Desayunando a lado de su esposa e hija, Reynaldo no deja de mirar de reojo a Klarrisa, incómodo con lo que escucho e intrigado porque su hija parece no tener ningún cambio visible.
-¿Y qué planes tienes para hoy? - la pregunta.
-Nada, puede que me vaya a la playa.
-¿Por qué a la playa como las personas corrientes? - con desprecio pregunta su madre.
-Porque me pasó todo el día en el hotel, lo último que quiero es pasar y mi tiempo libre ahí - responde.
-Ahí también tienes la playa y con personas mucho más educada y fina.
-Eso no me importa.
-Debería.
-Me voy, he perdido las ganas de comer.
-¿Debiste de hacer eso? - pregunta Reynaldo a su esposa.
-Por supuesto que no la escuchaste quiere juntarse con las personas que no son a su nivel.
-¿Y hacerla abandonar el desayuno si es de educación?
-Sí, tienes razón, debo hablar con ella, eso no se hace - escuchar las firmes palabras de su esposa Reynaldo baja la cabeza a la mano para negar ella ni lo escucho.
-¿Puedo? Vengo en paz - dice Reynaldo tocando la puerta de Klarrisa.
-Si - para no causar nueva discusión.
-Solo quería decirte que a mí no me importa dónde sales y te comprendo muy bien que a veces y a mí me aburro estar solamente en el hotel.
-Gracias, pero cambie de idea, no saldré.
-Klarrisa...
-No, papá pasó y ahora te pido que salgas que tengo algo que hacer - dándole la espalda dice Klarrisa.
Rendido Reynaldo se va.
-Hola Eva.
-Reynaldo. - sorprendida le pronuncia el nombre.
-Hola, ¿Sabías que las niñas han vuelto a juntarse? - pregunta algo.
-Noo. Ingrid no me menciono nada.
-Las escuché hablar, menos que hay otra Ingrid que no conozco.
-No sé nada de eso. Ingrid no me dijo nada y ya salió hacia el trabajo.
-¿Tu cómo has estado? - pregunta Reynaldo con la distancia que se formó por los años.
-Bien, trabajando, con mi hija. Nada nuevo... Por ti no necesito preguntar toda la ciudad lo sabe.
-Sí...
-¿Quieres café o te vas? - sin saber que otro hacer, pregunta.
-Yo no tendría problema pasar.
Eva asiente con la cabeza y lo deja pasar abriendo la puerta.
-Aquí nada cambio - dice mirando la estancia.
-No tuvo por qué.
-Claro, eso solo a Sandra sé le ocurre cambiar los muebles por aburrida.
Eva llegó con los cafés y se sentó al otro lado. Cuando silencio se prolongó, Eva lo rompe preguntando:
- ¿Tú, cómo estás?, a lado el trabajo como persona.
-De la salud bien, profesionalmente algo cansado y personalmente ya ni no me pregunto.
Klarrisa comprobó si tiene todo lo que pretendió llevar antes de colarse por la ventana para salir.
-Ven, ven - llama en voz baja a Ingrid para qué la sigue.
-¿Qué dirá tu papá si se entera de que te metiste en su oficina de esa manera? - pregunta Ingrid mirando por la oficina. - WOW.
-No es algo - dice Klarrisa al comentario de Ingrid extendiendo la manta.
Ingrid llega sentarse a lado de Klarrisa en la manta, sacando de la mochila como Klarrisa un peluche que intercambian.
-Como extrañe a mi osito. - dice Klarrisa abrazándolo.
Mientras Ingrid hace caritas a su perito:
- Ya me olvidé y de qué color era.
-¿Cómo? - sorprendida pregunta Klarrisa. - Si cada día hablabas que cuando seas grande te conseguirás uno así.
-Si, pero es obvio que para eso debería mudarme - levantando el peluche de husky -, él no soportaría estás temperaturas.
-¿Cómo has estado amigo? - pregunta Klarrisa con la voz profunda moviendo al osito.
-Extrañándote compadre - con la misma voz dice Ingrid ladeando al perito.
-¿A sí? Y yo a ti mucho.
Riendo las dos y extendiendo la mano fuera de la manta para tomar poco de patatas fritas.