-Hola, mi vida - la saludo mama, llegando hacia las butacas.
-Hola mama.
-Hola - dijo una vez más sentándose.
-¿Necesitas algo? - la pregunto.
-Escuche que tu amigo está aquí y pensé que sería bueno invitarlo a cenar a la casa.
-¡Ay mama ni al caso! - le dijo y se fue.
Bajo a la playa en búsqueda de Baldo. Lo encontró con una castaña que estaba toda sobre él. Quedo congelada ahí mirándolos por curiosidad y por sorpresa.
Baldo intentaba quitarse la de encima sin mucho éxito, obviamente no queriendo lastimarla al ser brusco en sus movimientos de alejarla.
Al haber visto lo suficiente se los acerco con las manos cruzadas y una cara nada contenta, en ese momento Baldo volteo la cabeza encontrándosela de frente:
-Klarrisa - pronuncio su nombre con sorpresa.
-Baldo - dijo sin quitarle la mirada a la mujer que está colgada de su novio como un chango.
-Nos disculpas, estamos en mitad de algo - dijo la mujer, apoyando la cabeza en el hombro de Baldo que intento quitarse.
-La que se tiene que ir es usted señora, sin no quiere que llamo la seguridad que la saque - dijo queriendo provocarla.
-¡Ah! - dijo, soltando el aire agudo con horror. - Señora - repitió. - ¿Que cree usted cuantos años tengo? Además, soy huésped de este hotel y no me puede sacar.
Baldo, que por fin quedo libre, se alejó lo más que pudo y de la manera que pudo estar cerca de Klarrisa.
-Y yo la dueña, así que si quiero puedo echarla.
No queriendo causar problemas, Valentina se alejó. Devolviéndole a Baldo la posibilidad de respirar.
-Gracias, amor - le dijo después de soltar el aire.
-¿Quién era esa?
-Te dijo, se está hospedando en el hotel y desde entonces se trae algo conmigo.
-¿Y por qué no me dijiste nada?
-Porque para mí no tiene importancia, tú eres la única que a mí me importa - contesto, abrazándola.
-Y tú a mí - le dijo, poniendo las manos detrás de su nuca.
Para confirmar su amor lo sellaron con un beso, el más lindo y el más profundo, como su amor.
-Qué buena música - dijo poniéndose a bailar al ritmo mientras entraban.
-¿Que tomaran? - pregunto Azar.
-Trae la botella que sea.
Azar se fue por el pedido y los demás tomaron el asiento.
Disfrutando de la música con la bebida en mano, miro la gente bailando. Una en particular la hizo parar.
A lo lejos vio a Ingrid y a Óscar, bailando muy pegados. Al verla así, Baldo tomo su vaso, salvándola de caer en el piso porque al verlos besarse quedo estupefacta.
-¿Qué le pasa? - pregunto alguien del grupo.
-No sé - contesto Baldo. - Amor, ¿estás bien?
Sin poder encontrar su voz, apunto a ellos, moviendo la boca.
Baldo le bajo la mano diciendo:
-No es educado apuntar a las personas.
-No, no comprendes - dijo por fin, mirándolo. - Mira - le dijo, volviendo a mirar hacia su hermano y su amiga.
-¡Son Ingrid y Óscar! - exclamo.
-Exacto - dijo mirándolo. - ¿Y qué hacen? - lo pregunto.
Mientras recordó la conversación que tuvieron esa mañana:
-¿Me dices por fin que sucede entre mi hermano y tú?
-Nada - la miro de tal manera que al fin agrego. - Es él ahí de nefasto.
-¿De verdad? - insegura volvió preguntar, buscando la confirma.
-Sí, ¿qué más debería ser?
Antes de que pudo responder, Ingrid dijo:
-Ahí viene tu mamá, me escapo - y se fue agachada.
-¡Se están besando! - exclamó Baldo, devolviéndole al presente.