Durante los días que mi tío pasó en casa de mis padres, tuve que ser extremadamente cautelosa. Aunque sabía perfectamente que mientras él estuviera allí no debía usar mi poder, esa precaución no disminuía la posibilidad de que me descubriera; al contrario, la aumentaba.
Desde su llegada, el espíritu del fénix dentro de mí no había dejado de estar inquieto, y esa sensación extraña confirmaba mis sospechas: él no había venido a este lugar por simple casualidad, sino atraído por un llamado ineludible.
No podía comunicarme con el espíritu del fénix como si fuera una persona normal. Para comprender lo que le sucedía con palabras, debía alcanzar un grado de conciencia que solo se lograba con años de cultivación en el Reino Inmortal, pudiendo así verlo con mis propios ojos y hablar con él. Pero en mi estado actual, después de tantos años sin cultivar mi poder, solo podía sentir su presencia más fuerte cuando intentaba comunicarse conmigo, intuyendo sus pensamientos, ya que, después de todo, estaba dentro de mí.
Así que solo me quedaba esperar y observar cómo se desarrollaban los hechos con mi tío Zhou. Si él sabía quién era yo y tenía algo que comunicarme, lo haría sin rodeos y directo al grano.
Cada día, mientras realizaba mis tareas diarias, no dejaba de observarlo, buscando alguna señal que revelara el verdadero propósito de su visita.
Su presencia era un constante recordatorio de mi pasado y de mi verdadera naturaleza, algo que había tratado de dejar atrás. Sin embargo, mi pasado estaba marcado por un hecho muy difícil de olvidar, y la inquietud que sentía mi espíritu, la reactivación de mi antigua "yo" del pasado, no me tranquilizaba en absoluto.
Me movía por la casa con una aparente calma, pero mi mente estaba alerta, analizando cada gesto, cada palabra de Zhou. Sabía que su visita no era fortuita, y aunque la incertidumbre era abrumadora, debía estar preparada para cualquier eventualidad.
El destino había traído a mi antiguo maestro a mi vida nuevamente, y pronto descubriría el motivo de su llegada.
Esa noche me dormí temprano, sin saber que sería una noche de revelaciones.
Mientras dormía profundamente, un destello familiar irrumpió mi sereno dormir; su calidez resonaba con una familiaridad reconfortante.
– Fenghuang, ¿eres realmente tú?
– Así es, querida Mei Feng. Durante este tiempo atrás, he tratado de comunicarme contigo.
– Sentía intensamente tu presencia dentro de mí, pero no podía hablar contigo, pensé que aún no era el momento de hacerlo, ¿por qué ahora sí?
– Porque aunque estes en otro cuerpo, eres la diosa fénix y comunicarme contigo ya no es un problema.
Su voz femenina, suave y aterciopelada, era como una caricia para mis oídos.
– Entiendo. Pero... ¿Qué te ha traído a mis sueños? ¿Por qué has querido todo este tiempo comunicarte conmigo?
– Es por la inesperada visita de Zhou.
– ¿Él sabe que tú estás dentro de mí?
– No, pero percibe que mi presencia está cerca.
– Si es así. ¿Por qué me está buscando?
– Gu Shen. La antigua deidad del caos, ha resurgido. Se ha liberado de su prisión, porque la magia que lo mantenía cautivo se ha debilitado.
– La prisión que retenía a Gu Shen, fue sellada por la antigua Diosa Fénix, mi antepasado, con la magia más pura y poderosa del Reino Inmortal. ¿Cómo pudo escapar?
– Cuando dejaste el Reino Inmortal, antes de caer a la tierra, dividiste tu poder en dos partes y a consecuencia, parte de tu cultivo se perdió. Una de esas partes está en ti, que es la que me permite hablar contigo, la otra se encuentra en el Reino Oscuro, hogar de los demonios.
– ¿En el Reino Oscuro? – pregunté, esforzándome por recordar.
– ¿Acaso no recuerdas nada?
– ¿Recordar qué?
– Daiyu... se encuentra en el Reino Oscuro y ha sido criada y educada en ese lugar.
Mis ojos se agrandaron como platos.
– ¿Cómo puede ser posible que Daiyu se encuentre en el Reino Oscuro, si la dejé al cuidado de mi maestro en el Reino Inmortal?
– Eso deberás preguntárselo a él.
Y con esta última revelación, Fenghuang se desvaneció y desperté.
Ahora, sin importar qué, debía hablar con mi maestro y exigirle una explicación.