Eres el único que lo sabe
Las cosas volvieron a la normalidad una semana después, pero solo duraron un par de meses antes de que eventualmente cayéramos en el desastre.
Papá se hacía cargo de la mayor parte de las cosas en el hogar: la comida, el aseo, los gastos y, sobre todo, los niños. Ahora que no estaba, parecía que el pilar central se había desmoronado y la casa estaba en ruinas.
El caos comenzó poco después, durante el primer año de su partida.
Jana y yo tuvimos que aprender a volver a casa por nuestra cuenta después de que, por quinta vez en el mes, nos olvidaran al terminar las clases. No culpábamos a nadie, mucho menos a Lucas, quien había asumido el rol de llevarnos y recogernos y, entre esas dos acciones, caía dormido por el cansancio de trabajar dos turnos, ya que las cuentas no alcanzaban.
Tampoco culpé a Julia, aunque comenzó a desquitar sus frustraciones con nosotras, teniendo una pequeña fijación conmigo (pues yo era demasiado quejica para su gusto, lo que la enojaba más). Ella apenas estaba terminando su adolescencia cuando cayó la responsabilidad de cuidarnos sobre sus hombros.
No me molesté cuando Pía se marchó de casa, ni cuando Dean inició viaje tras viaje para alejarse y evitar ser parte de los problemas. Menos me enojé cuando Lía empezó a beber o cuando Pavel enfurecía a mamá con actitudes desafiantes que luego provocaban un torbellino en ella.
Todos vivían el duelo a su manera.
Y mi madre...
Para saber más...
Cuando me enteré de la partida de mi padre, si fue en segundo grado de primaria. Tenía siete años, y mi hermano nos lo contó a mi hermana y a mí cuando íbamos de vuelta a casa después de que nos recogiera de la escuela (casi como lo narré en la parte anterior).
Mi hermano tenía 12 años (aunque lo presentaré como si fuera de mayor edad) y fue la última persona que lo sostuvo. Más adelante profundizaré en ello... es un camino largo.
Gracias por leer.
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Editado: 30.05.2024