El cuaderno mágico de Lili

Capítulo Final

Los espejos no mienten. Quienes lo hacen son los que se convencen que al mirarse son lo mejor: más atractivos, más altos, más delgados o atrevidos. Para Liliane, todo lo contrario. No tenía que convencerse que el acné no estaba ahí, que sus pechos eran perfectos o que tenía unas caderas peligrosas. Era ella y su cara llena de espinillas, la joven del cuerpo plano y uniforme de novicia, la chica de la mamá chiflada y el papá infiel.

— ¿Infiel? ¿De dónde saco esas tonterías?

De pronto, de reojo, observa una sombra misteriosa proyectándose a un costado del espejo. Puede ver una cabeza y un sombrero que se detienen a pocos metros de ella. Contiene la respiración lentamente y empieza a temblar.

Agarra valor entonces y da la media vuelta de golpe...

— ¡Dios! —exclama suspirando y recuperando el aliento—.

Afortunadamente, no hay nadie detrás de ella.

Todo ha sido producto de su imaginación.

Producto de las pesadillas que tuvo en las pocas horas que logró permanecer dormida.

Soñó que era la muchacha más hermosa del instituto, que se proclamaba reina y que tenía como enamorado a Ryan Carpio, el chico más carismático y atractivo de todo el conglomerado estudiantil.

Soñó que se había convertido en la mayor enemiga de Scarlett y que le había llegado a hacer la vida imposible, a tal punto de haberla humillado en público.

Soñó con un misterioso hombre de traje y sombrero negro, quien le hubo de obsequiar un objeto supuestamente mágico que cumpliría todos sus deseos y anhelos.

En fin, tuvo una amalgama infinita de sueños (o pesadillas), que la agobiaron durante el descanso.

 

Sale de su habitación y encuentra que el pasillo principal está a oscuras. Es extraño para ella, pues a las cinco y media de la mañana las lucen suelen estar encendidas. Alumbra con la linterna del teléfono hasta el final de las escaleras y camina sigilosamente sobre el piso alfombrado de la sala. Tal es el trauma que ha causado en ella su madre, que ahora mismo se imagina lo peor.

Da el primer paso en la cocina y observa una vela encendida sobre la mesa del comedor. Sentado detrás de la luz aparece Enrique, con un cuchillo en la mano y los ojos cerrados.

— ¡Papá! —susurra la joven en medio de un mar de lágrimas—

— ¡Shhh! —contesta Enrique al escuchar a su hija, poniendo los ojos en blanco—.

— ¡¡¡SOPRESA!!!

De repente, la luz de la cocina se enciende. Soledad aparece con un pequeño pastel en las manos mientras canta el “Cumpleaños feliz”.

— ¡Cumpleaños! —pregunta Liliane estupefacta—.

— ¡Por supuesto cielo! —contesta Enrique abrazándola—. Hoy es diez de octubre. ¿No me digas que lo olvidaste?

Por supuesto que Liliane lo había olvidado. Estaba claro. Tal era el trauma que había causado Soledad, que hasta descuidó el día más importante de su vida.

Y ayer estuvo a punto de perder la oportunidad de contarlo.

— ¡Mamá, casi me da un infarto!

Soledad sonríe y se acerca a su hija para abrazarla también. Ambas terminan sumergidas en un mar de llantos, mientras Enrique al costado toma el pastel y procede a dividirlo.

— ¡Aguarda! —exclama Liliane interrumpiendo la acción de su padre—. Debo pedir un deseo primero.

— ¡Lo siento! —agrega Enrique soltando el cuchillo—.

— Bien. Pide un deseo... —añade Soledad tomando a su hija del cuello—.

Liliane medita unos segundos su deseo y procede a soplar las velas, para completar el ritual. Todos terminan aplaudiendo y brindándose abrazos, mientras parten en pastel y lo sirven con una taza de té. Liliane agradece a sus padres el mini festejo y ambos le prometen un obsequio para la noche.

Enrique se dispone a tomar el autobús que lo lleva a su trabajo y Liliane se prepara para ir al colegio. Se despide con besos y abrazos y aguarda en el portal por el autobús del instituto.

En el trayecto, recuerda la nota pegada al espejo que había leído y se plantea sus propias conjeturas.

Ya en el instituto, camina despistadamente por el pasillo de entrada. De pronto, choca con una muchacha desconocida que se atravesó repentinamente en su camino, corriendo. Los cuadernos y una bolsa con esferográficos, marcadores y lápices de colores se derraman por el suelo atraídos por la fuerza de gravedad.



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En el texto hay: juvenil, drama, suspenso

Editado: 04.12.2019

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