Ahí estaba ella, mirándola fijamente. Lucía un atuendo bastante fuera de época.
—¿Qué es lo que quieres?—preguntó algo dudosa por cuál sería su respuesta.
—Tengo que cumplir con mi conminación y para ello necesito tu ayuda.
—No estoy dispuesta a ayudar. Esto es algo de locos... una estupidez, ni siquiera sé que paso.—Respondió Adele tratando de ser algo ruda, pues después de todo ella estaba muerta. No podía hacerle nada.
—No me importa tu indisposición, eres bruja y a partir de ahora todo lo que tuvo que ver con nosotras tiene que ver contigo. Sino decides ayudarme ten por seguro que encontraré una forma para regresar y cuando lo haga te arrepentirás de no haberme ayudado.
Adele se sorprendió por la dureza en las palabras de Relevancia, no pensó que le fuese a hablar de esa forma. No tenía más opción que colaborar así que decidió preguntar qué había pasado y en qué consistía su conminación.
—Hace siglos conocí y me enamore de Ramsés Tampsis, vivimos un romance muy lindo, todo hasta que Lion se enteró de lo nuestro. Le comunico a los demás lo que estaba pasando y ordenaron que nos apresaran a ambos. Así lo hicieron, pero no solo les basto con apresarme a mí sino que firmaron una ley donde toda bruja tenía que ser eliminada para que no se volviera a manchar el nombre de un Nosferatu. Gracias a unos familiares pude escapar del calabozo y empezar a huir de ellos, pero eso no les gusto, pues juraron destruir todo mi linaje hasta que al apellido Miller no existiera más en la historia y hasta ahora lo han logrado. Las brujas nos protejemos entre nosotras ante todo y no quiero que te pase nada, es por eso que necesito que me ayudes a eliminar a los Tampsis.
Luego de que terminara su pequeña historia Adele la miraba bastante horrorizada, pues sabia que esto no seria para nada fácil. Seguía sin encontrar una razón para ayudarla con su matanza, además ya todo había pasado.
—Entonces todo se reduce a tu historia de amor con Ramsés.
—No lo veas desde ese punto de vista, esto es una guerra, empezó conmigo y terminará contigo sino los detienes a tiempo.
—¿Que tengo que hacer?
— ¡Adele!—Habló Lucas mientras que irrumpía en la habitación.
—¿Con quién hablabas?—Preguntó mirando por toda la habitación tratando de encontrar a alguien, pero Relevancia ya no estaba allí.
—Con nadie.—Respondió ella un tanto nerviosa.
—Podría jurar que te he escuchado hablar.—dijo escaneándole la habitación una vez más.
—Seguro imaginaste, ¿Qué quieres?—le respondió Adele un tanto incómoda.
—Te buscan abajo.
— ¿Quién?
Adele se extrañó bastante, pues aunque venia aquí desde pequeña aun no tenía amistades. Matthew no estaba en casa, y Blake solo aparecería dentro de su habitación y listo.
—No lo sé, dice que se llama Ramsés, está en la sala.
— ¿Cómo dices? ¿Lo invitaste a pasar?
—Sí, apúrate.
Salió de allí sin decir una palabra más.
"Genial, Los Tampsis quieren matarme y uno de ellos me espera en mi sala, qué conveniente."
Llegó a la sala y lo vio de espaldas sentado en el sofá.
—Deberías enseñarle a tu hermano que no se deja pasar extraños a casa.
Este hablo como si hubiese sentido su presencia en el lugar, siguió caminando sin articular palabra hasta llegar frente a él.
— ¿Qué es lo que quieres Ramsés?
—Hablar.—dijo este sin ninguna expresión en el rostro.
— ¿Hablar de qué? Ya hablaste conmigo en la fuente me dijiste que ellos vendrán por mí y todo eso, ¿Qué más quieres?
—Solo quería hablar de ella, hay cosas de mí que no sabes aún, estas juzgando mal.
"Ella" Sabía muy bien a quien se refería. Acababa de verla y al parecer él lo sabía.
Adele con un poco de fuerza, nunca más que él. Lo tomo del brazo y la soco de su casa.
—Vámonos a otro lugar.
—¿Tu hermano no sabe nada aún?
—y será mejor que no por ahora.
Dicho esto empezaron a caminar a un parque del vecindario fueron en silencio todo el tiempo y cuando llegaron allí Adele solo dijo.
—¿Ella quién?
—No preguntes por algo que ya sabes, sabes perfectamente de quién hablo.—Habló esta vez mostrando impaciencia.
— ¿Qué quieres que te diga entonces?
—Ya la viste ¿cierto? Las leyendas de brujas dicen que las brujas muertas se pueden comunicar con sus descendientes.
—Sí, y me ha contado todo.—dijo Adele algo indiferente pero un poco curiosa por saber su punto de vista sobre el asunto. —¿Todo qué?
—Me ha dicho, todo lo que pasó entre ustedes, y lo que hicieron los demás.