El Destino De Annie Williams [nd#1]

Capítulo 3

Caminé hasta la cafetería, tenía mucha hambre, sobé mi estómago e hice un puchero al ver que estaba cerrada "por actividad interna" según lo que plasmaba el papel que estaba en la puerta.

- ¡No! - Grité. - ¡Esto es muy injusto! - Todos a mi alrededor me miraban y reían, algunos me miraban con pena y otros veían su comida y luego hacia mí como si no supieran que hacer. - ¿Qué? ¿Es que nunca han visto a alguien con hambre? - Exclamé y casi inmediatamente todos giraron y continuaron conversando, yo, por mi parte, empecé a caminar resignada hacia mi siguiente clase, la cual era nada más y nada menos que Educación Física. - ¡Gracias Destino! ¡Eres tan amable! - Exclamé con tono sarcástico recibiendo algunas miradas.

Rodé los ojos y seguí caminando hasta entrar a la instalación deportiva, porque sí, este lugar tenía otro edificio sólo para esa asignatura. Caminé hasta los vestuarios y tomé mi uniforme, me adentré en uno de los vestidores y procedí a cambiarme. El uniforme era simple, un suéter manga corta azul marino con el logo de la institución y unos pantalones negros con las tradicionales rayas blancas en los laterales de como tres dedos arriba de la rodilla.

Luego de realizada dicha acción me dirigí al centro del lugar donde ya estaban casi todos mis compañeros.

Mi estómago rugió y lo sobé lentamente.

- ¡Qué malo eres Destino! ¡Cuando te vea, si es que eres valiente para hacerme frente, te las verás conmigo! ¡La comida no se niega! - Grité al viento, olvidando, por un instante que la mayoría de mis compañeros se encontraban ahí, hasta que escuché que uno de ellos soltó una carcajada y luego fue seguida por la de los demás. Hice un puchero y los apunté con el dedo. - ¡Ingratos! ¡Rían ahora porque después no podrán, cuando tenga tanta hambre que hasta empiece a comérmelos a todos ustedes! - Exclamé con una expresión seria.

Al parecer todos se lo creyeron porque pararon de reír e hicieron muecas de horror, esta vez la que rio fui yo siendo seguida por todos. Iba a continuar hablando, pero fui interrumpida cuando la profesora entró junto con su compañero.

-Buenos días, estudiantes. - Dijo y todos formamos una fila y exclamamos la respuesta al unísono. - Hoy les haremos una prueba de resistencia. - Mencionó causando que soltara un gruñido cargado de frustración.

- ¿En serio? - Susurré mirando al cielo, la chica que se encontraba a mi lado- la cual reconocí como Catherine, una compañera de biología- soltó una pequeña risa. Le lancé una mirada cargada de odio y volví a prestarle atención a la profesora.

-Empezaremos dando 5 vueltas a la cancha, luego haremos 20 lagartijas y por último tomaremos una de las bicicletas ubicadas allí. - Señaló el lugar donde se encontraban. - Y daremos 10 vueltas al centro. - Dijo y todos mis compañeros empezaron a quejarse. - Sin excepciones. –Catherine, a mi lado, levantó la mano. - ¿Si señorita Fiore?

-Profe, podría por favor hacer una pequeñísima excepción con Annie. - Dijo mirándola apenada, yo abrí los ojos grandemente sorprendida. - Es que aún no ha desayunado y creo que su resistencia no será muy buena. - Murmuró y ella le dio una sonrisa, no es por presumir, pero yo era la mejor de su clase así que estaba casi segura de que haría la excepción.

-No hay problema, señorita Fiore. - Dijo. - Annie. – Miré a Catherine y le sonreí agradecida. -Dirígete a la oficina de maestros ahí está mi mochila, hay dos sándwiches, me dijeron que la cafetería estará cerrada, así que supongo que no encontrarás nada ahí, así que puedes tomarlos. – Explicó y yo asentí.

- ¡Gracias! - Me lancé a abrazarla. - Sei la mia salvezza! (Eres mi salvación). - Exclamé hacia Catherine causando que soltara una risa. - ¡Te adoro! - Me despedí con la mano y caminé hacia la sala de profesores.

Caminaba por los pasillos cuando de repente un mareo me envolvió, todo daba vueltas a mi alrededor. Me sostuve de una de las paredes tratando de estabilizarme.

- ¡Annie! - Exclamó una voz que reconocí inmediatamente, Tyler, su voz era ronca, sonaba suave y aterciopelada. - ¿Estás bien? - Cuestionó este sosteniendo mi cabeza, traté de enfocar mi vista, pero lo único que noté fueron ojos de color amatista, eran relucientes y me transmitían tranquilidad.

Iba a soltarme de la pared, pero otro mareo me golpeó y quedé inconsciente, pero antes pude escuchar como el desconocido emitía una frase.

-Ese maldito. - Lo escuché gruñir y todo a mi alrededor se volvió negro.

- Lo escuché gruñir y todo a mi alrededor se volvió negro

Desperté con un tremendo dolor de cabeza. Mi mente no podía formar una idea.

- ¡No puedes jugar así con el destino de las personas! - Escuché que gritaron, era esa voz, la voz de Tyler, así que permanecí con los ojos cerrados pendiente a la conversación.

- ¡Puedo hacer lo que se me pega la gana! ¡Estoy harto de ser tu sombra! - Exclamó otra voz totalmente desconocida para mí.

- ¿Mi sombra? No empieces con tu autocompasión, tú no eres el que tiene que permanecer oculto. – Replicó Tyler.

- ¡Pero tú no tienes que quedarte aquí, con estas estúpidas personas! - Murmuró en un gruñido la otra voz.

- ¡No hables así de ellos! No estaríamos vivos si ellos no existieran. - Explicó y suspiró pesadamente. – Y por si no te has dado cuenta, convivo con ellos todos los días. Mejor da gracias, eres la única persona a la que no puedo castigar por incumplir las normas del cuaderno. ¡Debes dejar de lastimar a las personas! - Exclamó lo último con pesadez.



#17509 en Fantasía
#37148 en Novela romántica

En el texto hay: desconocidos, destinos, cuadernos

Editado: 23.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.