Pasaron años y lo único que hacía diariamente era llegar del colegio, realizar tareas, acostarse, mirar fotos de su padre; había perdido el apetito, había veces en las que su mirada era penetrante, fija a un lugar, era como si veía algo en especial, pero su mente vagaba en algún otro mundo.
La vida de Sacarleth se había convertido en un completo tormento, su padre, su consejero se había ido muy lejos, a un lugar donde nadie sabe que vagan las almas que hace tiempo partieron dejandonos muy gratos recuerdos.
Lo único que hacía para evitar la desesperación y angustia era sentarse al filo de su terraza y ocultarse a la luz de la luna, disimulando que todo estaría bien, que el dolor se acabaría pronto; bajo la luz de la luna su vida era un alivio y bajo las gotas de la lluvia sus lágrimas se desvanecian, confundiendose con millones de más gotas que bajan de cielo empapado su ropa y su cabello.
Su rendimiento escolar había decaído, sus días ya no tenían nada de emocionante, había caído en un transe en el cual su soledad era su mejor amiga; preferia alejarse de reuniones, fiestas y todo su vida social se había muerto con el recuerdo de su padre.
Un día de retorno a casa, subió en el bus de la línea 8, que la dirigía directo a su casa, se sentó, se conecto los auriculares y entró a su mundo, apego su cabeza al vidrio y dirigío su mirada al mundo; a las avenidas, a los transeúntes, a los perros que vagaban, a las parejas que caminaban agarrados de las manos, a las familias que denotaban alegria y entusiasmo, pero su mirada se impregno en la extremada felicidad que reflejaba una niña que caminaba acompañada de su padre degustando un helado y empezó a recordar las veces que habían probado y disfrutado de la compañía de su padre, un helado de vainilla, el cual era el preferido de ambos.
De pronto se siento extraña pues sintió que alguien la observaba, alguien que entre los cientos de personas que regresaban exhaustas de sus labores, la veía.
Entonces busco por todos lados, pero ¡No! ¡rayos! No encontraba a esa persona que la hacía sentir incómoda, entonces decidió no darle importancia y mejor alzó el volumen de su móvil y cerró los ojos, movía levemente su cabeza al ritmo de la canción de Aerosmith "dancing".
Pero el deseo de conocer quien la miraba, era desesperante, no podía estar tranquila y sabía que aún faltaba como mínimo 5 paradas para llegar a su hogar, trato de olvidarlo pero lo único que logró fue que ese pensamiento y dudas se apoderan de ella.
Entonces lo pensó bien y decidió buscar con la mirada a quien la observaba y decidida a eso, abrió los ojos y empezó.
Cada parte del bus, cada asiento, cada cosa insignificante que estaba en el bus fue observado, hasta que llegó a la puerta de salida ¡DEMONIOS! ahí estaba quien la había echo sentir incómoda todo el camino, pero para su sorpresa era alguien que ya lo había visto varias veces.....