El Destino del Fénix

5. El Presagio de Daiyu

Mientras tanto en el Reino Oscuro...

Recientemente había tenido sueños extraños acerca de mi madre a quien nunca conocí, pero siempre sentí cerca, como una presencia cálida que me acompañaba en los momentos más solitarios.

En ellos, veía a mi madre con una claridad que me dejaba atónita, como si realmente estuviera ahí conmigo. 

Últimamente, sentía que ella estaba más cerca que nunca, como si su espíritu hubiera regresado al Mundo Inmortal.

A pesar de mis dudas, decidí contarle sobre ellos a mi padre, el Rey Demonio.
Temía que no me creyera, pero la intensidad de estos sueños me impulsaba a buscar respuestas.

Me dirigí a la sala principal del palacio, un lugar oscuro y majestuoso, con columnas de obsidiana decoradas con figuras de dragones de ojos dorados, los cuales se asemejan al color de ojos de mi padre.

Las estatuas de demonios parecían cobrar vida bajo la luz parpadeante de las antorchas, y el ambiente, estaba impregnado de un aura sombría, con destellos rojos y naranjas, representando el inframundo.

Mi padre, como de costumbre, estaba sentado en su trono, rodeado de una atmósfera de poder y serenidad, y con sus ojos cerrados apoyando su cabeza en su mano derecha, como organizando sus pensamientos.

Al escucharme entrar, el abrió sus ojos color avellana dorado, y su rostro serio y hosco, se iluminó con una sonrisa cálida que siempre conseguía tranquilizarme.

– ¿A qué se debe esta grata visita? – preguntó, con su voz suave y aterciopelada. – No sueles venir muy seguido aquí, ¿qué te trae por estos lares?

Me acerqué lentamente él, y dejándome un espacio en su trono para tomar asiento, apoyé mi cabeza sobre su hombro derecho y expresé:

– Recientemente, he tenido sueños muy extraños.
– ¿Qué sueños? – preguntó con curiosidad.
– Un sueño en el que veo a mi madre, la Diosa Fénix, regresar al Mundo Inmortal. – dije, apartando mi cabeza sobre su hombro y mirándolo. – ¿Qué crees que signifique, padre? ¿Será posible que madre haya vuelto a este mundo y nosotros no lo sepamos?

Yuanzhi, mi padre, quedó pensativo ante mi revelación.
Él conocía perfectamente el vínculo profundo que compartía con mi madre a través del Cristal del Renacimiento, el cual nos conectaba a ambas más allá del espacio y el tiempo, lo que podía significar que mi sueño no era una simple ilusión y hubiera una posibilidad de que estuviera cerca. 
Esto llenaba mi corazón de esperanza, la cual temía albergar.
Mi padre me abrazó y nuevamente apoyé mi cabeza sobre su hombro. No quería ilusionarme sin fundamento, así que solo se limitó a acariciar mi cabeza con suavidad y ternura, expresándome palabras de consuelo.

– No puedo asegurarte querida, que lo que dices sea verdad. Pero puedo estar seguro de que tu madre, sea donde esté, siempre está contigo para que no la extrañes. – dijo, lleno de amor y certeza.
– Lo sé. – respondí, aunque mi corazón se aferraba a la esperanza de que esto fuera verdad. – Probablemente ese sueño que parece tan real, sea producto de mi propia imaginación, por querer desesperadamente estar con ella.

Abracé a mi padre con fuerza, deseando que mi sueño se hiciera realidad y no fuera simplemente un acto de mi imaginación.
El palacio, con sus altos techos y sus puertas de obsidiana, resonaba con el eco de mis deseos, sentí en ese abrazo, la unión de nuestra familia y la fuerza de un amor que nos mantenía unidos más allá de todos los reinos del mundo y de aquellos enemigos, que hicieron hasta lo imposible, por alejarnos el uno del otro.


 



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En el texto hay: dioses, reencarnación, antigua china

Editado: 15.08.2024

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