El Destino del Fénix

8. Reflejos en el Agua

Cuando escapé de la mirada penetrante de Li Wei, pude respirar con calma.

Aunque frente a él aparenté cierta tranquilidad, en realidad mi corazón latía desbocadamente y la calma, recién llegó cuando me adentré en los jardines del palacio, donde las flores y los susurros del viento parecían ofrecer consuelo. 

Sin embargo, eso no me ayudó a escapar de mis propios recuerdos. Aún seguía recordando la traición de Li Wei y de cómo un amigo de la infancia se convirtió en mi tormento.

Pensé que lo había perdonado hace mucho tiempo, pero cuando los mismos volvieron a florecer, me dí cuenta que nunca los olvidé y que aún seguían presentes en mí.

Perdonar es olvidar y yo nunca olvidé.

Me senté junto a la fuente, el agua cristalina reflejaba mi turbación, mi tío Zhou apareció con su mirada sabia y comprensiva, no se necesitaba palabra alguna para saber que algo andaba mal; mi rostro era un poema.

– ¿Qué pasó? – preguntó con voz suave y aterciopelada.

– Me encontré con Li Wei. – confesé, sintiendo cómo las palabras pensaban en mi pecho. – Pensé que al verlo nuevamente, no me provocaría tanta perturbación, pero resultó ser todo lo contrario. Creí que lo había perdonado, pero internamente así no fué. Cómo la deidad que protege a todos por igual, tendría que haber dejado este hecho atrás y perdonar a quienes me hicieron daño, pero realmente no fue así.

Zhou se sentó a mi lado y dijo:

– A veces el perdón es más difícil cuando el culpable es alguien cercano, anteriormente eran amigos inseparables, lo que te hizo te dolió y sigue doliendo. Sin embargo, el arrepentimiento en sus ojos, cuando dijo que construiría este palacio en tu honor, fue genuino y aún sigue siéndolo. 

Quedé mirando a mi tío pensativamente, puede que tuviera razón, pues al hablar de su antigua amiga, noté nostalgia y arrepentimiento. La verdad no dudo de que esto fuera real, pero eso solo el tiempo lo dirá.

***

Dejando esto lado, debía centrarme en el hoy y el hecho del porqué había vuelto al Reino Inmortal. Debía centrarme en mi misión principal que era encontrar a Gu Shen.

Ese mismo día, comencé mis lecciones en el Palacio de Cristal y mi tío me presentó a mi primer maestro.

– Mei Feng, te presento a Leizhen.

– Es un gusto conocerte, Mei Feng. Hace un rato, tu tío me habló muy bien de ti y de tu dominio en alquimia.

– Es un placer conocerlo, maestro Leizhen. – respondí con una leve reverencia. – Espero ser una alumna adecuada para usted, pues, como bien le dijo mi tío, dominio la alquimia, pero las artes marciales, no tanto.

– Esa es tu habilidad primaria y es muy útil en batalla. – dijo, sonriendo. – Lo demás, viene a fortalecer tu poder inicial. Pero no te preocupes si a la primera no sale, todo es un proceso.

Aunque el maestro tenía razón, de todas maneras, yo no me podía dar el lujo de que ese proceso fuera tan lento para mí. Gu Shen, estaba suelto por ahí y no podía permitir que su poder se extendiera a través de las sombras por los rincones de los tres reinos.

Solo me limité a sonreír y me quedé en mi primera clase de artes marciales, donde conocí a nuevos amigos y un nuevo enemigo.



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En el texto hay: dioses, reencarnación, antigua china

Editado: 15.08.2024

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