A diez y medio años luz de la Tierra se encuentra el sistema Ran, el tercero más cercano al Sol. En las afueras de aquel sistema, el Cisne Negro se dirigía para remolcar una nave de colonos terrestres que había quedado varada en medio de la nada.
—Nunca antes había estado en este sistema —dijo Nova.
—Fue uno de los primeros en tener colonias humanas extrasolares. En AEgir, su planeta más grande, se ubica la principal de ellas.
Hacia allí se dirigía este transporte de suministros cuando sufrió una falla en sus motores, que lo dejó a la deriva..., y es justamente hacia su órbita hasta donde debemos remolcarlo; una vez allí, los colonos se encargarán de él —le comentó Rigel.
—Creo que ya lo detecto en los sensores, hay una nave al frente y está a solo unos pocos cientos de kilómetros de las coordenadas que nos dieron —informó en ese instante Spica.
—Llévanos hasta él. Fija curso de intercepción —le ordenó Rigel, y el Cisne Negro se acercó así a su objetivo.
—Es extraño, no puedo comunicarme con la nave de ningún modo, ni siquiera con su computadora; de hecho, no detecto ninguna señal saliente, al menos debería haber una baliza.
Creo que esta nave fue abandonada.
—¿Abandonada? Mmm... No me gusta, esto no me gusta para nada. Alista las armas, Nova, y prepárate para lo que sea —le instruyó Rigel.
—Lo estaba haciendo... ya están listas.
En ese momento, aparecieron varias naves en torno al Cisne Negro.
—¡Naves camufladas descubriéndose! —alertó Nova.
—Son cinco fragatas de la FDT, y una nave del GM, estamos totalmente rodeados —informó Spica.
—¿La Fuerza de Defensa Terrestre y el Grupo Majestic trabajando juntos? ¿Que rayos...? —expresó Rigel.
—Las tengo a todas fijadas como blancos, y ellas nos han fijado a nosotros... Solo espero la orden de ataque —dijo Nova nerviosa.
—Espera un instante, tratemos de tener un poco de calma. No podemos estar en una peor posición y, por más armas que tengamos a bordo, no somos rivales para todas estas naves.
—Lo sé, lo sé perfectamente, pero confío en poder acabar a un par de ellas..., con algo de suerte, claro está.
La situación era explosiva. El momento había escalado en tensión muy rápidamente...
—Nos solicitan un canal de contacto, capitán —dijo Spica.
—Ábrelo, a ver de que se trata todo esto —le indicó Rigel.
En la pantalla del puente del Cisne Negro apareció una vez más la imagen de alguien, una mujer, que era bien conocida:
—Cassiopeia, ¡estás completamente fuera de la jurisdicción de la FDT! —enfatizó Rigel.
—Sí, lo sé perfectamente...
—¿De que se trata esta emboscada?
—No es ninguna emboscada, Rigel. De hecho, quiero contratarlos para una misión.
Se hizo un compás de espera...
—Las fragatas acaban de desactivar sus armas —informó Nova.
—Tómalo como un gesto de buena fe de mi parte —dijo Cassiopeia.
—Haz lo mismo, Nova —ordenó Rigel—.
¿Contratarnos a nosotros? ¿Para qué puedes necesitarnos? La FDT tiene muchas más naves y armas que el Cisne.
En ese momento, la nave del GM irrumpió en el canal, dividiendo la pantalla en dos y apareció otra persona, un hombre esta vez, con quien la tripulación del Cisne Negro ya había establecido lazos de confianza:
—Es que ustedes tienen algo muy especial: una androide sigma.
—¡Doctor Barnard! —exclamó Spica feliz de verlo nuevamente.
—Hola, Spica, tanto tiempo sin vernos... ¿Cómo has estado?
—Perfectamente, y Electra también.
—Me alegra mucho saberlo...
La actitud de Rigel contrastó de inmediato con la de su subalterna:
—La respuesta es no —dijo con firmeza.
—¡Pero... si ni siquiera sabes de qué se trata, necio! —exclamó Cassiopeia molesta con su tono.
—Y no quiero saberlo. Sea lo que sea, ya me puedo imaginar que va a implicar el arriesgar a un miembro de mi tripulación. Además, no puedo creer que la FDT no tenga ningún otro androide sigma en algún lado.
—Oh sí, claro que tenemos, aunque no muchos... No obstante, dada la naturaleza secreta de esta misión, no podemos arriesgarnos a que nada, absolutamente nada, de todo esto, quede registrado en sus bancos de memoria.
Oficialmente, la FDT y el GM no tienen relación alguna.
—Por favor, capitán, la existencia de la humanidad dependerá de lo que hagamos —dijo Barnard.
—De acuerdo... Hable, doctor, lo escucho.
—Bien. Verá, el Grupo Majestic tiene uno de sus principales centros de fabricación de armas mecanizadas en este sistema, y está ubicado uno de los satélites naturales del planeta AEgir, se trata de Omega 0.
Allí es donde elaboramos la tecnología militar que utiliza la FDT. Tenemos un contrato de exclusividad al respecto.
—Mientras tanto en la Tierra todos piensan que la FDT persigue e intenta aprender a los científicos del GM por ser unos renegados que le venden su tecnología al mejor postor —expresó Nova indignada, y Barnard continuó:
—Hace unos meses, surgió un serio problema con la Inteligencia Artificial que controla el satélite.
Se planeaba automatizar toda la producción y, al mismo tiempo, dotar a la IA de nuevas capacidades que le posibilitaran, no solo la fabricación de armas preexistentes, sino también, la creación de nuevas...
Para ello, se edificaron y equiparon instalaciones muy específicas, como una amplia red de laboratorios destinados a la investigación y desarrollo de tecnología avanzada, y además se crearon complejos programas heurísticos, para la generación de ideas autónomas, los cuales le darían a la IA una avidez por la inventiva.
Durante la activación final, el sistema se apagó de súbito por una falla aún desconocida, inesperada... y cuando volvió a encenderse, algo había cambiado.
La IA se había denominado a sí misma: Ragnarok, y catalogado a todos los científicos presentes en las instalaciones como ineficientes e innecesarios, eran ya algo superfluo para ella.
Se intentó desactivarla de inmediato, pero no se pudo. Ragnarok utilizó entonces a los robots que allí se creaban para matar a todo el personal del GM que había en el satélite.
Al perderse el contacto con Omega 0, la FDT envió un grupo de reconocimiento, que fue el que alcanzó a reportar todo esto... antes de ser ultimado por unos nuevos robots híbridos, desarrollados mediante combinación de tecnología, lo cual dejó muy claro que Ragnarok está aprendiendo y evolucionando al hacer experimentos.
Días después, continuó, lanzando un inesperado ataque contra las colonias terrestres de AEgir..., las eliminó completamente, aún no sabemos que tipo de armas utilizó, pero fueron devastadoras.
Prosiguió, luego, a borrar todo rastro humano del sistema.
Este transporte civil, al que ustedes vinieron a remolcar, es un buen ejemplo. Fue atacado con un arma de pulso electromagnético, nunca antes vista, suponemos que montada en un drone, otro innovador diseño de la IA.
Quemó todos los circuitos a bordo de la nave, lo cual obviamente anuló el soporte de vida. Su tripulación murió en pocos minutos, congelada por el frío del espacio.
Creemos que nosotros nos encontramos a salvo de un ataque similar gracias al campo de camuflaje que manejamos, el cual nos mantiene a salvo de los sensores de largo alcance del satélite... al menos, por el momento, hasta que desarrolle nuevos.
Está claro que Ragnarok le ha declarado una guerra de exterminio a la humanidad, y tenemos que detenerla antes de que cree un ejército, lo cual está haciendo en este preciso momento.
—¡Pues vuelen el maldito satélite y todo el tema solucionado! Con un bombardeo de saturación sobre la superficie bastará, no quedará nada de nada —sugirió Nova.
—No es tan simple —dijo Cassiopeia.
—¡¿Y por qué no?! Quieren salvar sus preciosas fábricas de armas, ¿no es así? —le planteó Rigel.
—¡Perdimos varias naves ya, y fue por el simple hecho de acercarse con rumbo hacia AEgir!, muchos soldados han muerto... ¡Recurrir a ustedes no fue la primera opción que barajamos!
—Debido a la avanzada tecnología armamentística que se maneja en Omega 0, el satélite entero se encuentra fuertemente defendido.
Cualquier nave cuyo diseño ya figure en las bases de datos de Ragnarok, lo que significa, todas las desarrolladas por el GM, será atacada y destruida —aclaró Barnard.
—En definitiva: es una instalación invulnerable a cualquier ataque que podamos lanzarle desde la FDT —admitió Cassiopeia.
—Pídanle ayuda a la AE, entonces —les sugirió Nova con énfasis, al escucharla, sus interlocutores guardaron silencio avergonzados—.
Claro, ya entiendo... «La ropa sucia se lava en casa», ¿verdad? Que la Alianza de Especies no se entere de lo que hacen los humanos a sus espaldas, prefieren que mueran personas antes que admitir sus errores ¡ustedes me dan asco! —concluyó indignada.
—Bueno, bueno..., a todo esto, ¿para qué me necesitan a mí?, ¿qué tanto quieren que yo haga? —preguntó Spica, y fue Barnard quien le respondió:
—Por lo visto hasta ahora, las últimas características instaladas en la IA están funcionando a la perfección, como les dije hace un instante, ya ha comenzado a intentar desarrollar innovaciones, aunque solo mediante la mezcla de otras que ya conoce...
Suponemos que, seguramente, querrá asimilar nuevas tecnologías, y es ahí precisamente en donde entras tú, una androide sigma, algo completamente desconocido para ella.
Querrá analizarte a fondo, conectarse a ti, y eso es justamente lo que pretendemos.
Ragnarok es un programa de IA que opera bajo un potente sistema de supercomputadoras cuánticas; tu cerebro, en cambio, mi querida Spica, es algo aún más poderoso... tienes, en teoría, una capacidad de cómputo mayor.
Tú eres, en esencia, una hipercomputadora... y puedes vencer a cualquier otra tecnología creada por el hombre.
—Dijo «en teoría», doctor —le remarcó Rigel.
—Nunca en la historia se ha hecho una competencia directa entre una supercomputadora cuántica y una hipercomputadora... Cuando Spica vaya a Omega 0, la veremos por primera vez.
—¿Y cómo piensa hacerla llegar hasta allí?
—En el Cisne Negro, por supuesto.
—Un momento, acaba de decir que toda nave incluida en las bases de datos de la IA va a ser atacada por solo acercarse al satélite. ¿Qué, acaso, eso no incluye también al Cisne?, tengo entendido que su diseño fue hecho por un científico del GM.
—Su nave, mi estimado capitán, solo fue diseñada en parte por el GM... No puedo darle más detalles al respecto —reveló Barnard en un contexto de misterio.
—Es demasiado riesgo. Olvídelo, no voy a enviar a Spica sola en el Cisne a una misión potencialmente suicida.
—Ella no tiene por que ir sola, usted y Nova podrían acompañarla.
Para ello, les puedo proporcionar un par de avanzadas armaduras experimentales.
Es una tecnología que ha estado desarrollando el más brillante de los expertos en ingeniería robótica que tenemos en el GM.
Son protecciones de cuerpo completo, y tienen sofisticados sistemas integrados con la capacidad de ocultar sus señales biológicas totalmente —aseguró.
Se hizo un silencio...
—Me gustaría intentarlo —dijo Spica.
Rigel miró a Nova, y vio que su mirada era igual de decidida que la de su compañera, ambas estaban de acuerdo:
Está bien —dijo resoplando—, hagámoslo entonces...