyectos tenían tanta acogida entre los adolescentes. Incluso en tiempos donde la figura de Scarlett trascendía a nivel mediático, no se había registrado algo parecido a un auditorio colmado de fieles fanáticos.
Sin embargo, la presentación de la candidatura de Liliane y Ryan a rey y reina del instituto constituyó en sí mismo un hito histórico.
— ¡Liliane, gracias al cielo! —agregó la Inspectora Melanie tras observar a la muchacha cruzar el portón principal con aire despreocupado—. ¿Dónde rayos te habías metido?
— Lo siento Inspectora Melanie... —respondió Liliane en medio de un ataque de nervios—. Resulta que tardé más de lo que esperaba en arreglarme y...
— Melanie... solo dime Melanie. Por cierto, te ves... preciosa.
— ¡Gracias!
Ambas mujeres sonríen complacidamente, se agarran de las manos y saltan, como si fueran mejores amigas. Melanie está especialmente animada esta mañana y la muchacha no puede dejar de fijarse en el vestido que trae puesto: consiste en una sola pieza de tono rojizo que apenas alcanza a cubrir sus muslos, deja a la vista sus hermosas rodillas rosadas y lo blanco de las pantorrillas. En lo concerniente al tórax, el vestido no era muy descotado, pero enseñaba más de lo que Melanie acostumbraba a enseñar. Traía el cabello recogido en una especie de colita de caballo y el maquillaje suficiente para iluminar su rostro más de lo cotidiano. Liliane muchas veces se preguntaba cómo una mujer tan hermosa como ella, a sus treinta y tres años, profesional y con un trabajo estable, aún no tenía la oportunidad de encontrarse con el amor de su vida, casarse y traer al mundo a un par de niños. Quizás se debía a lo inestable de su carácter: ella era un poco “seca” y “tosca” al momento de tratar con los hombres. No tardó en llegar a la memoria de la muchacha la figura del profe-sor de química, el Señor Roche, el más recordado de los pretendientes de la ahora Inspectora. Él era de esos tipos amables, comprensibles y “suaves”. Le gustaban mucho los niños y no lo hacía tan mal en su comportamiento con los jóvenes. Gran parte del tiempo parecía más un amigo confiable que en sí un profesor. Era la razón por la cual muchos de los estudiantes querían apuntarse a sus clases. Lo pasaban super divertido. Y que decir de Melanie, quien nunca trató de ser cautelosa, de disimularlo. Por ese entonces empezaron a pasar mucho tiempo juntos y hasta se llegó a murmurar que planeaban casarse, luego de celebrar dos años de relación.
No obstante, luego de las vacaciones en las que Liliane presumió orgullosa que iba a décimo de básico con las mejores notas de toda su carrera estudiantil, ocurrió lo inesperado: Melanie y el Señor Roche habían cortado definitivamente. Fue la noticia del regreso a clases.
Muchos aseguraban que la culpa recaía inevitablemente en Melanie, ella se había negado rotundamente a cambiarse de ciudad. Él había intentado disuadirla por todos los medios que aquello era la mejor opción, que le abriría las puertas a una nueva y ostentosa vi-da. Sin embargo, ella siempre se mostró reticente. Murió en su decisión de quedarse y él simplemente la abandonó. Y ella lo dejó ir. Crónica de una muerte inesperada...
Desde entonces su rostro se apagó, su carácter se tornó más severo y se convirtió en un ser poco carismático e indulgente. Liliane se sentía afortunada de haber entablado amistad con Melanie desde el inicio de su aventura en el instituto y por lo mismo ser de las pocas alumnas que ocupaban un lugar especial en su corazón. Eso le trajo muchas ventajas y privilegios, hasta el momento.
Lo cierto es que Melanie, en este viernes tan caluroso y colorido, parecía una mujer distinta a la de hace un año: había recuperado el rubor de sus mejillas, la proporción de sus labios y el brillo de sus ojos. Su piel volvió a recuperar la belleza de una treintañera y hasta se veía motivada, ilusionada. El sexy vestido no hacía más que ratificarlo. Después de todo, ¿no merecía Melanie una segunda oportunidad para amar y ser feliz?
— ¿Y Ryan? ¿Has visto a Ryan? —inquirió la mujer algo asustada y nerviosa—.
— Acaba de enviar un mensaje pidiéndome que lo esperara, que había tenido un pequeño contratiempo en el camino.
— ¿Nada serio? ¿Se encuentra bien?
— Quizás solo se trata de una redada policial. Ya sabe, esos tipos se inventan cualquier tipo de excusas para detener el tráfico.
Editado: 04.12.2019