El Ganador

Capítulo 4: Ellie

Capítulo 4

Ellie

 

Iker no sabía por dónde empezar.

Cierto que su preparación en contabilidad y finanzas le jugaba a favor pero era también un arma de doble filo. Tener acceso a los libros de contaduría le demostraba que el pedido de su tío era justificado. La empresa estaba sólida, pero el área de ventas de muebles exclusivos, no estaba rindiendo los frutos esperados. Al menos, no en comparación con todo lo demás.

—El problema es que yo solo sé de números, no de ventas…—se quejaba con Matt, colega con quien compartía labores y quizás la única persona a quien consideraba amigo en la empresa aunque siempre trazaba las líneas de distancia entre un simple empleado y un heredero Ingvar.

—En ese caso, deberías buscar ayuda. Somos contadores y sabes que los números no fallan y que tampoco se pueden alterar. Lo que necesitas es una buena estrategia de ventas que pueda cambiar esos números.

— ¿Y crees que no lo sé? No es por imbécil que seré el nuevo presidente de la compañía…—respondió algo molesto.

Matt mantuvo silencio. Conocía bien los arranques de Iker así como sus aires de grandeza. Solo trataba de ayudar pero no apreciaba su tono altanero.

—Disculpa, estoy un poco nervioso. Solo tengo seis meses para demostrar aumento en ventas de la línea de muebles exclusivos…—sostuvo Iker contrariado.

—Eso…y también que debo casarme…pero no con cualquiera…sino que por amor…—añadió un poco titubeante porque esa exigencia de su tío le parecía cuando menos absurda.

Matt olvidó el arrebato de Iker y lanzó una carcajada ante lo que acababa de escuchar.

—En ese caso, no sé qué será más difícil. Conseguir una buena estrategia para aumentar ventas o conseguir una mujer que se case contigo y que no sea por interés —asestó Matt, devolviéndole un poco del veneno que Iker acostumbraba a emplear.

—No te equivoques conmigo. Si no me he casado, no es porque no haya encontrado una mujer que me ame, es solo que no me había interesado. Ahora es distinto porque mi futuro depende de eso —afirmó.

Matt lo escuchaba en silencio. Muchas veces se abstuvo de decirle que todas las novias que le había conocido solo se acercaban a él por su apellido.  Era mejor no opinar ni meterse en esos asuntos. Le había conocido muchas novias. Mujeres hermosas y despampanantes pero ninguna que se viera especialmente enamorada. Tampoco él parecía haberse fijado en ninguna con particular interés. El amor no le había llegado y ahora tenía solo seis meses para hacerlo aparecer.

—Suponiendo que la futura esposa aparezca, que ya te parece la parte más fácil de cumplir… ¿tienes alguna idea de cómo hacer subir esas ventas? ¿Así sea una idea vaga o descabellada? —inquirió Matt.

Iker negó con la cabeza.

—Todas las ideas que se me ocurren son peligrosas… y hasta ilegales…—admitió.

Matt sintió una morbosa alegría de escuchar aquello. 

No le admitiría a su amigo que no lo creía capaz de hacer subir las ventas y que mucho menos lo consideraba capacitado para asumir la presidencia. Nunca se lo diría pero en su fuero interno eso era lo que pensaba.

Iker lucia preocupado y nervioso.

— ¿Tienes algún consejo para darme? ¿Algo que me haga subir esas ventas en poco tiempo?—le preguntó.

Matt sonrió complacido.

— ¿Una varita mágica y una poción de brujas te ayudaría? No sé…alguna cosa de esas raras...  —respondió sarcástico.

Iker no lo tomó a mal. Muy por el contrario, una idea le vino a la mente.

—Hablando de raras…—masculló entre dientes y los ojos le brillaron con una idea.

 

***

Gerard haló el taburete de la esquina y lo colocó justo frente al escritorio de la chica.

— ¿Cómo te llamas? ¿Cuánto tiempo llevas en la empresa? ¿Te gusta tu trabajo?  ——preguntó con ávido interés.

Ella lo observaba con fastidio. ¿Era en serio que un Ingvar llegaba a interrumpirla en su trabajo para hacerle una tonta plática? 

—Ellie…cinco…sí. —respondió seca y sin adornar las palabras.

Gerard sintió lo cortante de sus respuestas.

— ¿Podrías abundar? —insistió.

Ellie respiró hondo, intentando resignarse al interrogatorio.  Continuaba mirándolo fijo reprimiendo los deseos de pedirle que se marchara y no le hiciera perder más el tiempo.

—Mi nombre es Ellie Anderson. No Elisse, ni Ellen, ni Elaine, ni Elena. Solo Ellie…no es difícil de recordar. Llevo cinco años en el puesto. Y disfruto mi trabajo. En especial cuando lo puedo realizar sin interrupciones.

—Vaya…tan joven y ya con cinco años de experiencia en la empresa…—observó Gerard.

—Escuche…mi hoja de vida la puede encontrar en la oficina de personal; imagino que sabe dónde encontrarla. Digo…si ha encontrado la cueva donde trabajo, con mayor facilidad sabrá encontrar aquella. Y bueno…discúlpeme pero estoy muy ocupada.

— ¿Y cómo es que ya lleva cinco años aquí? Le pregunto porque usted no puede tener más de veintiuno y bueno, siendo que el mínimo para trabajar en esta empresa es dieciocho, la matemática no me cuadra…—continuó Gerard, sin tregua.

—Tengo veinticinco años. Entré a la universidad a los dieciséis y me gradué a los veinte. Summa Cum Laude y Valedictorian de la clase. La empresa me reclutó estando todavía en mi último año de universidad. Pero si tiene dudas o todavía la matemática no le cuadra, ya le dije dónde puede conseguir mi hoja de vida…—respondió Ellie con firmeza.

Gerard sonrió satisfecho.

— ¿Cómo fue que me dijo que logró entrar a la universidad a los dieciséis? —inquirió ignorando por completo el tono tajante de sus respuestas.

Ellen volvió a respirar hondo.

¿Es que este joven Ingvar no tiene nada que hacer sino pavonear su apellido por las oficinas donde en verdad se trabaja? —pensó con un fastidio que cada vez era más complicado de ocultar.




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