El Engaño

Una extraña coincidencia

Contemplar ese pequeño recuadro con una foto de un gato (como lo había descrito Rody), mostrando las opciones:

"ACEPTAR" o "RECHAZAR", provocó en Jessica una gran alegría en sí misma.

—Muy bien, Rody, a ver si en esta ocasión no me dejas plantada... —Optó por ACEPTAR. Desafortunadamente Rody no se encontraba conectado, pero en su lugar le había dejado un mensaje que decía:

Vi lo que le ocurrió a tu hermano en las noticias. Y si me das permiso mañana, te invitaré una soda en la cafetería y podrás hablar conmigo todo el tiempo que quieras.

Rody

Era bueno saber que en una situación como esa, Rody se ofrecía a escucharla, algo que ocasionalmente solo encontraba en Marcela... Pero eso no iba a cambiar el hecho que su amiga todavía estaba conectada y seguía ansiosa por saber más cosas de la historia de Alan.

JESSICA: No sabes lo nerviosa que estoy, créeme que cuando vi a Alan parado en esa calle solo pude gritar.

MARCELA: Te entiendo.

Durante quince minutos Jessica estuvo narrando el miedo que sentía hacía una ideología ficticia y al final de la conversación, Jessica comprendió que el accidente no tenía nada que ver con un deseo que formuló en eventos importantes... "Solo fue una simple coincidencia". Pero ninguno de sus sentimientos de culpabilidad fueron comparados con lo que ella sintió cuando el timbre de su computadora sonó indicando que tenía un Email.

—¡Qué raro!, ¿quién es este sujeto?

Jessica no conocía al propietario de la dirección de ese correo debido a que la dirección tenía un nombre extraño. Pero lo misterioso no era el remitente, sino lo que decía:

Lo importante no es que sepas quién soy, o si me conoces o no; pero no debes confiar en mí ni en tus sentimientos.

Tienes que alejarte de Rody lo más pronto posible, de lo contrarío todos tu seres amados empezarán a sufrir atrocidades. No puedo decirte quien soy, ni mucho menos dónde me has visto, pero te puedo dar una pista de quién va a ser la persona que sufrirá un accidente mañana...

Es una persona que nunca has soportado; como una heredera ha actuado pero en situaciones como ésta, mantén a tus amigos cerca...

Y a tus enemigos aun más cerca.

Jessica encontró en el correo la fotografía de una muñeca con el cabello oscuro, ondulado y cubierto por trenzas. Tenía los labios saltones y pintados de un color rojo profundo.

Era el perfil exacto de una niña mimada adicta a los centros comerciales y a las tarjetas black.

Su único defecto era que en el brazo derecho estaba repleto de cicatrices y mordeduras de perros. Jessica no entendía lo que estaba sucediendo; incluso llegó a pensar que podría tratarse de una advertencia o una simple broma.

"¿Qué se supone que es esto?", pero no todo terminó ahí...

Todavía faltaba un pequeño párrafo:

Fíjate bien en cada detalle, porque la siguiente victima irá mañana a tu escuela vestida igual que esta muñeca... y no lo olvides.

Es alguien que tú conoces y no aprecias.

Atentamente:

Pedro 5:8

No parecía ser un mensaje muy convincente. Es más, la muñeca cumplía con las características de muchas chicas que asistían a su escuela, aunque nunca había visto a alguien que usara una blusa roja con el bordado de una estrella, ni mucho menos unos pantalones azul marino con logotipos de una secta hippie. Ahora Jessica estaba asustada y, sin importar el tiempo que chateó con Marcela, ella no se quitaría de la cabeza la pregunta:

"¿Quién es Pedro 5:8?"

Todavía faltaban algunos alumnos para la clase, siendo que la mayoría se había ido a la cafetería a comprar una bebida energética para mantenerse despiertos en la clase de inglés del profe Martín. Para muchos iba ser una clase larga porque Martín casi no hablaba español en su clase, aunque a Jessica no parecía importarle lo más mínimo.

Ella tuvo una noche difícil por no lograr contener el sueño, y todo gracias a ese Email.

—Cálmate, Jessy, cálmate... pudo ser cualquiera el que haya enviado esa foto... y si fue...

—Oye, Jessy. ¿Te encuentras bien?

Debido a tantas cosas que tenía en la cabeza Jessica no contó con que un joven la viese desde detrás, ni mucho menos que estuviese interesado en saber qué le pasaba.

—¿Te ocurre algo? Actúas de un modo raro. ¿No quieres ir con la psicóloga de la prepa?

—No, estoy bien, solo algo preocupada.

—¿Te sucede algo?, porque no dejé de escucharte decir...

—¡Estoy bien! No necesito tu ayuda... no lo entenderás.

—Está bien, no te enojes; solo quería ver si todo estaba en orden, pero te noto muy tensa, así que mejor te dejo en paz. Pero si necesitas ayuda en algo puedes decírmelo, soy bueno escuchando.



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Editado: 20.03.2018

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