El Diario de Susan Lowell (trilogía "Los Diarios")

El Armario

Estaba totalmente sorprendida de que hubiera funcionado, tomé la puerta del closet y la abrí, detrás de ella una habitación sumida en la penumbra me dio la bienvenida. Me apresuré a buscar una linterna para intentar alumbrar el sitio. Con el pequeño haz de luz que emanaba del aparato no pude ver gran cosa. Apunté a todos lados con la esperanza de hallar algún interruptor, lo único que alcancé a ver fue una de esas pequeñas cuerdas que colgaban como encendedor. A su lado había un bombillo y asumí que si la jalaba se encendería. Solo esperaba que no explotara de pronto. La jalé y automáticamente se iluminó el lugar.

Era una habitación cerrada y pequeña, a simple vista no contenía nada fuera de lo común, tres baúles dispuestos en tres lados del pequeño cuarto eran lo único que me daba la bienvenida. Si Susan había escondido un secreto seguramente estaban allí guardados.

Me acerqué al primer baúl; el que estaba más cerca a la puerta y lo abrí; por suerte no estaba cerrado, tenía algunas fotos de ella y de su familia, también algunos regalos que supe que le habían dado sus amigas porque aún conservaba las tarjetas que decían “con amor, para Susan. De tu amiga Caro” había una pequeña cajita de música y algunas hojas con notas sin importancia. Lo que más me llamó la atención fueron las fotos, eran muy viejas, en la parte posterior rezaba el nombre “Robert Lowell” y la otra tenía escrito el de “Patrick Lowell” junto a la fecha “1980”. Imaginé que debieron ser antepasados de su familia por los apellidos. Las dejé allí y prácticamente corrí al otro baúl.

Este también estaba sin llave, lo abrí con premura, esperando ver algún objeto revelador que me aclararía todas las dudas que se formaban en mi cabeza. Pero este tenía menos cosas que el anterior. Un block de dibujos con algunos paisajes y dibujos hechos a lápiz de Jason, en realidad la mayoría de los dibujos eran del rostro de Jason, y no estaban mal dibujados, a decir verdad, lo dejé a un lado y seguí revisando, había un pequeño alhajero, pero no pude abrirlo; necesitaba una llave. Seguí requisando dentro del baúl, pero no hallé nada parecido a una llave; además de eso había una hoja suelta, tenía una figura extraña de formas geométricas, círculos y triángulos, al principio no le encontré ningún sentido, luego me di cuenta de que era el jardín, “¿por qué Susan habrá dibujado el jardín?” pensé. Ciertamente era muy extraño ese lugar, quizá ella también lo estaba investigando. No había nada más allí.

Abrí el último baúl esperando encontrar la llave del alhajero o al menos el diario de Susan, me acerqué y levanté la tapa con parsimonia, no opuso resistencia. Sentí un momento de tensión mientras revelaba lentamente lo que había dentro, pero para mi sorpresa, estaba vacío.

Resoplé frustrada, algo enojada tal vez. Después de todo lo que había hecho para encontrar el código me decepcionó saber que no había nada allí que me ayudara a descubrir los misterios de este lugar. Miré con más detenimiento el suelo del cuartito, completamente cubierto de una gruesa capa de polvo. Estaba dispuesta a buscar respuestas fuera como fuera; cual detective, examiné todo el lugar en busca de pistas, incluso lo más mínimo. Me sentí como Sherlock Holmes por unos instantes. Solté una ligera risita de complicidad conmigo misma cuando noté que el baúl había sido movido; y me di cuenta porque el lugar hacia donde fue desplazado tenía la capa de polvo más delgada que la del resto de la habitación.

Empujé el baúl hacia la esquina, detrás, había una pequeña puertilla, más o menos del tamaño de un libro, y tenía un cerrojo del lado derecho.

—¡Maldición, Susan!

¿Por qué estaba tan empeñada en ocultar las cosas?, ahora necesitaba encontrar una —o dos— llaves para poder abrir el alhajero y este nuevo compartimento. Intenté abrirlo con un gancho que encontré, pero no funcionó, necesitaba esa llave.

Volví a mover el baúl a su lugar de origen y miré alrededor, estaba tan concentrada en los baúles que no había notado que otras dos puertecillas de madera se burlaban de mí, empotradas en la pared izquierda de la habitación. Estas estaban trabadas con unos seguros, no había forma de que no pudiese abrirlos. Los deslicé hacia arriba y hacia abajo respectivamente y empujé hacia delante de par en par.

Las farolas de afuera me encandilaron la vista, entrecerré los ojos cuando la luz dio de golpe contra mis ojos; y, cuando por fin pude ver bien, solté un grito ahogado de la impresión. La ventana del vecino era lo que me daba la bienvenida; o, mejor dicho; la ventana de Jason.

Entendí rápidamente que me encontraba en el lugar de reunión secreta de Jason y Susan, pues esta era la ventana que supuestamente estaba en desuso, Susan hablaba por aquí con él. Jason había dicho la verdad. Susan no le contó como accedía a este lugar.

En el cuarto de Jason, las luces estaban encendidas, y entonces me apresuré a cerrar las puertas de nuevo porque no quería hablar con Jason, sobre todo después de cómo le había lanzado la puerta en la cara.

Apagué la luz y salí del closet, no conseguiría nada más hoy y estaba realmente cansada después de mi pequeña aventura en el jardín. Salí justo a tiempo porque unos minutos después llegó mi madre.

—Hija, ¿no vas a cenar? —preguntó mamá con tono despreocupado. No tenía demasiada hambre; tenía ganas de saber las respuestas sobre el armario y sobre la casa.

—No, no tengo hambre, pero gracias ma —respondí sonriendo. Pareció dudar de mi respuesta, sin embargo no dijo nada y se fue. Yo apagué las luces y me dispuse a dormir, estaba muy intrigada por todas las cosas raras que me habían pasado hoy, pero estaba realmente cansada, así que cerré los ojos y me quedé dormida.



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En el texto hay: misterio, ciencia ficion, amor

Editado: 08.01.2022

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