Capítulo 11
El segundo crimen
-Entonces viniste- decía Adolf
Estábamos en lo que solía ser la cocina, parecía una escena de una películas, el estaba sentado en lo que sería el comedor en la cabecera, y me indico que me sentara en la otra punta, habían unas luces de velas en el suelo alrededor de la mesa, desde mi posición no podía ver su cara, él le daba la espalda a la pared que tenía una pequeña ventana que dejaba ver la esplendorosa luna
-cuéntame Rob, ¿has tenido problema en encontrar la casa?
-Adolf, nuestro “amigo en común” te está engañando, te encuentras en grave peligro
-Rob, ¿recuerdas tus días en el ejército?
-no hay tiempo para eso, por favor vámonos de aquí, sé que si vamos con la policía encontraremos a este loco y nadie más tendrá que morir
-el ejército Rob no te desvíes- parecía como si no me oyera
-¡maldita sea!, olvídate del endemoniado ejercito
-es importante Rob, todo parte de ahí – Adolf mantenía un tono de serenidad absoluta
-vamos Adolf, salvémonos a los dos, hasta donde recuerdo tienes una hija, te encuentras en grave peligro y no quiero que tu pequeña se quede sin padre
-ya no es tan pequeña-me interrumpió de golpe- ella está en la universidad
-ves-trate de usar eso como gancho- ¿no quieres sentir esa alegría que todo padre tiene de ver a sus retoños cumplir sus metas?, seguramente tiene un guapo y encantador novio y en unos años tengas a tu primer nieto, ¿vas a perderte eso por unas cuantas amenazas?, ven conmigo salvemos otras cinco vidas
-nuestro tiempo es corto Rob- perdí las esperanzas, nada de lo que yo diría le haría recobrar el sentido
-¿Qué quieres saber del ejercito?- dije derrotado
-todo lo que logres recordar
-pues no es demasiado, mi papá fue un militar de bajo rango y siempre hablaba de lo gloriosa que es la vida en el ejército, así que cuando cumplí la mayoría de edad me enliste , puedo decir que como soldado fui poco más que un desastre, en esa época necesitaba dinero y ser militar era una opción viable pero desobedecía a mis superiores, no estaba tampoco en la mejor condición física y siempre que podía me escapaba y luego…
-Luego-dijo interesado
-llego ese día, un tipo se infiltro al cuartel y se puso a robar comida de la cocina, era solo un vagabundo
>>recuerdo ligeramente esa escena, lo pusimos contra el suelo, uno de mis compañeros lo sujetaba y yo tenía el rifle apuntando hacia él, recuerdo que la vista se me nublaba, el pulso me temblaba y veía la cara de ese hombre, su cara pedía piedad, reflejaba que tenía hambre, que solo por eso lo hizo, no merecía morir, mi compañero me decía, “vamos”, “oh vamos”, “apágale las luces”
>>yo lo único que hacía era temblar, no podía hacerlo, él vino hacia a mí y dice “déjame mostrarte”, ¡bang! Y el pobre hombre dejo de moverse y murió- los ojos se me aguaron- el no merecía morir, el solo tenía hambre, a lo mucho un poco de servicio comunitario hubiese sido suficiente, esa noche aun me tortura, la risa del tirador, esa risa enfermiza, una vida interrumpida por el capricho de un soldado con abuso de poder…
-no es lo que busco-dice tajante
-¡Pues que mierda quieres!, sería más fácil decirme que mierda quieres, dejaríamos de tonterías, ¿mi vida en el ejército?, pues no la hay luego de eso, me emborrache como no tienes una idea y nunca regrese, estuve tres meses vagando por las calles, no estuve ni un año en el ejército y luego de eso me puse a repartir periódico y con el tiempo escale hasta convertirme en periodista y de ahí pase a ser un escritor
-todavía no estamos en sintonía Rob, que lastima, pensé que ya lo tenias
-¡¿tener qué?! , dímelo, eso haría más fácil todo
-No Rob, debes descubrirlo, solo diré que esa noche es clave
-¿clave?-el corazón me dio un brinco
-esa noche paso otra cosa, ¿Cómo se llamaba tu pueblo natal?
-Merks
-la respuesta está en Merks, esa noche
-pero, ¿Cuándo fue?- dije desesperado
-ya te di suficientes pistas
-Adolf, detengamos todo esto ahora por favor, vamos con la policía