El Espectro en el Cobertizo

VI - SANGRE ANIMAL

Si es duro vivir deseando saciar la sed, imagina lo que sería dormir ostentándola. Y sentir cómo la sequedad te corrompe por dentro, como una prisión en pleno desvelo.

La luna yacía radiante con su singular presencia y, apenas unos míseros rayos solares pretendían dañarme el rostro. Tan efímero que, tras movilizarme un poco, la herida se renovó prácticamente al instante. Sin embargo, la pequeña luz iluminaba al símbolo de esperanza. Iluminaba al cristo redentor de madera que se hallaba a mi espalda.

Al voltearme y contemplar esa luz concluyente en la noche, reí y murmuré:

– Es tu turno dormir en vela. Aguarda y observa –

Y, tan pronto la intemperie me rodeaba con la paulatina caída de la nieve, grité hacia el cielo estrellado y me puse en marcha.

Mi presa aguardaba su destino en algún sitio, en las profundidades del bosque.
Era yo en el natural mundo proyectado, en silencio. En ese ambiente helado de pesadumbre.
Mis oídos alertaban cada uno de los latidos que brotaban en la inmensa profundidad del monte.

Una orquesta de sonidos, provista por la propia noche. Y una fragancia de vida que me revolvían por dentro. Ostentaba una fiereza sobrehumana que me obligaba a avanzar hacia la sombría densidad. Era tal mi destreza, que siquiera era consciente de cómo se prolongaba en el tiempo.

El único remanente en mi, era esa mórbida sensación de anhelo. Un apetito injustificado que me caracterizaba.

Y, con el pasar de los minutos, ningún ser se libra de mi abrazo de muerte.
Un gemido se revelaba entre los abedules nevados. La bufanda se soltaba sobre la superficie vestida de alba y manaba la sangre, como un río junto a mi imponente mirada. Esa mirada, capaz de ahuyentar a cualquier reo que osara descubrirnos entre la naturaleza.

Revitalizaban mis entrañas y el deseo absoluto mermaba. Mi percepción parecia incinerarse y me recordaba mi mayor apego.

Tras soltar el cuerpo vacío aquél, sin aliento, murmuré hacia la gélida brisa:

– Belladona –

Y, en lo que alzaba aquella bufanda, cubierta de sangre y nieve, me retiré hacia el camino. Me proponía seguir con mi siniestra odisea.

No obstante, el ciervo quedó varado en el centro de la carretera.

 

Mi albino semblante, ahora, sonreía por sí solo.



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En el texto hay: misterio, gore, sobrenaturales

Editado: 19.10.2022

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