Una voz masculina detuvo su lucha, ella se gira y da con un hombre. —Tú, suéltame por favor. Te daré el doble o el triple de lo que te pagaron.
La voz de Elena sonaba llorosa y desesperada.
—No hables, alguien viene— él hombre la envuelve en una capa y la esconde detrás de un par de arbustos.
Las voces de los guardias, así como los ladridos de los perros eran cada vez más cercanos, Elena estaba nerviosa, no sabia quien era el extraño y por qué le ayudaba, pero si ese extraño la sacaba de esta situación le estaría muy agradecida.
En pocos minutos los hombres llegaron.
—¿Quién eres tú?— pregunto uno de los hombres.
—¿Tienes derecho a saberlo?— Un hombre nuevo apareció, estaba vestido de negro, y en su capa llevaba un escudo, ese escudo tenía bordado una pantera alada. Uno de los guardias reconoció el escudo y de repente su cuerpo tembló de miedo.
—Tú-tutu…— El guardia tartamudea, de repente el aire se sentía mucho más pesado.
—¿Tú? Te atreves a hablarle así al Archiduque Edevane— el hombre se burlo y empuño su espada —¿Sabes en que territorio estas? Si desean seguir con vida es mejor que se retiren de inmediato.
Los guardias se miraban con duda unos a otros, tenían miedo. De hecho, sabían que esta parte del bosque Turk era territorio Edevane, pero si regresaban sin la mujer sus cabezas rodarían. Uno de los guardias se animó a hablar —Mi señor, no nos dimos cuenta que entramos a su territorio. En realidad, estamos buscando a una ladrona que ocupo la pequeña mansión del oeste, los perros nos guiaron hasta acá, si nos permite…— Él hombre dudo —¿La podríamos seguir buscando?— cuando termino de hablar el guardia miro con nervios a los dos hombres, solo el de la capa había hablado pero el otro hombre con el aura terrible seguía guardando silencio.
El caballero que empuñaba la espada se burló —¿Crees que este es el jardín de tu casa donde puedes entrar y salir cuando quieras? No lo quiero repetir, si quieren vivir es mejor que se vayan.
Esta ves los guardias no dudaron más y se fueron con los perros. Elena espero a que las voces se alejan hasta no poder escuchar ruidos.
—Sal— una voz magnética sonó, Elena dirigió su mirada al hombre que le brido ayuda. Ella se quito la capa y camino hacia él.
Al estar un poco más tranquila, Elena observó de cerca por unos pocos segundos al hombre que le ayudo. Piel clara, cabello oscuro, y ojos de color negro como la obsidiana. Era muy guapo, pero al estar cerca había una sensación a opresión, frialdad e indiferencia. Pensó que era normal que le tuvieran miedo, después de todo el también parecía pertenecer al ejército del Archiduque Edevane.
—Mi señor, muchas gracias— dijo humildemente, aunque pertenecía a la nobleza ante estos hombres que no conocía y la salvaron decidido actuar con gentileza. Después de todo estaba sola en este lugar y ellos eran los únicos que podían ayudarla a salir de este bosque. Así que, bajo un poco su rostro, con algo de vergüenza se animo a hablar nuevamente —Se que mi señor es una persona ocupada, pero como han visto he estado en peligro, no soy una ladrona como aquellos guardias dijeron. Es cierto que vengo de la mansión del oeste, pero es porque alguien me golpeo y aparecí en ese lugar. No se que esta pasando, pero si usted me lleva a casa, mi familia le dará una gran recompensa.
Elena termino de hablar. Los dos hombres guardaron silencio por un momento, ella se sentía algo nerviosa, aunque podía irse sola, corría menos riesgo si ellos deciden ayudarle. Como si creyera que dudaban de su recompensa no tuvo mas remedio que revelar que pertenecía a la casa del Duque Harlikc.
El hombre de apariencia misteriosa le hizo una seña al de la capa.
—Si señor— respondió con una leve sonrisa y se presentó —Puedes llamarme Zyro— cuando estaba a punto de presentar al otro hombre este hablo.
—Solo sácala de aquí— dijo con frialdad, luego camino hacia el bosque hasta desaparecer de la visión de Elena y Zyro.
—Tu compañero tiene mucho temperamento— comento Elena mientras empezaba a seguir a Zyro, aunque sentía curiosidad por aquel hombre, su personalidad accesible y apariencia peligrosa decía que era mejor no preguntar por él. De todos modos, la familia Edevane tenía fama de ser temible, y mas el archiduque actual, el cual no conocía ya que pasaba defendiendo las fronteras del imperio.
Zyro no respondió a su comentario. Caminaron por el bosque hasta llegar a un claro plano donde había otros guardias de Edevane, Zyro dio unas cuantas ordenes y pronto un carruaje estaba listo para llevarla a casa. Elena se sintió afortunada, ya se había librado de la muerte en primer lugar, ahora seria libre. Apretó su puño contra la falda de su vestido y se dijo así misma que esto era una nueva vida, un designio de Dios al darle esa visión, y que no dejaría que su casa cayera a manos de Dayana y el príncipe Dominic.
Mientras viajaba Elena se dedico a vagar en sus pensamientos, llevaba mas de una semana desaparecida, al pensar en su padre y su hermano menor le dolía el corazón. Quizás ya la daban por muerta, pero al mismo tiempo pensó en aquella mejor amiga, la que debería estar actuado como víctima, y llorando desconsolada en los brazos de Dominic fingiendo inocencia y fragilidad le llenaba de ira. Si no tuviera esta oportunidad moriría tontamente pensando en la buena amiga que tenía. Aunque ha decidido mantener distancia de esas dos personas en su corazón, la amargura de la traición dolía, y aunque la tomaron por alguien fácil, ya no lo seria, si ellos se meten deliberadamente con su familia no los dejaría ir.