El destino del alfa 2. (el destino 4.)

Capítulo 1.

Tres meses después.

- No me va a pasar nada – dice Phoebe un poco exasperada -. Venga, no vamos a tener otra oportunidad como esta.

- No pienso permitir que seas el cebo – dice Nick también exasperado.

Hank y Wu estaba con los brazos cruzados viendo la discusión que los dos estaban teniendo. Se encontraban en la casa de Nick y Adalind, ya que tenían un caso y resultaba que este era uno sobrenatural. Se trataba de un lobo que estaba matando a muchas chicas y siempre las cazaba de madrugada, cuando ellas salían de la discoteca. Las victimas siempre habían estado solas minutos antes del ataque, así que habían vigilado todas las discotecas y estaban muy seguros en cual iba a estar esta noche. Por eso mismo estaban discutiendo. Phoebe cumplía con las especificaciones que le gustaba al lobo. Era morena de ojos claros y si creía que iba borracha pensaría que sería una presa fácil. Nick no pensaba igual. No quería poner en riesgo a Phoebe, ya que para él era como su hija.

- No te estoy pidiendo permiso – sentencia la chica -. Lo pienso hacer. No podemos dejar que ese lobo siga matando.

- Siento decir esto – interviene por fin Hank -, pero Phoebe tiene razón. Además, nosotros estaremos ahí, no vamos a dejarla sola.

Unos golpes en la puerta hace que Nick vaya a abrir y cuando vuelve no lo hace solo, Monroe le acompaña.

Este era muy amigo de Nick y era un lobo. Le ayudó mucho cuando supo de los seres sobrenaturales y por eso mismo se hicieron buenos amigos. Fue gracias a Nick que el lobo conociera a su mujer Rosalee, una loba.

- Me acabo de enterar – mira a todos con cara de preocupación -. Ha sido un lobo, ¿verdad?

- Sí – asiente Phoebe -. ¿Cómo lo sabes?

- Han llegado a la ciudad lobos que no conozco de nada – contesta Monroe -. Solo he visto a cuatro, pero puede que sean más.

- ¿Una manada? – pregunta Wu.

- Es posible. Están cerca de aquí – Monroe mira a Nick -. Los he visto viniendo hacia aquí, así que e unido cabos con lo que me habías contado.

- Nick, deberías ir con Monroe a hablar con esos lobos, Wu, Hank y yo iremos a por ese lobo que mata gente.

- Está bien, pero irás bien armada. En la caravana encontrarás todo lo que necesites.

Asmodeo estaba de los nervios. No sabía porque había accedido ir con los alfas a esa ciudad. Desde que había recuperado la memoria no había descansado en su búsqueda de Phoebe. Tenía que encontrarla fuera como fuera.

- ¿Por qué estamos aquí? – gruñe As.

- Ya te lo hemos dicho – dice Joseph -. Creemos que Phoebe está aquí por lo que vi en una página web de la policía.

- Portland es muy grande – gruñe el caído y se marcha.

La desesperación lo estaba matando. No podía creer lo que su madre había hecho. Primero Miguel la secuestra y tuvo que esperar los seis meses más largos de su vida y justo cuando la encuentra, creyendo que va a pasar el resto de su vida con ella, aparece Caliane y se la vuelven a arrebatar.

Empezó a caminar sin rumbo por la ciudad, desesperado y sin ganas de vivir. Phoebe era la única mujer que había conseguido que se sintiese vivo y sin ella no era nada.

Cuando Phoebe bajó del piso de arriba todos se quedaron boquiabiertos. Si no supieran que era ella no la reconocerían, ya que nunca la habían visto tan arreglada. Phoebe era muy guapa, pero eso de maquillarse no era lo suyo. Le gustaba ir al natural, y aún así seguía siendo hermosa. Tampoco era muy normal verla con vestido o falda, pero ahora llevaba puesto un vestido. Era negro con cuello alto y manga larga, hasta ahí todo bien, pero cuando bajaron un poco más vieron que el vestido era bastante corto, pero apenas se notaba por las botas que se había puesto. También eran negras y le llegaban por encima de la rodilla.

Todos volvieron su vista a la cara de Phoebe. Se había maquillado, sombra negra ahumada y labios rojos. El cabello se lo había dejado suelto, con sus ondas enmarcando su hermoso rostro.

- Wow – dice Monroe -. Phoebe, no pareces tú.

- ¿Gracias? – dice ella con una sonrisa confusa -. Solo me falta coger las armas.

Nick señala la mesa del comedor. Habían dos pistolas, varias dagas y un machete.

- Monroe y yo nos vamos ya – dice Nick preocupado, no le gustaba la idea de dejar sola a Phoebe -. No hagas ninguna tontería por favor.

- Llevaré cuidado.

Phoebe coge las dagas y se sube un poco el vestido. En el muslo tenía una funda para guardar las dagas. Una de las pistolas la guarda en su bolso y otra en la bota, solo le faltaba el machete, pero no sabía donde meterlo.

- Usa esto – Hank le pasa una funda que parecía una mochila -. No tendrás que quitarte el abrigo.

- No importa – dice ella encogiéndose de hombros.

Cuando ya iba armada se despide de Nick y coge su abrigo negro y un gorro de lana. Hacía un frío de muerte y le daba igual que eso estropease su vestimenta. No le había costado mucho arreglarse, por lo que se veía tenía practica con eso, pero no solía hacerlo muy a menudo. Le gustaba ir cómoda con unos pantalones y a ser posible zapatos planos, pero si iba como siempre no llamaría la atención del lobo.

Ya eran casi las once de la noche, solo tenía que estar un rato en la discoteca y salir entrada la madrugada. Se le iba a hacer un poco tedioso eso de salir sola. Normalmente salía con Teresa, pero la chica se había marchado de la ciudad ya que había descubierto que muchos lobos se estaban reuniendo y quería saber si eso era bueno o malo.

Hank y Wu se marcharon después de Phoebe, siguiendo el taxi en el que la chica se había marchado. Nick y Monroe hicieron lo mismo, pero se marcharon en la dirección contraria. Debían saber que se proponían esos lobos que habían llegado.

Fueron a pie, ya que Monroe le dijo que la casa estaba cerca de ahí, y cuando llegaron Nick se quedó un poco traspuesto. Recordaba la familia que había vivido en esa casa, ya que la hija de estos fue al mismo instituto que él. No supo que fue de ellos, solo que se marcharon de la ciudad el mismo día que un lobo gigante fue visto correr tras un coche.




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