El diario de un demonio enamorado

El dolor dando paso al amor.

Siempre gesticulamos gozos de aliento al ver la persona que nos llena esos espacios y agujeros en nuestro corazón, su nombre era Sam y como cada día se veía radiante y hermosa, era la típica chica con cabello rubio y rizado, con un cuerpo excepcional, una bella sonrisa y un rostro perfecto, aunque podía notar en el interior de sus pupilas que su felicidad no era del todo completa, pues, como cada chica que pareciese tener el mundo a sus pies había algo que faltaba para hacer su reino mágico.


Todo comienzo tiene su parecer, y el mío fue cuando la vi por primera vez, era la época de verano aquella que hacia sonreír a todos los jóvenes puesto que significaba que faltaban tan solo unos días para aproximarse la fecha de vacaciones, al pasar por ese pasillo confundida y nerviosa pude observar en su mirada que jamás había estado en este lugar, mi mente y cerebro solo se enfocaron en ella y el color marrón brillante de sus ojos, sin embargo no pude articular ningún movimiento ni palabra por lo que se acercaron a ella un grupo de chicas que se ofrecieron a ayudarle, en ese momento decidí alejarme de aquel lugar asombrado por la belleza de aquella fantástica mujer.


Liam: Dia tras día a pesar de ser la niña nueva, se había integrado muy bien a ese tipo de grupos donde solo bebes, tienes fiestas y te embriagas tanto que terminas teniendo sexo con el primero que se te atrviesa en la fiesta, era testaruda y audaz, refutaba seguido a quienes no tenían razón por supuesto siendo muy amable, era simpática y obediente pues aún no conocía muy bien sus aulas y salones de clase así que obedecía a sus amigos, estas cualidades las pude observar después de verla cada mañana al menos por cinco minutos. podrán descifrar que soy un poco obsesivo, pero luego de contemplar aquella rara y extraña forma de actuar decidí que debía observarla cada día más afondo.
No vine a este mundo a hacer amigos ni a conocer la vida de nadie, soy un extraño chico, o bueno eso es lo que piensan algunos de mí, soy solitario malévolo, testarudo, y me encanta ver el dolor de las personas, vine con una misión especifica y es dañar todo aquello que de mi no dependa, todo lo que se me antoje y lo que mis ojos no deseen ver más.
Para ponerlos en mas contexto soy un Demonio mi nombre es Adriel, pero cuando me inscribí a esta universidad debía cambiar mi nombre por algo espantoso para mi gusto pero que a los demás les pareciera normal así que de ahí surgió el horrible nombre de Liam, vine a la tierra con una misión especifica encargada por Satanás o como se le llama en estos tiempos el Príncipe del infierno, es reclutar almas y llevarlas a la perdición, eligiendo las fiestas, el alcohol, y demás cosas que los conlleve a su destrucción olvidando por completo a el rey del cielo Dios. Pero les juro que al ver aquella joven se me olvido por completo la maldad que dentro de mi existe, no había visto en un humano tanta belleza combinada con tristeza al parecer ningún mortal había resultado tan fascinante como este.


Era una mañana de viernes, salía de esa atroz clase de ciencia donde te ponen a investigar y disecar ranas, pero no era algo tan aburrido pues resultaba complaciente abrir esos pequeños animales, y ver la cara de miedo y asco en esos mortales cobardes, al salir la vi tan hermosa como siempre, llevaba puesto un short desflecado que dejaba ver sus piernas impecables y blancas como la nieve, un camisón blanco una chaqueta color negra y unas sandalias que cubrían sus pies en efecto me congele por un instante pero quería disimular así que no le preste mucha atención pero la ventaja de ser un alma oscura es que con tan solo ver una imagen de cualquier mujer recuerdas todo de manera muy clara y en su caso solo falto observarla por lo menos 10 segundos para  deducir que llevaba puesto. 

 


Me acerque y por primera vez le hable, fui tan tonto que hasta mis demonios interiores se burlaron de mí, lo único que logro salir de mi boca fue ¿hace calor verdad? Ella como siempre tan Dulce y sonriendo me respondió, si, que sensacional es el verano, y siguió caminando para encontrarse con sus amigas, me di tanta pena en verdad que hacia alguien tan superior como yo tratando de hablar con un simple mortal como ella sonreí y seguí caminando hasta mi auto para recoger a Milly Lorens y Olivia ellos también son demonios como yo, pero con otras funciones específicas.

Milly, esta encargada de hacer que esos chicos vírgenes y con deseos de ligarse a una chica caigan en sus garras y llevarlos a la fornicación que tendría por resultado alejarse de sus promiscuas creencias y enfocarse en un mundo nuevo que, por supuesto nosotros les ofrecemos, pero creerán ustedes que es un trabajo difícil para ella, pues al parecer  como todos disfrutamos la maldad y para ella es un placer saber que complace a nuestro rey.


Lorens es un poco más relajado y ostentoso, con una sonrisa y una malicia con la que logra convencerles de que usen cualquier tipo de droga, que se pierdan y dañen su mente, que el nuevo mundo que el les ofrecer les haga olvidar por completo el que ya llevan, por supuesto que es de tal agrado tanto para el, como para quien trabajamos pues entre más almas vírgenes caigan en nuestras manos, más será tal poder para gobernar este mundo.


Olivia, es una chica muy guapa, parece interesarse por este mundo que me produce asco, excepto aquella rubia con ojos marrones, le gusta hacerse la interesante, y más que nada atraer a hombres casados, se imaginarán el grave pecado de estos hombres, los hace caer en su juego, les seduce la vida haciéndoles imaginar otra, pero al más mínimo pesar los abandona habiendo cumplido su misión de haberles dañado su matrimonio, amo ser malo, la maldad se ha convertido en lo más importante para mí, y jamás dejaría de hacerlo, es lo más extraordinario que he experimentado y no me arrepiento jamás de haber elegido este camino.
Era viernes en la noche, y como cualquier fin de semana ya se había estipulado la fiesta que habría ese día, y por supuesto ya sabía que era noche de hacer maldades.




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