Él es el amor

Capitulo 40

La tristeza la seguí en últimos días que ni al trabajo iba. Saber de todo lo que es capaz, su madre la tiene destruida.
Su celular sonó con la llegada de un mensaje que decía:
Si te interesa como pasa el tiempo, tu novio sin ti ven al hotel y sube al cuarto 202.
Más intrigada por el mensaje que nada y con completa fe, en Baldo se fue a ver de qué se trata el mensaje.

Con toda la confianza abrió la puerta sin tocar.
Ahí estaba Baldo, desnudo sobre la cama, mientras la mujer a su lado estaba apenas cubierta y muy consiente, en cambio, de él.
Mientras procesaba lo que veía y la mujer le daba la espalda explorando el pecho de Baldo, él comenzó a mover la cabeza. Y muy pronto sus ojos se encontraron. Las suyas de rabia y las de él de confusión.
-Klarrisa - dijo prácticamente arrastrando las letras.
Valentina se removió y fue entonces que Baldo se dio cuenta de su presencia.
-Ay, viniste a destruirnos el momento - dijo la mujer mirándola.
Su mirada seguía bailando entre los dos y la de Baldo le decía todo. Primero era sorpresa y después de que hablo se obscureció.
-¿Qué dices? ¿Estás loca o qué? - decía saliendo de la cama y fue entonces que se dio cuenta de su estado.
Siguiendo guardando el silencio, le enseño donde se encuentra su ropa, la que comenzó vestir de inmediato.
-Amor, de verdad, nada paso - dijo cerrándose el pantalón. - Creo - después agrego con pensamiento y ceja levantada.
-No mientas, que bien nos divertimos - hablo de nuevo Valentina.
-Te espero fuera - fue lo único que dijo antes de salir del cuarto.
-Hija - su madre la recibió con pena. - Te dije que ese era solo un aprovechador.
Las palabras la helaron, toda se erizó y la electricidad paso por su nariz, llenándose hasta sus ojos de las lágrimas que pensó ya no tenía.
-Déjame sola. Quiero arreglar eso con Baldo una vez por todas.
Mamá asintió y comenzó alejarse con las palabras:
-Aquí estaré para recibirte.
Apoyándose a la pared, saco su celular y lo espero con el mensaje listo.
-Klarrisa, por favor. Yo no siento nada, no puedes creer le a esa.
En silencio solo le enseño el mensaje.
-¿Qué diablo? - dijo al leerlo.
-Supongo que ahora puedes dejar de intentar explicarte.
-¿Entonces no te lo creíste? - pregunto, recuperando algo de tranquilidad.
-Eso no importa, lo que importa es que sé que no es tu culpa. Y si pasó algo no fue por tu voluntad - dijo caminando de ahí.
Él la siguió.

-¿Y ahora qué? - la pregunto, sentados en la terraza del café del hotel.
-No sé - contesto pasando las manos a lado de la cara. - En estos días me sentí como en un limbo. Se trata de mi mamá. ¿Puedes comprender eso? Mi propia mamá está de tras de todo que nos pasó estos días. No mide nada para separarnos.
Compadeciéndose de su dolor, le cubrió la mano.
-Estoy tan cansada de sus intrigas que hasta me dan las ganas de contarle que será abuela, pero no puedo porque me doy cuenta de que sería capaz de intentar contra ella - confesó con las lágrimas en los ojos. - Le amenacé que dejaría la casa y mira lo que hizo.
-¿Y si eso sería lo mejor? - pregunto.
-¿Qué? - pregunto, sorprendida.
-Que te alejes. Tengo miedo por ti. Cuando te veo así... - se encontró sin habla.
-Puede que tienes razón. Puede ser que está fue la gota que derramó el vaso. ¿Y dónde me voy? 
Fue la pregunta que a ambos los dejo pensativos.
-Algo se nos ocurrirá - le dijo y se abrazaron.



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En el texto hay: amor, amistad, prejucios

Editado: 11.08.2024

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