El Destino De Annie Williams [nd#1]

Capítulo 22

Narra James: 

Jamás pensé que terminaría en una situación así, confinado en una pequeña celda, como si fuera un criminal esperando ser juzgado. Mi vida en este momento es un total caos.

Bueno al menos lo que queda de ella.

Si tan solo hubiese continuado con mi vida, después de todo nadie puede controlarme, soy prácticamente libre.

-Era. - Susurré para luego reírme levemente de mi desgracia.

Al resucitar me encontré con la sorpresa de que no se me había asignado cuaderno, por lo que supuse que continuaba teniendo la sangre de mi familia.

Suspiré pesadamente observando el piso de mi celda, las hormigas iban de un lado a otro, estaban unidas y por un segundo las envidié, envidié el hecho de que nadie les prestaba atención, envidié lo inseparables que eran y por sobre todo envidié su libertad.

Que estúpido soy, yo mismo provoqué todo esto, ahora ya es muy tarde para volver.

¡Pero el mundo me lo pidió!

Me pidió que robara el cuaderno de Annie, la hiciera besarme y luego devolviera el cuaderno a su antiguo portador, todo formaba parte de su plan. Y seguro el que yo terminara aquí encerrado también.

Meredith me ayudó bastante, contándome los avances de la misión, me informó que ya Ziel, Mike y Annie se habían conocido, que había cumplido con regresarle los recuerdos y solo quedaba esperar.

-El mundo me las va a pagar, Ziel se enojó conmigo. - Fue lo que dijo luego de contármelo para luego continuar con su misión.

Desde ese momento no volvimos a encontrarnos, desconocía completamente su misión, pero seguro debía estar cumpliéndola en este momento.

Pero yo no sabía que el mundo me pediría volver a vivir ese acontecimiento, si lo hubiese sabido me hubiera negado, se suponía que solo debía secuestrar a Robert, llevarlo al bosque y enviarles un mensaje a los chicos, que luego debía esperar a que Mike eligiera entre ellos, no ser yo una opción.

Cubrí mi cara con mis manos sintiendo las primeras lágrimas caer, me prometí a mí mismo no volver a llorar por ese monstruo, pero me era imposible.

Vivir ese momento otra vez, el momento en el que puse toda mi confianza y esperanza en mi padre para que luego él las destruyera de un disparo.

Cuando la bala impactó en mi espalda no sentí dolor, solo frío, un frío que me calaba los huesos, que no me permitía respirar.

Y lo entendí.

Era tan inocente que no lo pude ver en su momento, él jamás me vio como un hijo, me vio como un obstáculo que le impedía llegar a la cima. Me veía como una hormiga en su camino, una que no podía dejar seguir caminando, tenía que pisarla y así jamás volvería a interponerse en su camino.

Salí de mis pensamientos al escuchar el chirrido que provocaba la puerta de la celda al ser abierta, levanté mi mirada del suelo y la giré hacia esa dirección encontrándome de frente con el causante de todos mis males.

Gruñí levemente y vi cómo tras él entró también Mike, este se sentó a mi lado en la camilla mientras que Robert fue a una esquina de la habitación sentándose en el suelo. Carraspeó y me miró directamente, enarqué una ceja confundido.

-Y-Yo. - Volvió a carraspear para luego lanzarse sobre mí y apretarme entre sus brazos. - Lo siento. - Murmuró entre sollozos. - No estuve ahí para defenderte, no pude hacer nada. - Sentía sus lágrimas caer sobre mis hombros así que envolví mis brazos a su alrededor dándole palmaditas en la espalda.

-No tienes por qué disculparte, no es tu culpa. - Susurré apretándolo más.

-Si hubiera estado ahí, y-yo. - Lo interrumpí alejándolo para mirarle a los ojos.

-El hubiera no existe, no pensemos en lo que hubiese pasado, ya no se puede hacer nada, forma parte del pasado, ahora estoy aquí. - Murmuré colocando mis manos en cada lado de su cara.

Pero no estarás aquí por mucho tiempo. - Me recordé internamente.

-Es cierto, ahora estás aquí. - Dijo brindándome una sonrisa. - Luego de que todo esto pase, recuperaremos el tiempo robado. - Murmuró mirando indiscretamente hacia donde se encontraba Robert, este estaba con la cabeza agachada mirando el suelo como si fuera la cosa más interesante del mundo.

Así estabas tú hace unos minutos. - Se burló mi conciencia

-Bueno, no creo que hayas venido solo para esto, ¿Qué pasa? - Indagué y él me dio una mirada cargada de arrepentimiento.

-Es que nos hemos quedado sin celdas y bueno. - Dijo rascándose la nuca, nervioso.

-Quieres que Robert se quede aquí. - Adiviné mirándolo directamente a los ojos con una sonrisa plasmada en mis labios.

-S-Sí, sé que es difícil, pero es q-que. - Lo interrumpí poniendo mi mano en su boca.

Si eso es lo que quieres mundo, que así sea.

-No hay problema. - Dije y vi como sus ojos se agrandaban sorprendido, volví mi vista hacia Robert el cual ahora se encontraba mirándome con lo que pude notar era esperanza.

- ¿Enserio? - Cuestionó Mike volví a mirarlo y le di un asentimiento. - ¡Gracias! - Exclamó para luego darme un rápido abrazo y pararse de la cama. - Y tú. - Señaló a Robert. - No hagas algo de lo que puedas arrepentirte. - Luego de decir esto salió dejándonos solos en la habitación.

Todo se quedó en un silencio completamente tenso e incómodo, me tiré en la dura cama y me quedé mirando el techo. Oí como Robert carraspeó, pero lo ignoré concentrándome en las grietas buscándoles una forma.

Tonto, eso solo funciona con las nubes. - Me recriminé en la mente.

Robert carraspeó nuevamente y ya irritado giré a verlo, él me miraba nervioso apretando sus dos manos juntas.

Empecemos

-Yo, s-solo. - Levanté mi mano derecha en un gesto para que se callara y así lo eso.

- ¿Cómo te atreves a siquiera dirigirme la palabra? - Indagué mirándolo furioso. - Sólo hasta de cuenta que estoy muerto, después de todo tú me mataste y pronto, cuando todo esto termine volveré a morir.



#17511 en Fantasía
#37152 en Novela romántica

En el texto hay: desconocidos, destinos, cuadernos

Editado: 23.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.